lunes, febrero 28, 2005

Reir llorando

Viendo a Garric, actor de la Inglaterra,
el pueblo al aplaudirlo le decía:
"Eres el más gracioso de la Tierra
y el más feliz" y el cómico reía.

Víctimas del spleen, los altos lores
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen por carcajadas.

Una vez, ante un médico famoso,
llegó un hombre de mirar sombrío.
- Sufro -le dijo, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.
Nada me causa encanto o atractivo,
no me importa ni mi nombre ni mi suerte,
en un eterno spleen muriendo vivo
y es mi única pasión la de la muerte.

- Viajad y os distraeréis.
- ¡Tanto he viajado!
- Las lecturas buscad.
- ¡Tanto he leido!
- Que os ame una mujer.
- ¡Si soy amado!
- Un titulo adquirid
- Noble he nacido…
- ¿Pobre seréis Quizás?
- Tengo Riquezas…
- ¿De canciones gustáis?
- Tantas escucho…
- ¿Qué tenéis de familia?
- ¡ M i s t r i s t e z a s !
- ¿Vais a los cementerios?
- Mucho… Mucho.
- De vuestra vida actual ¿Tenéis testigos?
- Sí, más no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos
y les llamo a los vivos mis verdugos.

- Me deja, agrega el médico, perplejo
vuestro mal, más no debo acobardaros,
tomad por receta este consejo :
Sólo viendo a Garric Podéis curaros.
- ¿A Garric?
- Sí, a Garric, la más remisa
y austera sociedad lo busca ansiosa
todo aquél que lo ve muere de risa
tiene una gracia artística asombrosa.

- Y a mí… ¿Me hará reir?
- ¡Oh, Sí! Os lo juro. Él, sí, nadie más que él,
Más…¿Qué os inquieta?
Así dijo el enfermo:
- No me curo… ¡ YO SOY GARRIC !
Cambiadme la receta.

Cuantos hay que cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida
sin encontrar para su mal remedio.

¡Oh, Cuantas veces al reír se llora!
Nadie en lo alegre de la risa fíe
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe.

Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos vuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste…La sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto
que las vidas son breves mascaradas
Aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.

Becker

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