miércoles, noviembre 27, 2019

Del suicidio y otros demonios


Este tema es dificilísimo. Es escabroso, dramático, escalofriante y hasta religioso. Una vez tuve una terapeuta, y dejé de ir con ella porque me dijo que no atendía a suicidas. Que le daban pereza, me dijo literalmente: “ay no, si te quieres suicidar suicídate y ya, que flojera.” Pensé que era la persona con menos ética que había conocido en mi vida. Pensé que era como si un cardiólogo te dijera “ay no, cirugías aórticas no, que flojera.” Pues chingada madre, ¿entonces para qué te dedicas a esto? ¿crees que los pacientes son frutas? ¿qué tienes chance de escoger? Mandé al diablo a la maldita y se ofendió muchísimo. Me dijo que no lo entendía y que no lo había dicho con esa intención. ¿Con qué intención me pregunto yo? Más bien se refería a que no pensaba que me fuera afectar tal argumento, nunca pensó que la persona a la que se lo estaba diciendo tenía unos meses de haber asistido a un funeral por suicidio. Su intención fue no cagarla, pero la había cagado en grande.

Y aquí es donde viene el argumento de este post. PIENSA ANTES DE HABLAR. Los suicidas son n grupo muy difícil de entender. Hay que tener mucho huevos para jalarle al gatillo o aventarte al metro, pero también hay que tenerlos bien puestos para afrontar la situación que estés viviendo y que te lleva a pensar en pegarte un tiro. El instinto de supervivencia es muy cabrón. No es fácil ponerte una pistola en la cabeza y que esa sea tu última decisión en la vida, seguramente ni siquiera lo piensas. Seguramente piensas “por el siguiente segundo todos mis problemas desaparecerán”, “a partir del siguiente segundo no me voy a sentir como la mierda”, “en el siguiente instante pasará cualquier cosa menos la porquería que estoy viviendo”, sea cual sea. Y no piensas que ese instante, ese momento, ese segundo, en realidad es el último. Hay gente que se arrepiente, pero es difícil arrepentirse si te volaste los sesos y si estas hecho cagada en dirección Tacubaya.

Los invito, de verdad los conmino a que sean conscientes de los signos de alarma. Que no digan pendejadas y sobre todo que no juzguen. Si alguien les dice derecho, “estoy pensando en suicidarme” no le digan a bocajarro “no digas pendejadas” o “pinche cobarde”, díganle lo que tiene que oír. Si se los está diciendo es porque busca alguien que se lo impida, porque busca un silver lining y decirle que es un imbécil no es un rayo de luz en ningún  universo.
La depresión, la ansiedad, los problemas mentales que nos aquejan hoy y que según las noticias “se han puesto de moda” son reales, lo que pasa que no se les da la importancia adecuada. Puedes pedir una incapacidad porque te esquinzaste el pie jugando football pero no puedes pedir una incapacidad porque tu depresión no te permite pararte de la cama, cuando en realidad puede ser mucho más difícil levantarte de la segunda que de la primera. Cuando hablen con alguien, que dice muchas locuras o incoherencias, deténganse, piensen y dejen ir, antes de decir la siguiente lista de estupideces que en vez de salvar conducirían a cualquiera al desastre.

Es que no tengo hambre. - ¡Pero tienes que comer!
¡Ah claro! ¡Seas mamón! Es que yo andaba ahí como borracha pensando que podía hacerle al faquir y volver a entrar en la talla 3, pero ya que viniste tú con tu sabiduría inefable y me dijiste que TENGO que comer, se me abrió el mundo y ¡pum we’! se hizo el hambre. Porque el apetito se me había ido por olvidadiza, por el Alzheimer, por pendeja pues, pero ya que me recordaste que TENGO que comer, pues asunto arreglado, un pozole grande, dos gorditas de chicharrón, 3 tacos de cochinita y 2 cocas. Gracias. Gracias por recordarme que TENGO que comer.

