miércoles, diciembre 28, 2011

Cerrando...

Este año fue de lo más pinche. Tuvo sus cosas buenas, como el coche nuevo pero en realidad estuvo bastante crappy. Empezó del carajo con el declive de la Yaya que nos mantuvo medio año deseando que al creador lo partiera un rayo, y para ella debió ser unas 10 veces más horrible, lo que a mí me ponía 10 veces de peor ánimo. Finalmente se fue poco antes de mi cumpleaños y obviamente ese trágico evento consagró el 2011 como un año para tirar a la basura. Dadas las circunstancias no recuerdo mucho del primer semestre más allá de las visitas al Hospital, de las comidas en los caldos, en el Dumas, del estrés total, de la esperanza y la desesperanza que iban acorde al humor de los médicos y de su carita que de alguna manera lograba sonreír de vez en cuando.

 

La segunda parte del año no trajo mejores cosas. Empezamos a sobreponernos del trago amargo con la adquisición del coche, que trajo un montón de líos y de tranzas que resolvimos como los grandes, pero que nos dejó a la vez un muy mal sabor de boca en cuanto a este tipo de transacciones y sin ganas de volverlo a hacer pronto.

 

Después tuve ese altercado en la oficina porque mi jefe enloqueció y estuve un par de meses maldiciendo las mañanas por tener que ir a trabajar, después la cosa mejoró bastante y finalmente el terreno laboral se volvió a echar a perder hasta quedar como un chapoteadero, a gusto, pero sin posibilidad de echar la nadadita.

 

En este mismo ámbito todo colapsó en el trabajo del Castor, el abuso y el exceso de poder de quienes debían convertir un asunto en algo bueno, lo convirtieron en algo nefasto, tuvo –igual que el coche- sus cosas buenas, pero tampoco fue algo digno de admiración, no por parte de ellos, pero cabe destacar el logro de ella. Todo esto nos trajo problemas maritales, que logramos superar como siempre, pero que también se llevó entre las patas el buen sabor de algunas semanas en este terrible año.

 

Finalmente vinieron las fiestas, que esta vez no traían un aire de unión y felicidad como los años anteriores si no una nostalgia, una melancolía que se te hacía nudo en la garganta –y en el hígado- . Mucho estrés por definir dónde pasarlo, qué comer, sobrellevar a los que ya no estaban y los que habían decidido no estar, pasar muchas cosas “por primera vez” que no eran agradables y seguir definiendo qué con las fiestas, cuando tu espíritu quiere estar en un lado con unos pero te quedas en otro con otros. Los regalos muy bien, la familia también, pero por primera vez quiero que se acabe de una vez este asunto de las fiestas.

 

Conflictos, tristezas, mentadas, corajes, y malas experiencias me dejó este año. Definitivamente fue un año de pérdidas y de aprender a ser fuertes, o acordarse de que lo éramos. Ni modo, a veces pasa. Nunca había tenido un año así de malo y siempre hay una primera vez. Así que todo lo que le puedo sacar a este año de porquería es la esperanza de un 2012 increíble, lleno de sueños por cumplir, con sus respectivos instrumentos para cumplirlos. Así que 2011, me voy despidiendo con la satisfacción de no tener que volverte a ver jamás y la consigna de que te vayas mucho a la mierda.

 

2012, here we go! Con toda la actitud y mi casco de guerrero por si te quieres poner loco.

sábado, noviembre 19, 2011

Lo que ella me dejó

Un apellido, una palabra, o esa pasión de llevar cierta sangre que te hace excepcional. No mejor, sólo diferente. Ese sentimiento de pertenecer a un equipo que siempre lucha con todo y contra todo, saber que te han legado un espíritu fuerte que no se rinde ante nada, y que sueña. Que sueña con cambiar el mundo y conquistarlo, con ser invencible y de alguna manera, te acuestas en la cama un día y descubres que sí lo eres. Que eres casi perfecto, casi feliz. Porque perteneces a una familia que lo tiene todo, una familia con corazón, con ganas, con sabiduría y algo de locura, con un lado obscuro que lo hace todo más divertido, con una luz que te guía cuando te pierdes, con una unión que sabe navegar por el atlántico, volar desde cualquier parte y estar cuando se le necesita. No se lleva el Sardá en el nombre, se lleva en la sangre, se bebe, se come, se platica, se vive, se respira. Yo lo siento cada día y cada noche. Siento a los que se han ido como medallas de honor colgadas en el corazón, y vivo con los que estamos como mis compañeros en la batalla y mis amigos en la fiesta. Ser parte de esta familia es lo que me dejó la Yaya y no sólo se lo agradezco, se lo admiro.

 

Te extraño tanto que voy a volverme loca. Todavía espero que aparezcas en mi ventana con la tabla de damas chinas, todavía no me atrevo a borrar tu teléfono de la agenda, todavía espero escucharte diciendo: “hola mija que milagro”. Todavía. Y en algún momento te escucho, y me dices que no puedo estar triste, que estás bien y te siento por ahí cuidándome pero no logro entenderlo. Tal vez si fuera más religiosa sería más fácil. Pensaría que es algo que quiso dios y punto, pero hay cosas que simplemente no logro comprender -o aceptar-. Si hay algún lugar donde busque fuerza es en ti, y entonces se vuelve más complicado.

