viernes, mayo 14, 2010

Historias de Familia: La repatriación.


Todavía mandaba el régimen Franquista cuando los españoles refugiados en México, tuvieron oportunidad de regresar a la madre patria. Como en todo asunto intrenacional debía seguirse un proceso. Si no eras reclamado por tus padres o algún responsable afín, me parece que necesariamente familiar, te quedabas varado en donde estabas hasta que las circunstancias cambiaran, o no volvieras jamás. Debió ser por 1940 cuando sucedió.
"Ah la foto. Sí... no me acuerdo porque la tenía ella. Una que salgo con mi uniforme de las monjas, con mi moñote aquel... ¡Ah sí! era cuando me volvía a España. Era un regalo de despedida, me regresba a España para no volver, para eso era esa foto. Pero nunca me fui. Mi madre estaba en la cárcel y mi padre había huido corriendo a Francia, así que nadie me reclamó, y por eso nos quedamos."

Eso me contó la Yaya el lunes. Tiene tantas historias y testimonios que alguien debería de tomarse la molestia de escribirle un libro. Tal vez lo haga algún día, si encuentro la manera de que hable de mi abuelo sin un nudo en la garganta.

Si se hubiera regresado como lo planeado, yo no existiría o al menos las probabilidades se hubieran reducido mucho. ¿Destino? no sé. Al final todos queremos repatriarnos y España, como siempre, queda tan cerca y tan lejos.

jueves, mayo 06, 2010

El apego, el amor y... otros demonios

Me gusta mucho una frase que dice el elefante en Tarzán: "Estoy harto de tu constipación emocional". Es gracioso pero sobre todo, muy cierto. Estoy segura que habemos miles de millones de personas con constipación emocional. Tal vez queremos respirar esa emoción pero tenemos tantas pendejadas ocultas, historias, experiencias, subconsciente, pasado, que somos incapaces de sentirla, expresarla y mucho menos demostrarla. Pero solamente hay algo peor que no poder hacer una cosa, y eso es, hacerlo mal.

Hoy esuché una teoría del amor y el apego, la diferencia que hace que te vuelvas loco de amor o estés tranquilamente enamorado. Creo que es muy parecido a esa diferencia entre estar enamorado y realmente amar a alguien, si es que de verdad estos estatutos pueden separarse.

El apego, es como esos enamoramientos locos e imparables. Esas relaciones genralmente desctructivas en las que pase lo que pase, sea malo o bueno, no quieres que se acabe. Por alguna razón, a veces una persona que en otras circunstancias ni siquiera te caería bien, se convierte en tu objeto de deseo. Te enamoras de manera totalmente pasional, quieres pasar cada minuto con ella y cuando no puedes sufres casi la misma ansiedad que en un síndrome de abstinencia. Así sean sólo unas horas. Con este tipo de "amor" surgen esas frases trilladísimas como: "no puedo vivir sin él", "sin ella me voy a morir", "no puedo dormir desde que se fue", etc. Con el apego, pensamos que nada ni nadie vale la pena si esa persona no está a nuestro lado. El problema es que creemos que ese amor es el único e irrepetible, creemos que no puede haber amor más grande, más entregado, más sacrificado y desinteresado que el nuestro, nadie puede estar más enamorado que nosotros y en realidad nada existe a nuestro alrededor más que esa persona. Es lo que yo llamaría una relación burbuja. Una relación Genio: "¡GRANDES PODERES Y MAGIA SOBRENATURAL! aquí dentro de esta lamparita."

Esa persona que se ama deja de ser una persona para convertirse en un objeto de deseo, una poseción que por nada del mundo, ni por ella misma, estamos dispuestos a perder. Podemos volcar nuestra ansiedad contra otras personas, a veces la gente cercana se vuelve el enemigo, se vuelven las personas que quieren arrebatarnos la felicidad -que gira solamente en torno a la pareja- y por lo tanto nos volvemos en su contra. Son enemigos y hay que declararles la guerra. Como el Sr. de los anillos: "nobody will get MYYY Precious." Se puede dejar familia, amigos, incluso trabajo y cosas importantes si se perciben como "el enemigo" aquel que quiere alejarnos de lo único que nos hace felices.