Es que no he podido dormir. – Tienes que hacer algo. No puedes estar sin dormir. Pues sí, casi como el hambre. La verdad que estaba yo la otra noche dando vueltas y vueltas sobre la cama, me pasaba de la cama al sillón, del sillón a la cocina y otra vez a la cama y lo único fijo en mi mente era: “Yo puedo estar así para siempre. No hay nada que deba hacer”. Pero afortunadamente llegó el hijo de Einstein encarnado en ti y me dijo TIENES que hacer algo. En ese instante, como si fueran palabras mágicas me llegaron las respuestas, me saqué la lotería, conocí al amor de mi vida y dormí como un bebé. Si tan sólo antes hubiera llegado alguien con esa sapiencia astronómica y me hubiera dicho TIENES que hacer algo. NO puedes estar sin dormir. Y no la punta de tarados que me decían que estaba perfecto tener insomnio y verse de cagada cada mañana. GRACIAS.

-¿Cómo estás? Podría estar mejor. – Si se nota, te ves del culo. Perfecto. No hay nada mejor a sentirte del culo y que cuando te preguntan cómo estás y contestas que no muy bien, te recalquen que ni siquiera les tendrías que decir, porque tu aspecto deplorable habla por ti. Es que está de más explicar esta. Esta gente debería estar en el 3er círculo del infierno.

Todo me sale mal, me acabo de pegar en el dedo chiquito y tengo unas ganas horribles de matar a alguien. – Dalay. Mueran. Mueran todos los que dicen Dalay. Es todavía peor que el “pero no te enojes”. Sí, claro. Tienes un día de cagada, o un mes y todo se arregla con un “pero no te enojes”. Es que mira, yo iba pensando, lo primero que me pase voy a enojarme, y voy a enojarme en serio, así de los que le pegan a la pared y se rompen los nudillos, pero llegaste tú con esas palabras más atinadas que García Márquez y todo el enojo se me fue. Porque en realidad todo lo malo que me pasó y que hizo que me enojara no existe, solamente necesitaba que alguien místico musical me recordara que no tengo por qué enojarme.

No tengo plan B. -¿Y qué piensas hacer? Porque debes tener un plan B. Claro, esta es una de las mejores porque además se sienten los más lógicos, los más poderosos, los ganadores del premio nobel de la paz. Y es que todos somos súper organizados, súper planeadores y vivimos en un país de oportunidades, entonces si no sale el plan A pues sale el plan B. Porque además quién en su sano juicio ni siquiera tendría un plan A. Debes tener un plan B. Por supuesto, ¿sabes por qué tomo clonazepam no recetado todas las noches? Porque tengo un plan B, porque lo tengo todo resuelto. Porque ante las contingencias de plan A (que ya tenía contemplado desde preescolar) pues obvio le di salida al plan B y entonces anticipé que la vida se me iba a hacer cagada a los 37 y mi plan consiste en una serie de iniciativas para ganarme la lotería. ¿Qué te parece eso como plan B hijo de tu puta madre?

Tienes que tranquilizarte. Esto… ni siquiera voy a entrar en este.
No estés triste. Uf, uf, y recontra uf. Paren la prensa. El mercado de antidepresivos cae abrumadoramente tras revelación de don vergas. “No estés triste”. La depresión a cesado en 72 países y se ha visto una cantidad inusual de arcoíris en los cielos del norte. ¿En serio tienen cara para decir algo así? ¿En serio podrían decirse eso en un espejo y no verse una gran, gran cara de pendejos?