 

Sí, hubiera querido que te quedaras para siempre. Tener mi lugar seguro en tu casa para siempre, tus palabras sencillas y sabias y tu mirada cómplice para siempre. Hubiera querido que te quedaras para siempre. Ayer soñé que estabas bien, que hablabas bien y te decía: “mira Yaya, ya hasta recuperaste el acento”. El mejor fue mi cumpleaños, que soñé encontrándote al final del pasillo y me diste un abrazo, gracias por haber venido. Tuve que despertar pero desde ese día supe que siempre estarías cuando lo necesitara. Y por fin soñé contigo en lo que debe ser mi versión del cielo, una mesa de juegos entre un montón de nubes, yo creo que era la antesala más bien, espero que el cielo sea mucho más atractivo. Y por fin supe que estabas bien. No se me olvidará qué me dijiste: “siempre estamos” y desde entonces si te extraño sólo pienso en eso y de alguna manera me contento, porque efectivamente siempre estás. Yo sé.

 

El 5 de Junio el mundo dejó de sonreír por un momento. Otros dejamos un poco más. A unos cuantos meses de haber pasado el ladrillo por la garganta, pues no han sido muchos en realidad, sigo pensando lo feliz que fui cuando supe que por fin descansarías y no podría seguir más triste. Pero siempre te imagino jugando cartas con todos esos amigos que se te habían adelantado y que extrañabas, platicando con Juan, con alguno de tus padres y sobre todo nuevamente del brazo con el Habi, con sus chiles en el bolsillo, que si lo extrañabas tú el debe de haberte extrañado a rabiar.

 

Sí te extraño, si quisiera irme a comer unos moros con cristianos en la mesa de la cocina, llamarte y preguntar “no interrumpo la novela” y que me contestaras “no, hija” cuando en realidad sí que la interrumpía. Pasar por ti para invitarte a comer y que me esperaras ya en la puerta. O el abrazo de despedida a la hora de irse, ¿cuán valioso será un abrazo que venderías tu alma por uno más? Pero a pesar de todo esto, yo sé que estás mejor, y sí entiendo cómo funciona la vida. Donde quiera que estés, espero que seas más feliz que aquí, que disfrutes y que vuelvas a vivir, no sólo allá sino en cada uno de nosotros.

 

Allá donde estás te mando mi abrazo. Espero el tuyo en alguna de estas noches, que no sea miércoles porque hay jugada.

 

Feliz cumpleaños 88 Yaya, te adoro.

lunes, septiembre 05, 2011

Cuando llega el ¿amor?

A pesar de haberlo convertido en un refrito, este tema continua teniendo muchas vertientes para verlo desde perspectivas menos trilladas. Debe ser así, debe ser como la vida, ¿en qué momento puedes dejar de hablar de la vida? Tomando en cuenta que todo es diferente según el cristal con que se mira, siempre hay algo nuevo que contar.

Creo que a veces se genera una confusión con respecto a qué es o qué no es el amor, porque tenemos paradigmas, incluso propios al respecto de su definición. Por ejemplo, alguna vez pensé que el amor era romper precisamente paradigmas, y cuando no era posible romperlos, cuando era muy “normal” entonces para mí eso no era amor, y tenía que salir corriendo. Luego creé en mi mente mil y un variantes pero dentro de un mismo camino y si en el camino no se cumplían esas variantes, también me había equivocado. Algo que he aprendido –de mi- es que “según el sapo es la pedrada”, suelo crear una idea según la persona con la que estoy o con la que dejé de estar y así el amor va de bueno a malo, de excitante a aburrido y de agradable a insufrible. Así que aprendí que no puedo y por lo tanto no voy a definirlo, pero puedo seguir hablando de mis peripecias y devenires según mi experiencia del momento y sobre todo, no buscaré el amor. Es simple, hay algo que vivo y siento, eso puede o no ser amor, y a mi no me importa, lo que me importa es seguir viviendo eso, sea lo que sea. Porque lo único que sí siento el deber de seguir manteniendo como principio es que el “amor” está sobrevaluado. Yo no sé si busco el amor, no sé incluso si lo tengo, pero aquello que tengo es algo que no quisiera perder.

 

A veces pienso ¿y si me voy? Y me llama la atención esa vida de sexo y diversión sin límites que da la soltería, pero me doy cuenta que en realidad no lo deseo, que es algo como pensar: “si tuviera todo el dinero del mundo…” y me doy cuenta que estoy mucho más a gusto donde estoy. Lo importante es que siento la libertad de pensarlo, incluso de decirlo, porque en realidad, no quiero hacerlo, sólo me gusta fantasear.

 

A veces pienso ¿y si se va? Y me imagino en el sillón bebiendo cerveza sin oficio ni beneficio, y no me imagino con alguien más, y no me imagino en otra casa, y no me imagino siendo feliz ni haciendo todo eso que fantaseo.

 

“y no sé si es amor, pero parece que sí”. Porque no sé si caiga en ese rango. No es esa sensación que hablan de “me muero sin ti”, corro hasta quedarme sin aliento para verte, te veo y me suda hasta el pelo. Es algo tan pero tan diferente que se siente tan pero tan mejor. No me muero sin ti, es sólo que no me gustaría vivir sin ti, no te persigo, porque tenemos el don de siempre ponernos de acuerdo, no me obsesiono ni me presiono, me relajo, estoy tranquila, respiro, soy feliz. No me haces falta para respirar, es sólo que lo hago mejor contigo. No sé que sea, no se si podría ser feliz sin ella, es sólo que no quiero, después de 3 años, no quiero ni imaginarme qué sería estar sin ella, después de 3 años una pijama basta para hacerme feliz y un gorrito basta para hacerla feliz, y aún así, nos esforzamos.

 

Siempre busqué hacer de mi vida una aventura al lado de alguien como Indiana Jones y con una casa en medio de los rápidos, pero me encontré con un relajado Panda que me sentó a comer bambú en una casa del bosque. Y no hizo de mi vida una aventura, sino que la puso en blanco y la empezó a llenar de muchas conmigo. Y yo no sé que sea lo que me mantiene a su lado, esas ganas de no separarme jamás, sólo sé que tengo justo lo que necesito y es justo lo que nunca busqué.

 

No creo que sea amor, esto es algo mucho más interesante, más involucrado, menos egoísta, menos trillado, más duradero, esto es algo más como “we belong”. O mejor aun “we fit” que es mucho más difícil de encontrar.

 

God, I am lucky! I adore u.

 

miércoles, agosto 24, 2011

Yo soy única

En la oficina me pidieron que dijera ante una cámara porqué soy única según yo. En ese momento no se me ocurrió nada, y después de pensarlo mucho me vino esto:

 

  • Porque creo que la vida más que ganas necesita pasión.
  • Porque creo que nada es imposible si te atreves.
  • Porque creo que soñar, también es trabajar en tus objetivos.
  • Porque me encanta trabajar en las causas perdidas.
  • Porque creo que es más grave la contaminación por ruido que la polución.
  • Porque siempre quiero estar en otro lugar haciendo otra cosa.
  • Porque mi mente trabaja de un modo tan extraño que ni yo puedo explicarlo.
  • Porque al menos una vez al mes me pregunto qué es esto de la vida, el amor y otros demonios.
  • Porque siempre imagino escenas violentas cuando me enojo pero jamás me he peleado con alguien.
  • Porque parezco más un personaje de caricatura que una persona.
  • Porque puedo pasar más de una hora, sin hacer nada, sólo pensando en mis ideas.
  • Porque todos los días me pongo el objetivo de cambiar al mundo con una idea brillante. Pero no se me ocurre nada.
  • Porque creo en lo que, y en los que nadie confía.
  • Porque actúo como un limón despelucado, sólo me sale jugo después de mucho exprimir.
  • Porque mientras más tengo que hacer, más pierdo el tiempo.
  • Porque creo más en lo que puede aportar una persona mayor hoy que un niño en el futuro.
  • Porque siempre me ven la cara por buena gente, pero me es imposible dejar de serlo.
  • Porque no soy perfecta, pero uno que otro día me gusta pensar que sí.
  • Porque trato bien a los que no lo hacen conmigo, y luego me odio por eso.
  • Porque en definitiva me falta un tornillo, y me desilusionaría mucho encontrarlo.
  • Porque cada vez que digo "no importa" la realidad es que me importa y mucho.
  • Porque busco la felicidad en muchas cosas pero en realidad soy feliz con lo más sencillo, como los juguetes.
  • Porque para mí es más importante la libertad que el amor.

 

¿Se les ocurre algo más? =)

martes, agosto 16, 2011

Señales

Este día las “señales” sí que han estado duras y directas. Hay quienes afirman que no existen y otros que viven por ellas, yo pienso que sí existen señales pero hay que ser inteligentes para saber a dónde te llevan. No puedes interpretar las cosas como te convenga, si fuera así, podría pensar que encontrarme una moneda de 10cts en la calle significa que me ganaré el melate y entonces voy y renuncio a mi trabajo. No. La vida sí tiene señales, son la ayuda del titiritero para que no te salgas del camino, y a veces aún así te sales. Dicen que la vida te da 2 oportunidades para evitar una catástrofe y la tercera es un chingadazo. Por ejemplo, que siempre manejes a toda velocidad. Tendrás 2 accidentes pequeños y luego una catastrófico, para que aprendas que no debes manejar así, o tal vez, que manejar no es para ti.

 

Bueno, es difícil hablar de esto porque humildemente opino que cada quien hace su camino, su destino, y es producto de sus decisiones, nada está prefabricado. Entonces más allá de tener las cosas que son para ti, consigues todo aquello que quieres para ti. Ahora sí, ya establecido el objetivo sí creo que la vida te ayuda a llegar a él. Algo así como los papás cuando tienes 4 años: “ya sé que quieres alcanzar las galletas, te voy a dejar un banquito cerca, y las galletas a la vista, pero no las bajaré para ti”. O siguiendo la analogía del accidente, cuando te dicen: “el enchufe no porque es peligroso” y ahí vas, tal vez recibas un regaño la primera vez, una nalgada la segunda, hasta que metes el dedo y te medio matas, entonces no vuelves a meter los dedotes en el enchufe. Creo que así funciona la vida, no te puede quitar los enchufes del camino, no te pueden quitar todos los topes para que no te des en la madre, “así es la vida” pero si te puede ayudar, de alguna manera, a que no la cagues todo el tiempo.

 

Ahora, ¿Cómo funciona esto de las señales? Yo les hago caso, pero no siempre sé interpretarlas. Hoy todo empezó con lo que soñé, siguió -como es muy frecuente- con una canción, se ha establecido con una sensación y un pensamiento constante. ¿Qué puedo hacer? Por lo pronto, sólo deseé que estuviera bien y esto no fuera uno de esos bad feelings, hecho esto me siento más tranquila, porque sí, los deseos se cumplen. Pero no dejo de tener esta jiribilla como si estuviera cerca, muy cerca de mí. Y no sé si esperar para voltear y encontrarnos o es que la señal es para que vaya en su busca. La vida creo, podría tomar un cursito de comunicación. Veremos.

 

lunes, julio 11, 2011

Y pronto no será

Cada vez escribo menos. Finalmente me atrapo el sistema de la seguridad y los proxys, que me dificultan un poco la tarea de publicar cosas. A veces las escribo, pero se quedan en algún archivo olvidado o en el correo sin salir nunca a la luz. Es que a veces también, esas cosas guardadas con el tiempo dejan de tener sentido.

Hace 1 mes que la razón por la que no escribo es otra. Hace un mes pasó algo y por más que intento sentarme frente a la computadora y escribir, me sale una palabra seguida de una lágrima y tengo que parar. No puedo escribir algo antes que escriba eso, antes que escriba de ella y no soy capaz todavía de escribir de ella, menos de hablar. Así que tendré que seguir intentándolo frase tras frase, hasta acabar un día lo que quiero decir, que ya lo sabe, pero que yo no encuentro forma de sacar.

He escrito muchos cuentos acerca de qué significa el amor y que significa olvidar. Es hasta ahora que lo entiendo todo, de ida y vuelta. Y entiendo que ni se olvida ni se deja de querer, si se quiso bien. Y se extraña toda la vida.

Mi patología literaria es solamente el resultado de que aquí se quiso mucho y muy bien. No es que no vea la luz, es que no me alumbro. Todavía.

lunes, mayo 30, 2011

La Yaya se va

La Yaya se va, se va y no termina de irse. ¿Si lo deseo? Sí, lo deseo. No soy una insensible, más bien veo a una persona, de las mejores que he conocido en mi vida, apagarse como una velita y de la peor manera, sufriendo, con angustia, y al parecer con algo aún pendiente. Sí deseo que se vaya, que esté tranquila, que vuelva a encontrar paz, que encuentre a mi abuelo si mis creencias en “la otra vida” resultan ser ciertas, que vuelva a estar bien, aunque eso implique que no esté con nosotros.

 

Estoy muy molesta. Creo que no se termina de ir porque hay demasiados conflictos en la familia, debe saber que una vez solos nos distanciaremos, que sus hijos no volverán a hablarse entre sí, que el que está lejos no volverá, que no habrá más navidades Sardá porque cada uno está tan absorto en lo suyo, cada uno tiene tantas ganas de demostrarle al otro que no lo necesita, que en vez de aprovechar esta oportunidad para unirse, arreglarlo todo y salir adelante, nada más están esperando la partida como si le abrieran la puerta a un preso.

 

Me da mucho coraje que no entiendan (los que no lo hacen) que lo hizo lo mejor que pudo. Nadie nace sabiendo, ¿Cómo ser el mejor padre? ¿Cómo ser el mejor hijo? ¿Cómo ser el mejor hermano? No sabemos, vamos aprendiendo en el camino y todos lo hacemos lo mejor que podemos. Aprendemos afuera, aprendemos con los demás, aprendemos en un tiempo determinado, y a veces eso que aprendemos no es lo mejor para llevar a cabo, pero no conocemos otra cosa. Yo siempre pensé que cuando tuviera hijos sería un barco, que les dejaría tener todo y hacer lo que quisieran, que entendería todo lo que dijeran y sabría qué pensaban, porque siempre iba a ser cool. Ahora que ya estoy en posición de tener un hijo, pienso que seré todo lo contrario. No entiendo a los niños de 15 años y pienso que son unos escuincles, no sé de qué hablan, porqué se comportan como lo hacen ni cómo ponerles un alto. Sólo se me ocurre educarlos como me educaron a mí, con algo de cosecha mía para mejorar el sistema, y no sé si para ellos será suficiente, pero desde ahora, antes de tenerlos, es lo mejor que se me ocurre hacer.

