lunes, junio 25, 2012

Instrucciones para cumplir 30

Creo que esta semana no podré trabajar. Se acercan los 30 y no dejo de pensar en la gran crisis que han traído consigo. Todo me ha llevado a rebobinar y ver el recuento de mi existencia. No. No estoy vieja ni asustada por estarlo, pero cumplir treinta es un cambio grande no importa lo que digan.  He hecho tantas cosas y me han faltado tantas otras. He conocido a tanta gente y se han ido tantos otros. A veces quiero dar un giro y volver a vivir los 23 o 24, a veces quiero los 17, a veces los 9, a veces todos al mismo tiempo y a veces también me quiero quedar con el ahora. No sé porque es tan complicado cumplir 30 para mí, no sé porqué pienso tantas cosas, no sé si son las elecciones o los astros pero sí me tiene pensando. En casa veo el techo, en la oficina la pared y no consigo concentrarme en nada. Voy a cumplir 30. Tal vez haya pasado la 3era parte de mi vida en un futuro muy alentador, o la mitad ya, no lo sé. Lo que sea lo he vivido bien, estoy donde quiero estar, no importa si es como lo planeé o no, estoy a gusto. También estoy a tiempo de recuperar cosas que he perdido, las “cosas” no por pasar el tiempo desaparecen, desaparecen cuando no las quieres de vuelta, para tenerlas sólo hay que hacer un esfuerzo. Así volvió esa pulsera de la Yaya que creí perdida, y volvió a mí ahora que tanto me hacía falta, así volverá mi bolsa de fotos o mi esclava, de alguna manera, no sé con que pretexto. Así volverá él, lo sé. Así volveré yo también, para estar más a gusto conmigo y con lo que me he convertido que no es tan malo como empezaba a creer, sólo es distinto.

Tengo tan buenos recuerdos de las pasadas 3 décadas y la ventaja de una memoria extraordinaria que me puede pasar filmes desde los 2 o 3 años hasta lo que me comí el fin de semana, a veces recuerdo momentos y sé qué llevaba puesto o qué canción estaba de fondo, y eso me encanta de mí, porque somos producto de nuestro pasado, porque sin él no seríamos lo que hoy somos. ¿Qué tiene uno sino recuerdos?, ¿Qué sería de nuestro pasado sin los recuerdos? Los recuerdos son lo único que da constancia de por dónde estuvimos, dónde pisamos, a quién le cambiamos la vida o cómo nos la cambió a nosotros. Pueden ser buenos, malos y regulares pero todos son los que dan cuenta en realidad de nuestra vida, perderlos sería trágico, por eso le tengo tanto miedo al Alzheimer. Porque también claro, los recuerdos te salvan de no volver a equivocarte o te recuerdan cómo hacías para ser feliz.

Mi vida ha sido feliz durante 30 años, mi vida es feliz ahora. Aún me da miedo que dije tantas veces que moriría a los 30 como los rockstars que tengo estrés de que ocurra, porque he tenido mucha suerte en la vida, y mis deseos se cumplen. Yo espero que esto no, sobre todo porque no es algo que haya deseado nunca, es sólo una frase que durante los 20s sonaba bien y me hacía sentir “forever young”. Me acuerdo de ese comercial que termina en: “a los 20 creía que la vida se acababa a los 30… ¿qué estupido no?” –que de hecho no es muy bueno porque no me acuerdo qué producto anuncia- y me río porque yo pensaba igual, y recuerdo que no me importaba mucho, pensaba que faltaba mucho tiempo y ese lapso era suficiente para vivir bien.

Me alegra que en este mundo el libre albedrío no signifique hacer nuestra voluntad y si es cuestión de desear pues yo deseo envejecer con el Cas, tener hijos, formar una familia, hacer crecer la que hay, establecer relaciones más fuertes, seguir con los amigos, seguir creciendo con todo lo que eso conlleve. Y si algún día “añoro” algo como diría la prima, para eso tendré mi memoria privilegiada, mis recuerdos que me sacarán una sonrisa. Tal vez a los 20 había más energía, pero a los 30 hay más poder adquisitivo y más libertad, eso balancea las cosas bastante bien. Me gusta platicar con alguien mucho más chico que yo y decirle. “ah, yo ya pasé por eso, déjame te explico…” me gusta acordarme cómo superé el obstáculo o cómo disfrute esa etapa y poderla compartir con alguien que apenas está en eso. Las crudas, los amores de prepa, la pasión por las prohibiciones, la carrera, el primer trabajo, los viajes… los madrazos, los grandes madrazos, los enormes madrazos y las levantadas. Qué tiempos aquellos ¡y qué tiempos estos! Antes vivía muy deprisa, y ahora creo que es momento de tomarlo con calma y en vez de correr como loca, empezar a disfrutar el camino, porque hay un montón de cosas que quiero detenerme a ver.

INSTRUCCIONES PARA CUMPLIR TREINTA

En el fondo, no hay nada que hacer. Siempre tendrás dieciocho, porque eres joven solo una vez, pero inmaduro para siempre.

No hay instrucciones para cumplir treinta. Pero si las hubiera, serían estas:

- Haz una lista de todo lo que no te gusta de ti y luego tírala. Eres el que eres. Y después de todo, no es tan malo como te imaginas un domingo de cruda.

- Tira el equipaje de sobra. El viaje es largo, cargar no te deja mirar hacia delante. Y además jode la espalda.

- No sigas modas. En diez anos te vas a morir de vergüenza por haberte puesto eso, de todas maneras.

- Besa a tantos como puedas. Deja que te rompan el corazón. Enamórate, date en la madre, y vuelve a levantarte. Quizás hay un amor verdadero. Quizás no. Pero mientras lo encuentras, lo bailado ni quien te lo quita.

- Come frutas y verduras. Neta, vete acostumbrando a que no vas a poder tragar garnachas toda la vida.

- Equivócate. Cambia. Intenta. Falla. Reinvéntate. Manda todo al carajo y empieza de nuevo cada vez que sea necesario. De veras, no pasa nada. Sobre todo si no haces nada.

- Prueba otros sabores de helado. Otras cervezas, otras pastas de dientes.

- Arranca el coche un día, y no pares hasta que se acabe la gasolina. (¡Cómo quiero hacer esto!)

- Empieza un grupo de rock. Toma clases de baile. Aprende italiano. Invéntate otro nombre. Usa una bicicleta.

- Perdona. Olvida. Deja ir.

- Decide quién es imprescindible. Mientras más grande eres más difícil es hacer amigos de verdad, y más necesitas quien sepa quién eres realmente sin que tengas que explicárselo. Esos son los amigos. Cuídalos y mantenlos cerca.

- Aprende que no vas a aprender nada. Pero no hay examen final en esta escuela. Ni calificaciones, ni graduación, ni reunión de exalumnos, gracias a Dios.

Felices treinta, viejo. Bienvenido al resto de tu vida.

viernes, junio 22, 2012

10 días para la sentencia

Sólo quedan 10 días. Lo lógico sería que todos tuviéramos una postura, una elección preliminar en nuestras mentes y sólo estar esperando que llegué el primero de Julio para llevarla a cabo, pero no es así. Aún pulula o pululamos un tercio de la población sin saber a ciencia cierta qué haremos el Domingo próximo. ¿Por qué? Porque seguimos considerando que no es posible que de 112 millones de mexicanos esos 4 aspirantes a la silla del águila sean lo mejor que tenemos para elegir.

Así que hoy estuve leyendo, pensando, reflexionando, analizando. Sin meterme en el serio problema de revelar por quién he decidió votar, y sin dejar de imaginar tristemente, cómo echaré mi papeleta a la caja al mismo tiempo en que exhalo un gran suspiro de esperanza en la que no tengo el 100% de seguridad, sé exactamente por qué votaré.

Antes, mucho antes de Salinas e incluso con él, yo no sabía qué ni quién era el “narco”, no los conocía, ni salían en las noticias. Sabía que había corrupción, pero en una décima parte del gobierno que al salir a la luz tapaban con alguna buena acción como donaciones a la beneficencia, construcciones de escuelas y hospitales, vamos que saberse corrupto era una ofensa y había que arreglarlo de alguna manera. Aunque desde el kinder nos hablaban de las drogas y cómo no aceptar regalos de extraños y cosas por el estilo, yo sabía incluso ya como adolescente que las drogas eran algo ilegal y peligroso, que como consumidor de freían el cerebro y como traficante arriesgaban tu vida. Pero lo más importante es que tenía la seguridad que mientras no estuviera cerca de ellas, nada podría involucrarme con ella, ni nada malo podría pasarme. Lo mismo con la política.