Lo que necesitan decirle a alguien que llega con este tipo de respuestas o problemas en la vida es todo lo contrario. ¿Saben qué necesita uno escuchar?
  • Te invito a ver una peli.
  • ¿Quieres una chela?
  • Vamos a platicar. – ¿De qué? De lo que tú quieras.
  • No puedo dormir. – Tengo todas las películas de Star Wars, eso nos da para toda la noche.
  • Me está yendo de la chingada. - ¿qué necesitas?
  • No tengo hambre. – Así pasa. Te guardo un sope por si después quieres.
  • La neta hasta he pensado en lo peor. – Podrías quedarte en mi casa unos días, para cambiar de aire, despejarte. Mi teléfono está abierto las 24h.
  • No sé ya qué hacer en esta situación. – Nadie sabe qué hacer. Nadie lo tiene todo resuelto. Vamos a sentarnos y vemos opciones. ¿Va?
  • Son las 10 de la mañana y sólo pienso en desayunarme un whisky. – Entiendo. Te voy a hacer un café que te vas a ir para atrás y unos chilaquiles de muerte. A las 2:00 nos vamos a un lugar que conozco y yo te invito ese whisky.

La cantidad de desgracias que se evitarían si tan sólo escucháramos y fuéramos empáticos. Pero ahí van por la vida pensando que son las mentes del siglo XXI con sus frases trilladas y cansinas. “Todo va a estar bien” ¿Tú que carajos sabes si todo va a estar bien? Lo que puedes decir es que no lo sabes, pero si viene una inundación tienes un salvavidas de sobra. Eso reconforta mucho más.

Y por último nunca interrumpan a alguien que está hablando de suicidio. No saben si lo hace porque leyó el periódico, está haciendo un estudio, alguien lo hizo hace poco, alguien le contó que quiere hacerlo, o precisamente está pensando en hacerlo. Así que antes de cerrarse, cambiar la conversación y sacar alguna frase tarada como “eso es de cobardes” piensen en porqué coño esa persona trajo eso a tema y luego, actúen como seres humanos. Nadie quiere sabelotodos, ni gente que no le pasa nada, ni positivos irrefrenables, sólo queremos seres humanos que hayan o no pasado por lo que uno, entienden que no siempre se puede estar bien, y en vez de sacar su diccionario de emociones para decir lo más atinado, sólo abren el refri y te dicen: las de atrás están más frías.

miércoles, septiembre 04, 2019

Los pequeños monstruos

Cuenta la leyenda -porque científicamente real no es- que los niños siendo aún almas etéreas estaban en el cielo haciendo nada, como siempre, o probablemente metiéndose en líos con otras almas infantiles. Lo que estoy segura que no estaban haciendo era pelearse entre sí, porque aún no sabían que iban a ser hermanos. En aquel lugar había una fila y un ente divertidísimo aventando a las almas de una nube al vacío. - Tú con los Pérez. Tú con los Ruíz. Ustedes con los Flores. Y así. Entonces llegó JC a formarse junto con Sofía y cuando aquel duendecillo jocoso estaba por lanzarlos a la tierra con nosotros, S salió corriendo y como gorda de pesero sacó a Sofi de la fila y dijo, yo voy para allá. Y fue tan rápido que ni Sofi, ni el Duende, ni su futuro hermano pudieron hacer nada. Así fue como Sofi se convirtió en niño hasta el 7mo mes de embarazo, para nuestra sorpresa, la de la familia y la del closet que ya contaba con prendas de pequeñita. Y al día de hoy San ha demostrado tener justo esa personalidad de "quítate que ahí te voy" que me hace pensar que la leyenda es cierta. No sé porque Sofi no estaba hecha para nosotros pero agradezco mucho tener a San en las filas.

Así empezó todo. Primero eran entes que en teoría decidieron que querían venir para acá, a esta familia atípica formada por dos mamás, una loca y otra un poco más, muchos tíos, muchos "tíos postizos", una infinidad de gente que los veía como ángeles en la tierra y un mundo que si bien no estaba preparado, pintaba mucho mejor.

Así eran, pequeñitos. Uno regordete con cara de sol y ojos que sospechaban todo, otro como fiel copia de Yoda con la cara afilada y una sonrisa permanente. Uno con cabello y otro pelón. Uno inquieto y el otro también. Uno comelón y el otro más o menos. Ellos no sabían que pasaba. Habían hecho el camino de la nube a la tierra en el que se olvida todo y llegas a que te ayuden a recordar a qué veniste. Ahí estuvieron en sus primeros meses, escalando cojines, descubriendo sus manos, cagando hasta el techo, comiendo cosas que no le daría ni al perro y riendo y llorando sin saber muy bien porqué, junto con nosotros.