 

No logro entender cómo alguien puede vivir lleno de rencor y de mala actitud. Cosas malas pasan toda la vida, es inevitable. Lo que te hace grande es cómo reaccionas ante la adversidad. Una mala actitud siempre te dejará amargado. Si pasó algo que no te gustó, díselo y perdónala, lo hizo lo mejor que pudo, y seguro también te perdonó muchas cosas. Si piensas que es personal, déjalo ir, muchísimas veces actuamos inconscientemente, y eso nunca puede ser personal. Al final, quien hizo algo malo en el pasado no puede repararlo en el presente. ¿Qué puedes reparar? Tu reacción. Tu actitud. “No me gustó, pero ya pasó, ya lo superé y sigo mi camino. ¿Necesitas que la persona se vaya para seguir tu camino? No. Necesitas entender que tus problemas no son suyos, y si no has seguido tu camino es porque no te ha dado la gana. ¿Quieres seguir tu camino? Anda y ve. Una persona en una cama que no puede ni respirar difícilmente va a impedírtelo. Sé que cada quien vive una crisis como puede y también lo voy a respetar, sólo espero que un gran faro de alógeno los ilumine.

 

En fin, yo también dejo ir. Y lo importante aquí es que estoy poniendo todo mi empeño en dejar ir a la Yaya, debe irse, no tiene porqué sufrir, al final a pesar del conflicto todo va a estar bien. Creó buenas personas, diferentes y especiales que están en buena posición en la vida, que no están solas y que nunca les faltará nada porque siempre tendrán ayuda y siempre han tenido la cabeza para salir adelante. No están solos, son felices y los problemas que tienen no son culpa suya ni podría aún estando sana, remediarlos. Las cosas se acomodan y todo se acomodará como deba, ahora, a su partida o después.

 

Lo importante es ella, en esta parte de la película es la protagonista y como en un final de temporada no quiero despegarle los ojos de encima. Quiero hacerle ver que todo va a estar bien, que puede irse si quiere, si lo necesita y que creo que debe hacerlo.

 

Tengo la idea fija que mi abuelo vendrá por ella, no he visto al Abi aún por lo que sé que aún no se irá, pero lo estoy buscando porque también él debe ponerse las pilas.

 

Ojalá los demás entiendan que esta vez no se trata de ellos, ojalá sean lo suficientemente egoístas para al menos hacerlo por ellos, perdonar para sentirse libres, para estar tranquilos, para no cargar con tanta estupidez, ojalá al menos lo hagan por ellos para que la dejen ir, y ella por fin se pueda ir en paz. Ojalá le pueda hacer ver a ella que no pasa nada, que no debe nada, que no deja nada pendiente, que no deja nada inconcluso y que ellos por fin, lo han entendido todo.

 

Yaya, ojalá que pronto dejes de sufrir y puedas irte en paz. Con toda la fuerza de mi alma espero poder guiarte a ese camino, como siempre, lo mejor que pueda. Por mi lado todo está perfectamente bien, fuiste una GRAN Yaya y espero sacar una de las tantas virtudes que tienes. Deseo con todas mis fuerzas que encuentres la paz.

 

Si los dioses pueden escuchar tus pensamientos, deben poder meterse a Internet, ojalá lean esto y la ayuden también a encontrar la libertad.

martes, marzo 29, 2011

Sólo pienso en ti



Ya me había tardado en subir esto. Hace tiempo que una canción no me cambiaba tanto el humor. Casi siempre asociamos las canciones con la vida amorosa, al menos yo lo hago. Dedico, incluso compongo canciones siempre para la pareja, las mejores son las de break up, pueden pasar años y el oldies but goodies te indica enseguida el soundtrack de un rompimiento y casi, hasta cómo sucedió. Como por ejemplo; Una Confusión de LU, Hasta que me olvides de Luis Miguel, la infalible Me cuesta tanto olvidarte de Mecano y a veces una tipo Por tu maldito amor con el Chente. La diferencia es que ahora te causa gracia.
También están las canciones de comoamomifelicidad, nadieesmejorquemibombón y todo eso. Son más frescas, provocan una sonrisa y lo que llamo ahora un síndrome de extrañamiento. Como Sólo pienso en ti de Bosé, Lo mejor de mi vida eres tú de Ricky Martin, Nadie como tú de Presuntos… y alguna otra melosidad como  Te amaré o la clásica Te quiero de los Hombres G. Incluso unas raras como para decir, “hey, te quiero tanto que duele” como Lucha de Gigantes. Que buena… y en mis tonterías para hacer tu risa estallar. Que también aplica para uno mismo.

En fin, que hay de todo y para todos, pero las canciones no siempre se tratan de amor, ni de una pareja. Como en la prepa que nuestro soundtrack era Viviendo de noche y Forever young; rolas que hacen que me acuerde irremediablemente de mis amigos y de nadie más. O los Timbiriche con No sé si es amor, que me recuerda a mi hermano, y no por alguna razón incestuosa u otra tontería de esas, sino porque la escuchábamos mucho en el coche y de pronto se quedó como una especie de himno secreto después de que yo grité como poseída “¡que padre es ser joven!” y aquel se hizo pipí de la risa. O la famosa Procura que antes bailábamos en cualquier fiesta desde que nos encantó en ese viaje a Cuautla por el cumpleaños de Rebeca. O Partisano que me recuerda a Carlos porque siempre la ponía en los viajes y creo que el es un claro ejemplo de un partisano.