Lo peor de todo es que no hay nada más alejado del amor que esto. Ni siquiera se pierde todo por una buena causa. Es el apego, la necesidad creada de una persona en específico como trofeo de la felicidad. Y nadie, NADIE tiene el derecho de opinar, juzgar, ni mucho menos robar esa felicidad de nosotros. Se pierde el respeto, no se busca que la otra persona sea feliz, solamente que esté con nosotros, para así poder ser feliz yo. Aunque sea de manera subconsciente. Hacemos muchas cosas argumentando que es en pro de su felicidad, pero es solamente una estrategia para hacer que se quede. Si nosotros proporcionamos placer y felicidad, es muy improbable que esa persona quiera irse. Y lo hacemos aún a costa del propio sufrimiento. Muchas veces, después de tanto estirar se rompe la cuerda y es increiblemente común escuchar: "¿¡¿pero porqué chingados estaba con él si es un imbécil?!? Claro, pero decías que era la viva imagen de San Francisco de Asis versión Brad Pitt.

Todas las pendejadas que hacemos en ciertas relaciones como perdonar/aceptar infidelidades, malos tratos desde insultos hasta los famosos golpeadores, excusas, mentiras, a veces he conocido gente que dice expresamente: "sé que no me quiere, pero igual me quedo mientras dure". ¡Son pendejadas!
Entre las cosas más estúpidas que he escuchado en mi vida está la de: "Si amas algo dejalo libre" Uno se pregunta, bueno, si de verdad lo amo, ¿cómo para que carajo lo dejo ir? Pero es cierto. No se refiere al hecho de mandarlo al demonio, sino de darle libertad. El amor no es ese apego loquísimo y disfuncional en la que tus capacidades mentales se reducen y entras en un estado de estupidez y falta de razón absoluta. El amor es libertad. Es poder dejar ir a alguien, de vacaciones, de retiro espiritual, de lo que sea, con toda la confianza de que va a regresar, no por lo que le das, no porque te pertenece sino porque quiere. Es aceptar que se necesitan espacios y distancias, que un "quiero estar solo" o "quiero irme un par de días a pensar" no siginifica quiero dejarte y no volver. Significa eso: QUIERO PENSAR SOLITO. Quiero estar conmigo. Casi nadie entiende esa parte de estar con uno mismo y sus ideas.

En conclusión, ese amor que nos hace hacer pendejadas, no es amor, es la necesidad de alguien por la causa que sea, porque lo idealizamos como genial, porque nos da algo que necesitamos desde sexo hasta compañía, porque cumple con ciertos requisitos que siempre buscamos, por lo que sea. El amor no es necesidad, es libertad. Cuando de verdad amas a alguien te sientes a gusto, libre, confiado, tranquilo. No te da miedo perderlo de pronto, no te asalta la idea de irte y huir de esa ansiedad constante de hacer las cosas bien para que no se vaya, no te da miedo que te deje. Y cuando piensas que podría pasar, tampoco sufres, porque sabes que si ese día llega será por algo y podrás encontrar de nuevo el camino. Planeas un futuro en vez de vivir día a día con la satisfacción de que al menos, sobreviviste 1 más. No te quedas esperando a que llegue el día fatídico en que todo acaba. Cuando de verdad hay amor las cosas brillan y empiezan a resolverse por sí solas, cuando sólo hay apego todo parece un reto o una amenaza y estar en constante lucha es agotador.

Sí, el apego es más divertido, y es difícil salirse de él porque es excitante y da esa sensación de que es imposible querer a alguien de la misma manera, que no se puede ser feliz con la misma intensidad. Pero no se trata de intensidad, si no de calidad.

A muchas personas mi vida les parece aburrida y monótona, pero no saben que hay detrás. Y además de todo, a veces lo que parece una vida aburrida y monótona, es en realidad la vida perfecta. Hay que tener pasión en la vida, yo no digo que no, pero pasión por lo que se hace, pasión por gusto, pasión por realizar algo, un sueño, una idea. No necesitamos un "mal necesario" mejor tener un bien innecesario que nunca sobra.
La vida es un eterno dejar ir, es imposible recibir algo si no se tienen las manos vacías. Hay que soltar la rama aunque no se tenga otra a la mano. A lo mejor se caen a un hoyo, pero Dios sabe qué podrían encontrar en el hoyo, que no quisieran salirse de él.