Y crecieron, y aprendimos a vivir juntos, a reírnos juntos y a enfurecernos juntos. Empezaron a hablar y a entender cosas. Empezaron a ir a la escuela y salir de casa. Empezaron a tener opinión y a expresarla de una manera demasiado razonable para su edad. Se volvieron niños grandes, con imagen de bebé, como los verás siempre que seas su madre.

Y a veces tú los queires ver como niños grandes para hacerte la vida más fácil pero la realidad es que son toddlers, son bebés adolescentes que ni niños ni chiquitos sino todo lo contrario y entienden todo pero a su manera y a veces esa manera es muy difícil de bajarla a la realidad.

A ellos les hicimos pasar por algo duro por nosotros. Porque nosotros quisimos, porque nosotros elegimos. No son los primeros ni los últimos, sin embargo es duro ver cómo tratan de entender lo que pasa a su manera, de adaptarse para que luego ellos mismos se den cuenta que hay algo que no cuadra, que hay algo o que no entendieron o que no supimos explicar, porque en su cabeza las piezas del rompecabezas van de otra forma. A veces se levantan en una casa y preguntan por la otra, porque tener dos casas está cool pero la pieza que les faltó es que en cada casa sólo va a existir una de nosotras, y ahí van como rodando un triciclo con ruedas cuadradas, pero van. Y otras veces preguntan a qué hora llega mamá o a qué hora nos vamos a la otra casa, y ahí vas conteniendo el nudo en el estómago a decir que no va a llegar y que no vamos a ningún lado o en todo caso pueden ir ellos, pero ellos no quieren eso, esa es la otra pieza que les falta. Que pueden ir y venir, que pueden decidir, pero que los 4 juntos se ha terminado.

Dentro de las muchas cosas que lamento de esta situación, la que más lamento es la de ellos. Son niños y se adaptan, pero cuando eran chiquitos, cuando dormían junto al otro y se comían la cabeza, no pensaban que esto iba a pasar y que 4 años después tendrían que decidir cosas que no terminan de entender y tomar decisiones que les hubiera gustado no tomar. Realmente lamento hacerlos pasar por algo tan difícil, por montarles una carga más en su evolución. Por coartarles la ilusión de la familia que ellos imaginaron y que yo imaginé.

Sin embargo, estoy contenta de verlos tan enteros, tan estoicos. Me impresiona lo maduros que pueden llegar a ser y lo empáticos. Porque detrás de cada berrinche hay una frustración y en el momento en que el berrinche te sobrepasa ellos son los que te consuelan a ti. Son héroes para mí. Estoy contenta porque cada golpe que te da la vida te hace más fuerte y esto a ellos los hará más de lo que ya han demostrado ser. Estoy contenta porque ellos deben conocer y vivir el amor bonito, ver lo que es una pareja que se quiere, experimentar emociones verdaderas y coexistir en el respeto. Ellos deben aprender las cosas bonitas y las feas, pero en casa deben ver siempre las bonitas para que crezcan sabiendo cómo debe ser. Está bien que aunque no estemos juntos ellos vean que el amor es hablar, abrazarse, reírse, ver una peli, apoyarse, jugar, extrañarse, mirarse, quererse. Y cuando ellos dejaron de ver eso, porque nosotros decidimos dejar de hacerlo, lo mejor que pudimos hacer fue excluirlos de esa mala película. Para que busquen en su momento todo lo maravilloso de sus 3 años previos y sepan identificar y evitar lo que le siguió.

Lamento hacerlos pasar por esto pero como el ying y el yang, todo tiene su lado bueno y malo y en esta historia, al menos hay un silver lining.