lunes, octubre 09, 2006

Las Penas

Socializar, a veces es tan difícil. El camino al trabajo es largo y siempre voy con esas compañías que me gustan y tienen el don de no molestarme, quiero decir, mis pensamientos, mi música y mis libros.
Cuando estoy a punto de llegar me entra esa pesadez de cuando no quieres llegar a algún sitio o no quieres ver a alguna persona. Me entra la pesadez, el sentimiento de desgane porque sé que tengo que llegar a socializar, como hoy. Como es lunes empiezan las preguntas del fin de semana, que cómo te fue, que si fulano siempre si se lanzó con nosotros, que si a otro ya le dio gripa, que uno chocó, etc. Y tú estás en esa situación de mandar todo al olvido, quieres estar tú y tus penas, nada más, sin intrusos, ni siquiera un alivio frugal, no’mas tú y tus penas pero no. Tienes que entrar con cara de ánimo y permanecer así todo el día, porque sino, si empiezas con la cara larga, si se te achican los ojos, empiezan las preguntas, y en ese estado si no quieres platicar menos quieres andar contestando preguntas tontas, porque cabe decir que a un adolorido, siempre le hacen preguntas tontas.
Y en fin, así se pasa el día y el alivio llega solito, sin pedirlo, sin llamarlo, porque estás socializando, porque poco a poquito se te olvida hasta porque venías de cara larga, y platicas, y te acuerdas del fin de semana que de hecho te lo pasaste muy bien, y de repente el café y que vamos a la tienda, y que la de ventas trajo pastelitos, de pronto estás otra vez en el mundo y las penas por más que te buscan no te encuentran, y hasta te preguntas, estúpidamente: ¿y yo porque carajo estaba tan achicopalada?, pero ni sabes, en ese momento ni sabes.
Y si no te toca socializar, te toca trabajar, vienes con el ánimo apenas agarrado del dedo chiquito del pie, más bien vienes con el desánimo, pero empieza la voz de la consciencia, la responsabilidad que viene agarrada del otro dedo y te dice: ándale wey, si quieres luego llegas a tu casa y te matas el cerebro con unas chelas pero ahorita arréale o no te va alcanzar ni para las chelas, y también se te olvidan las penas.
Mantenerte ocupado es primordial, pero la verdad, uno es medio masoquista lo acepte o no, y esas veces, en que no’mas quieres estar tú y tus penas más valdría que te dejaran tranquila, que no te hablen, que no te interrumpan, a veces, no sé porqué, será por eso mismo del masoquismo, pero te da por encerrar dolores como si la vida se te fuera a ir en eso, y bueno, si ya le estás poniendo tanto empeño, ¿pa’ que interrumpirte?, la vida es tan extraña y tan bonita que hasta te deja disfrutar de cosas que no tienen sentido, así que, eso de las penas debería catalogarse como una enfermedad, que te incapaciten, no por no trabajar, no’mas pa’ que te dejen solo, solito, tu y tus penas, como yo.

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