miércoles, noviembre 03, 2004

Te extraño

El día que te conocí no podía dejar de analizarte, estaba sorprendida de tu perfección, cada línea de tu cuerpo mostraba la exactitud en tus medidas, imponente, deseable, enigmático… pase todo el día pensando en ti y decidí ir a buscarte sin dudarlo.
Te encontré pero tuve que esperar algunos días para verte, estabas un poco lejos y tardarías en llegar a nuestra cita, pasé los días preguntando en casa si habrías aparecido en algún momento que yo no hubiera estado, pero no recibía respuestas afirmativas, hasta que un día llegué a casa y ahí estabas, esperando en la puerta con esa serenidad característica de ti. No tardé ni 2 segundos en estrujarte entre mis brazos, estaba a punto de besarte cuando me atacó la idea de que sería demasiado. Te llevé a mi habitación, no tardaste mucho en acomodarte y ya listo, al menos en tu sitio provisional, permanecí largo rato observándote, sólo admirándote, sin que te dieras cuenta. A punto estaba de entablar una conversación cuando me di cuenta que estabas agotado, no puedo negar que me dio un poco de coraje no poder estar contigo en ese preciso instante, pero respiré profundo y te dejé recuperar las energías mientras pensaba que la espera valdría la pena, al final ya eras sólo mío y aguantar unos minutos las ganas de tocarte no sería la peor de mis pruebas.
Por fin volví a la habitación y estabas listo, nunca olvidaré mi cara de felicidad al mirarte reluciente, deslumbrante, dispuesto a participar en cualquiera de las cosas que suelen llegarme a la mente cuando estoy contigo, y así, me senté en la cama frente a ti y comencé a recorrer tu cuerpo con mis manos, la punta de mis dedos recorría torpemente tu cintura, tus extremos, iba de norte a sur tratando de cubrir la superficie de tu cuerpo claroscuro.
Mi inexperiencia se hizo notar enseguida. Al principio te quejaste, no cooperabas conmigo, estabas tenso y receloso de mi tacto, pero después, tu mismo empezaste a llevar mis manos a los lugares adecuados.
Tardé un poco en conocerte, hasta que descubrí cada uno de tus secretos, tus pasiones, tus fantasías, e incluso tu zona sensible que me encantaba provocar. Tú me conociste a mí, me hacías reír y por supuesto que me hiciste llorar alguna veces, pero pocas lo sé. Me invitabas a pasar tardes mágicas a tu lado y nunca fui capaz de darte un no como respuesta. Comencé a dejar a un lado las comidas, los amigos, las citas, la familia e incluso descuidé un poco los deberes y mis horas de ejercicio, todo para estar contigo el tiempo que me exigías, y que era cada vez más con el paso de los días.
A veces llegaba a casa y te evitaba, pero pasaba todo el tiempo pensando en ti y terminaba sucumbiendo ante la tentación de pasar al menos cinco minutos contigo, minutos que se convertían en horas y horas. Llegaba tarde a todos lados por estar contigo, te buscaba al amanecer como se busca el sol después de una noche en vela, cuando llegaba de madrugada te buscaba y aunque en un tono muy bajo siempre respondías a mi presencia. Jamás buscaste alguien que cubriera mis ausencias, muy celoso pero siempre fiel, te dejaba a veces solo por varios días y cuando volvía platicabas conmigo como si no me hubiera ido nunca, siempre te encontraba expectante a mi llegada, para ocupar mi sitio habitual frente a ti y quedarnos horas juntos, olvidando el tiempo, el escenario, el clima, la luz, se nos hacía constantemente de noche platicando, jugando, durmiendo, soñando y algunas veces me acompañabas a ver la televisión, pero realmente no te gustaba, tu requerías de toda mi atención y yo disfrutaba dándotela.
Así transcurrieron los meses, no llegamos al año cuando tuve que partir, me invadió una tristeza increíble cuando guardé tu encanto en el cajón de mis latidos, cuando empecé a pensar que no volvería a verte al menos en mucho, mucho tiempo. No tenía miedo de que llegara alguien más a ti, sabía que esperarías como siempre mi llegada pero me sentía culpable por dejarte esperando tanto tiempo. Al final sólo me quedó hacerme a la idea de no volverte a ver. Por fin partí, te dije adiós con un beso y las últimas caricias posibles en un tiempo tan corto para tal despedida, vi por última vez tu mirada que se apagaba mientras cerraba la puerta y te dejé en casa contra tu voluntad al cuidado de otra persona, lo siento, yo espero que todo vaya bien por allá.
Ahora tan lejos de ti pensé en buscar un sustituto, hasta que caí en la cuenta de que sería extremadamente difícil conseguir algo como tú. Decidí finalmente dedicarme a los estudios y dejar a un lado las pasiones hasta volver a tu lado.
Te extraño, sólo quiero decirte que te extraño piano eléctrico con más de 100 tonos acústicos, orquesta, sonidos polifónicos, mezclador de pistas y conexión MIDI. Te extraño.

No hay comentarios.: