viernes, octubre 01, 2021

¿Con qué derecho?

¿Y tú con qué derecho vienes a cambiarme los planes? A romper mi calma y a alborotar las olas de mi ya tormentosa existencia. Con qué derecho entras sin avisar y por la puerta trasera para que no me de cuenta cuando ya estás ahí. Tú con qué derecho balanceas mi equilibrio y me lanzas por la cuesta a toda velocidad, cuando apenas estaba recuperándome de la última caída. Con qué derecho te metes en mi vida y me llenas los ojos de luces y la boca de risas, porqué crees que puedes, sin permiso, llenarme las piernas de pasos y el estómago de ti, porqué me avientas de la cornisa sabiendo que la única red de protección que tengo son tus brazos. Con qué derecho me miras así, de reojo, mientras duermo y no dices nada sabiendo que con esa mirada me estás diciendo todo, con qué derecho me robas un beso sólo para engancharme a la droga de tu boca, porqué me hablas de esa forma, y sigues cada palabra con una caricia que me desmorona, con qué derecho me tocas como si fuera una obra de arte para que yo me lo crea y no quiera que me toque nadie más. Con qué derecho llegas, y te enganchas de mi hígado sólo para que me pueda doler cuando te vas, y te necesite cuando no estás. Con qué derecho causas esta explosión que me zumba los oídos, me nubla la vista, me revuelve la mente y me impide la respiración, sólo para terminar siendo este ser que no sabe lo que es, ni donde está, ni sabe a dónde ir, con qué derecho me hundes en esta confusión de quererte sin tocarte y de necesitarte sin quererte, ¿quién te dio permiso de meterte en mis entrañas? ¿quién te dijo que podías venir e invocar en mi casa al demonio del cariño? No tenías derecho, no tenías derecho a deslumbrarme con ese fuego interno que me estalla las vísceras, no tenías derecho a despertar lo que yo había creído asesinado. ¿Por qué yo?  ¿Por qué carajos yo? porqué me escogiste a mí para llevar un plan tan macabro como enamorarme de ti. Con qué derecho apareciste, de la nada, a demostrarme que la cordura no puede ser para siempre. Para mí ya es muy tarde, pero para ti tengo una sola advertencia; no te enamores de mí, porque no voy a tenerte compasión.