viernes, septiembre 07, 2012

I'm back baby!

Bueno, bueno, bueno. Ya que mi antiguo post ha causado furor y preocupancia extrema (sí, “preocupancia”), creo que es hora de contarles los últimos acontecimientos de mi intensa y extraordinaria vida.

Después de encontrarme como Roderick Usher tras la muerte de su hermana, me encontré con el mejor Doctor que pueda habitar este planeta, o sea con el Castor. Después de aquella bajada de montaña rusa en la que pensé si no sería buena idea aventarme del periférico, decidí por su consejo hacer trampa. Tal vez suene loco, pero caray, ¿porqué no confiar en la persona con la que planeas pasar el resto de tus días? Y que además, te conoce más que tu madre. Entonces me tomé una pastilla mágica. No. No era éxtasis, ni una tacha, ni un papelito sumergido en tiner, me tomé nada más y nada menos que un antidepresivo. Pues sí,  no es que una se enorgullezca de entrar en el azote de la depre, ni es algo que alguna vez me hubiera imaginado onda: “sí, muy bien, estoy tomando antidepresivos”. Me suena como discurso después del divorcio o del funeral. Aunque claro, igual que a Roderick, lo que me pasó es que lo de la Yaya no fue un ladrillo bajando por el esófago, fue como un gato hidráulico. Y además, había algunas otras piedritas que me estaba tragando y no me dejaban ser. Por lo que se me ocurre, con mi malísima pero muy educativa experiencia, darles unos consejos.

  1. Las cosas duelen. Decirle a la gente a ti mismo que todo está bien, no hace que dejen de doler. No finjas. Si duele, extérnalo como cuando te pegas en el dedo chiquito del pie o en el nervio del codo con un gran y sonoro: ¡CARAAAAAAAAAAJOOOOOOOOO!
  2. Llora. Viendo Titanic, en el funeral de tu perro o al ver un bebé. Si tienes ganas llora. De coraje, llora. De alegría, llora. Jamás lo retengas. ¡LLORA!
  3. Habla. Cuéntale a la gente qué te pasa, a tus amigos, a tu familia. No como diario matinal, simplemente para buscar consejo, ayuda. A veces te ayuda la persona más lejana y menos esperada, la Sra. de la limpieza. Hay cosas que no podemos hacer solos.
  4. Olvida las máscaras. Es fácil crece ry adoptar una personalidad camaleón, de modo que en la oficina seas el serio, en la fiesta el pedo y en la familia el responsable. No se trata de llegar a una boda en pants y decir: ¡así me visto y qué! Pero sí de decir así soy yo y qué. Yo juego, yo canto en el baño, yo bailo en el elevador, yo decoro mi lugar con plantas artificiales, yo no uso tacones… sólo ser auténtico te mantendrá en paz.
  5. No ocultes. Casi igual que las máscaras. No ocultes al familiar loco, al amigo imprudente o al novio posesivo. Todos tenemos defectos, nadie puede juzgarte por tus gustos o relaciones, por algo los escogiste a ellos o ellos te escogieron a ti. Di, orgullosamente, es mi amigo, está completamente loco y lo amo.
  6. Siempre mantén a la familia cerca. Los amigos, los compañeros de trabajo, la familia de la pareja siempre te pueden ayudar y hacer sentir bien si se lo proponen, pero hay momentos en la vida en que necesitas tocar base, volver a aquello seguro, y no hay más que la familia para sentirse a salvo.
  7. Ten miedo. Y extérnalo. Aguantarse el miedo, la angustia, la preocupación, por no afectar a los demás, por mantener la imagen de fuerte, por quedar bien; sólo hará que aquello que te asustaba, te de más miedo.
  8. Olvida el ego y se egoísta. Sí, al diablo los demás y su problemas porque yo tengo los míos. Los demás, llámense papás, pareja, hijos, perro, jefes… no se van a morir sin ti, sin tu oportuna intervención o sin tus sabias palabras. Ayuda cuando puedas, pero cuando la ayuda te rebase y empieces a decaer por ella, haz a un lado todo. Es ponerse la máscara de oxígeno uno, antes que al niño, para no ser inservible al quedar inconsciente.
  9. La vida es un malabar de pelotas: la familia, la pareja, los amigos, la salud, el dinero, el trabajo. Sólo el trabajo rebota, así que déjalo caer cuantas veces sea necesario, pero jamás dejes caer otra pelota por conservar el trabajo girando, porque esa pelota se romperá irremediablemente.
  10. Haz tiempo para ti. Millones de cosas y de gente demandarán tu tiempo y esfuerzo. Haz siempre un hueco para ti. Para tus hobbies, un libro, un video juego, una cerveza SOLO o un café con tu sombra, una película, escribir… cada vez que pienses en qué le hace falta a las demás personas piensa: ¿y a mí?
  11. Y finalmente, como han dicho por ahí: bebe, come, duerme, coge, ríe, baila, canta, sé feliz, haz todo aquello que te haga feliz como si la vida siempre pasar dentro del cuarto de baño que te da tanta confianza para ser libre. Es cierto que las cosas no salen siempre bien, pero eso no es razón para no divertirse y ser feliz.

La vida es corta aún cuando puedas vivir 80 años, hay que disfrutarla y cuando no se pueda por cualquier razón como me pasó a mí, hay que alzar la mano y decir: ¡hey! A mí ya no me parece tan fantástica y pedir ayuda. Nunca hay que pensar que las cosas son así de horribles y no queda de otra, que el trabajo apesta, que viajar es caro, que el tiempo no alcanza. No. Sólo hay que pedir ayuda cuando se necesita y siempre tirar cosas para aligerar la carga. Porque como decía en mis instrucciones […] el viaje es largo, cargar no te deja mirar hacia delante y además jode la espalda.

Y así, me despido con mi nueva y mejorada realidad, declarándome muy muy feliz y declarándome otra vez, Yo.