Y ahora sí vamos al punto. Creo que cuando escuchamos una canción de amor, o mejor aún, una canción que relata una historia de amor jamás se nos ocurriría pensar en alguien que no sea la pareja, pero a veces el trasfondo puede ser tan profundo que esa canción en particular te haga pensar en la persona más rara, como alguien de la familia, como tu mamá o tu abuela.

Esta canción me hace pensar en la Yaya. ¿Qué tiene que ver? Nada. La canción fue compuesta por Victor Manuel, un artista de protesta que surgió por ahí de la guerra civil española, situación que me hace pensar claramente en la Yaya. La historia de la canción no podría tener menos que ver con la Yaya y conmigo, pero esa parte de: Mmm… sólo pienso en ti… me hace recordarla. La canción la descubrí no hace mucho tiempo, justo cuando nos dieron un susto de muerte (literal) y pensé que me tenía que despedir de ella. Así que manejé tranquilamente en el coche pensando lo de siempre, que tenía que estar tranquila porque ella estaría mejor, porque no le gustaría verme mal, y mientras manejaba y usaba un kleenex, otro kleenex y pensaba todo eso, sólo iba repitiendo esa canción. Mmm… solo pienso en ti, juntos de la mano se les ve por el jardín… no puede haber nadie en este mundo tan feliz, hey sólo pienso en ti.

Creo que me la recuerda porque pienso en eso, en que siempre puedo pensar en ella, acordarme con un artista de su tierra que los momentos más felices y mágicos de mi vida -sobre todo en la infancia, me los ha dado ella y después que todo pase, podré pensar y cantar: sólo pienso en ti. Y cuando se presente ese día triste, trataré de estar tranquila y tal vez ese día cambie la canción por Un charquito de estrellas, hablaré con ella y le diré que no tiene nada de qué preocuparse, porque esta noche hay miles de estrellas y una mágica y radiante luna llena.

viernes, marzo 18, 2011

Tiempo

Lo que más caracteriza el paso del tiempo son las cosas que pasan a tu alrededor. A veces se te olvida que estás creciendo, el tiempo pasa y las cosas cambian, pero cuando de pronto dices: “ah, ya no existen las palelocas” es cuando una campanita te recuerda que has avanzado lo suficiente para dejar muchas cosas atrás, quieras o no.

De niños, asistimos a fiestas infantiles, nos gustan los payasos, los magos y nunca nos damos cuenta cuando se acaba. Puedo apostar que nadie sabe cual fue la última fiesta infantil a la que asistió, o qué edad tenía. De adolescentes viene la época de los 15 años. Ves por primera vez a tus amigos de traje y a las niñas con el primer vestido de noche, tal vez el primer escote, tal vez los primeros tacones, y claro, los primeros tragos. Al menos así era en “mis tiempos”, porque a pesar de ser una persona realmente joven, mis tiempos ya no son los mismos de ahora. A los 20’s empiezan las graduaciones, y hay una época bastante larga de estas fiestas, luego sin darnos cuenta asistimos a la primera boda. No recuerdo cuál fue la primera boda a la que asistí de alguno de mis amigos, probablemente fue la de Miriam, todavía en la universidad, pero me acuerdo que pensé, que era el comienzo de esa etapa. La etapa en la que los caminos se empiezan a dividir, las nuevas familias se forman y te conviertes definitivamente en un adulto. No obstante quedan aún varias etapas que vivir, yo ya entré también a la onda de los bautizos, y me hace sentirme más grande de lo que soy, pero feliz, porque puedo acompañar a mis amigos y mi familia en esos eventos increíbles, puedo compartir su felicidad.

El detalle aquí es que también hay etapas malas en la vida. Y no me refiero a reprobar un examen o ser despedido del trabajo. Me refiero a esa etapa que nunca ves venir y de repente se aparece, como un fantasma en la noche o un ratón en el restaurante. Más tarde o más temprano llegamos a la etapa de despedirnos de la gente que queremos. En el mejor de los casos es porque hacen su vida en otro lugar, porque la nueva vida no les permite seguir el contacto o por cualquier otra razón terrenal. En el peor de los casos la gente se nos empieza a morir.

Nunca había tenido que decirle adiós a nadie. Mi abuelo materno falleció cuando tenía 3 años. No podía entender eso y ni le dije adiós no me dolió lo suficiente. 5 o 6 años después hice un drama porque mi abuelo no estaba pero nunca entenderemos porqué pasó eso. Además, antes de hacer mi drama, yo veía a mi abuelo, sí, lo veía y a mi mamá y mi abuela se les crispaban los pelos, pero yo lo veía y no podía extrañarlo tanto. Mi abuela paterna falleció cuando tenía 11 años, además que no nos llevábamos muy bien, la relación no era cercana y yo seguía sin entender bien las cosas. Se me encogía el corazón un poco cuando veía un pollo de espuma que me había regalado, entonces platicaba con ella donde estuviera y se acababa el sentimiento. Las últimas veces que me sentí trapo fue cuando mi hermano se fue y cuando terminé una relación en la que había basado mis planes de los futuros 50 años, entonces lloré todo lo que no le había llorado al Abi, la abuela y los seres queridos de todo el mundo. Pero seguimos en el entendido que esas personas seguían por acá, y yo seguía sin despedirme –realmente- de nadie.

Cuando era un poco más joven, digamos unos 8 años atrás, mi mamá un día me dijo –porque yo siempre me quejo de las cosas malas que pasan- que Dios no te mandaba más allá de lo que pudieras soportar. Entonces yo muy inteligente, le decía: “Dios, no me quites a ninguno de mis seres queridos, porque ahora no lo puedo soportar.” Y la verdad es que no lo hizo.
Ha llegado la hora de despedirme de la Yaya, la cosa está mal a tal punto que prefiero que se “vaya” y “descanse” a que siga en ese constante dolor y hartazgo que tiene. Es difícil, te remuerde la conciencia las veces que dijiste “no puedo ir a comer” y sí podías pero tenías flojera. O las veces que dijiste: “ahora le llamo” pero se te pasó. Son tonterías, pero al final –final- son detalles que se te atoran. Cuando tienes tiempo como yo, aprovechas para decirle las cosas que nunca has dicho. “Eres la mejor Yaya del mundo”, “Te quiero mucho”, “Siempre estuviste ahí para mi” y mientras más tiempo pasa más te haces a la idea y como que lo digieres mejor. Aunque a la mera hora te ataque el espíritu de Libertad Lamarque y termines como Magdalena. Es lógico.

Todo esto me llevó a pensar las cosas malas que a partir de ahora tendré que enfrentar. O mejor dicho las cosas tristes. Me puse a pensar que si mi mamá vive lo mismo que la Yaya, sólo me quedan 20 años con ella, y se me hizo muy poco, demasiado poco. Y ahora siento constantemente el acecho del último día y quiero hacer todo a la vez. Está mal, pero esa es la sensación que se me quedó. Empecé a pensar que mi papá ya una vez nos dio un susto, que no se cuida y que tal vez no tenga con él los 20 años que con mi mamá, y tuve que hablar de cosas incomodas, de testamentos, de pensiones, tuve que tomar el control de las cosas para cuando ya no estén, porque me di cuenta, después de 28 años, que un día no van a estar.

También me di cuenta que entre la nueva etapa de divorcios y pensione alimenticias, entré a la etapa de cuidar a los grandes. Ahora mis papás, mis tíos y la Yaya no son los que me cuidan, ahora yo hago cosas por ellos, ahora yo presto el coche, ahora yo pago esto o el otro, ahora yo voy de visita y hablo con el médico y arreglo papeles y explico cosas. Esa es la nueva etapa, nos volvemos grandes, a cargo de nuestros grandes y en algún momento a cargo de nuestros chicos.  Así es la vida, pero en el momento de transición cae un poco pesado.

Mis amigos están en las mismas. Todo este delirio de escribir las etapas surgió porque no soy la única que se ha pasado los últimos meses en el hospital y sé que todos andamos en las mismas nos guste o no. Pero no estamos solos, y estas cosas sirven para darnos cuenta de ello y también para ponernos las pilas y no quedarnos con culpas y “hubieras” antes que esos grandes personajes se retiren de la pantalla. El ying yang siempre tiene razón, siempre puedes sacar algo bueno de lo malo.

Ayer me hizo el día el hecho que la persona menos esperada me ofreciera un oído y un hombro, así que en mi situación, con esta experiencia ofrezco lo mismo para quien lo necesite. A veces una chela y un silencio cómplice lo arreglan todo.


martes, marzo 08, 2011

...

La palabra “imposible” es fuerte y a mi manera de ver retadora. Imposible significa que las circunstancias no pueden acomodarse para que algo suceda y a la vez, creo que te reta a que las acomodes. Cada vez que yo escucho “imposible” lo primero que pienso es: “¿cómo chingaos no?” aunque no tenga idea de cómo lograr aquella cosa tan increíblemente difícil, que resulta “imposible”.

Sin embargo nuestro extenso vocabulario nos arroja un sinónimo que no provoca un reto, que no saca lo mejor de ti, que es más bien triste, que es “irremediable”. Irremediable me lleva a imaginar a una persona de pie, escuchando tal palabra y sentándose pesadamente mientras piensa: “no puede ser”. Irremediable no significa que hay que hacer algo extraordinario para lograr el objetivo, significa que no hay solución. Irremediable es como el final del último esfuerzo. Irremediable suena a que sin importar cuanto empeño le pongas ya no se puede hacer más. Es triste y decepcionante.

Mi mamá suele decir: “enero y febrero desviejadero” cuya explicación radica en que al ser meses de mucho frío suelen llevarse consigo a la gente mayor. Ahora mismo estamos en ese enclave de tiempo y yo pienso: “¿tendrá razón mi mamá?” Me gustaría que no. También pienso que sería lo mejor para la Yaya, y aunque en su momento me odiaré por ello, creo que el final de aquel refrán es lo que más desea y lo que deberíamos desear. Tiene todo el derecho.

No es justo que alguien viva una vida plena, en pleno uso de sus facultades, en plena independencia de sí, y de un día para otro lo pierdas todo. No es justo que pudiendo irte de pie te apagues como una velita y en la recta final en vez de pasarlo increíble, en vez de aprovechar lo que queda e irte con una sonrisa, con el buen sabor, te vayas sufriendo y seguramente preguntándote “¿porqué a mí?” En mi nula vida religiosa sólo me queda pensar como piensa ella, que los torcidos caminos del señor son tan torcidos como sabios. Pensar que es decisión de ese ser superior y no mía ni de nadie. Pensar que de alguna manera todo esto es para mejorar.

Una vez más el amor me salva de una lloradera atroz. Sé que quiero que esté bien y en este mundo terrenal no lo está. Sin saber qué hay del “otro lado” me atrevo a pensar que tiene que ser mejor que el lado que está viviendo ahora. Y volviendo al amor, finalmente regresará con mi abuelo. Con aquel hombre amado por todos pero más por ella, con aquel a quien le plantó una rosa después de 10 años de muerto, con aquel a quien le es imposible recordar sin que se le haga un nudo en la garganta, con aquel que junto con ella me hicieron conocer la mejor historia de amor real y de carne y hueso que me gustaría vivir. Será que mi abuelo se cansó de esperar, será que también ya la extraña demasiado, será que es hora de que estén juntos de nuevo, no para bien, sino para mejor.

miércoles, enero 12, 2011

Días

Hoy amanecí con buena actitud. Quizás porqué domrí de más y llegué tarde, o simplemente porque hoy amaneció más nublado, con más frío y con más pinta de octubre que de enero. Y a mí me gustan mucho los días de octubre.

Hace un frío que pela. En mi lugar siento los dedos de los pies entumiéndose poco a poco, y a pesar de estar dentro y no fuera, a pesar de traer un abrigo además de un sweater, me muero de frío. Este frío, mi gripa intermitente y el olor a humedad me recuerdan los días de la primaria, en los que a veces no nos dejaban salir a recreo porque hacía demasiado frío. Aunque se empeñen en separar la educación de la protección, las escuelas siempre terminan haciendola un poco de padres, y si llovía o hacía mucho frío no había recreo "afuera".
Esos días la "cooperativa" se repartía los productos entre los salones, el olor a jitomate aguado de todos los sandwiches se hacía presente y el salón terminaba en un regadero de comida, agua y refresco que alargaba el recreo al menos 10min. muy apreciados en ese entonces. Y es que esas bancas siempre estuvieron mal hechas. Tenían una pendiente en vez de ser planas como una mesa normal y un cajón de "pupitre" que para abrirlo, debías levantar toda la cubierta. Eso en el frenesí de jugar "las trais" en un espacio cerrado de unos 40m2 provocaba cualquier cantidad de derramamiento de cosas. Sin contar las veces que dejabas algo encima de la banca, y poco a poco se iba resbalando hasta caerse sin que te dieras cuenta.

Eran buenos tiempos, diferentes a los buenos tiempos de la prepa cuando todo es nuevo y vives como Dare Devil. Los tiempos de la primaria eran tiempos en que a las 2:00 de la tarde eras libre y aún así la tarde no te era suficiente. Las vacaciones duraban tanto que llegabas a aburrirte y deseabas volver a la escuela para ver a tus comapñeros, pero de todos modos el primer día de clases no querías despertar y renegabas por tener que volver al sistema. Eran tiempos de regresar a tu casa con el olor a comida recién hecha, de canjear tareas por tiempo en la T.V. y calificaciones por premios o dinero. Eran tiempos de regalar cosas que habáis hecho en el taller de manualidades en vez de comprarlas, y de hacer coraje si tu madre o tu abuela no ponían el horrendo bote de basura con la foto de las flores mal pegada y el contorno de encaje, en uso. Eran en resumen buenos tiempos.

Y los tiempos de hoy son buenos también, sólo que diferentes. Incluso regresar a la primaria hoy día sería diferente y definitivamente no se parecería ni un poco a lo que nos tocó vivir. Hoy creo que lo único que cambiaría es que las cosas que de verdad no importan me importaran menos. Me gustaría vivir menos estresada por que se va a acabar el gas, o se me olvidó pagar la tarjeta a tiempo. Que no me importara si tengo el mismo abrigo de hace 10 años o compro uno nuevo cada año. Pero al final supongo que son cosas de la misma vida. Sin ambiciones, sin obligaciones, sin un sistema tal vz nos volveríamos locos, y todo sería muy aburrido sin algo que perseguir.

Eso sí, días como hoy no impiden que me acuerde de esos días y sienta un poquito más de felicidad. Y frío.