Ahora no. Ahora me perdí la despedida de soltera de mi mejor amiga porque era en Acapulco. Con los nervios alterados por un incidente previo y más alterados por estar leyendo noticias y reportes de los incidentes en Acapulco sin importar si eres político, narco, estudiante o cualquier hijo de vecino, me aterró el hecho de saber que al viaje íbamos puras mujeres, en una de las carreteras más inseguras –en cuestión de asaltos, secuestros y muertes sin resolver- en una de las camionetas más robadas según el reporte de CAPUFE de 2012 y decidí no ir. Decidí no ir porque al tomar mi maleta por la mañana para salir al encuentro de selecto grupo de amigas, me dio un ataque de pánico que me duró 4 horas. ¿Por qué? Porque ya no me siento a salvo. Por que tengo miedo de encontrarme con un narco por la calle, en el elevador de mi oficina, en un restaurante, en la carretera y que el Sr. decida que puede hacer conmigo lo que quiera, porque así pasa, por que no son historias, es la realidad. Tengo miedo de que un desconocido con 1 reloj en cada muñeca me vea y piense: “esa me gusta, me la voy a llevar” y me lleve, porque sabe que puede y yo sé que nadie puede hacer anda para detenerlo. Tengo miedo que un grupo de marginados hagan uso de su nuevo poder como sicarios y decidan que tal vez merezca una lección por ser “guerita” o por tener cierto coche, o por estar escribiendo en un ipad en el Starbucks ya que ellos no tuvieron la oportunidad. Y sé que tampoco nadie podrá detenerlos. Tengo miedo de que se inicie un enfrentamiento en el Zócalo –donde todo sucede- y le pase algo a Jess, sin saber porqué empezó el conflicto ni porque podría ella estar en medio de todo eso. Tengo miedo de perderme en alguna zona marginada del Estado de México porque se ha establecido que la tierra de nadie y lo mismo te bajan de un vocho que de un BMW. Tengo miedo de ser mujer. Por que parece que en estos tiempos serlo es como exhibir miles de joyas de diamantes, todo te puede pasar y estas a expensas de cualquier peligro. Tengo miedo de qué le pase algo a mi familia, no sé por qué, porque tengo claro que no han hecho nada malo, pero eso no es garantía para que estén a salvo.

Tengo miedo de que llegue un gobierno que decida que tengo “demasiado” y es hora de repartir mi casa, mis bienes, mi sueldo, con los viene-viene de la delegación, los limpiaparabrisas de la esquina o los ambulantes del crucero porque ellos no han tenido las mismas oportunidades y es mi deber ciudadano repartirles lo que yo he conseguido. ¿No están legalizados ya los traperos? ¿No se atreve aún así a hacer marchas y plantones en contra de los parquímetros? ¿No era la calle pública, PÚBLICA? Tengo miedo que llegue un gobierno que decida que como clase media puedo pagar 100 pesos por una botella de agua o 4 millones de pesos por un departamento de 1 recámara, porque somos una economía capitalista y así funcionan las cosas. Tengo miedo que llegue un gobierno que decida que es tiempo de subirnos a una máquina del tiempo y regresar a la comunidad gay al closet, a las mujeres a su casa y a los hombres a las cantinas. Tengo miedo que llegue un gobierno que construya un metrobús en la sala de mi casa y un 3er piso del periférico en mi azotea para fastidiar, perdón, “ayudar” a la mejora del tránsito automovilístico. Tengo miedo de un gobierno que lleve a México a la zona oriental y nos cape el Internet y ya no pueda expresarme libremente por temor a represalias. Tengo miedo de un gobierno que diga que le importa el planeta y permita que todo el mundo desperdicie el agua, tire la basura donde le da la gana, no ponga contenedores de reciclaje, permita el mal uso y contaminación de playas mexicanas con tal de quedar bien con el turismo gringo. Tengo miedo de un gobierno que permita que nos sigan cerrando las puertas de todos los países bajo las reglas que les dan la gana; USA, Canadá, España, y siga agachándose con el escudo de “por las buenas relaciones con esos países nosotros no haremos lo mismo” ¿Y no están rompiendo esos países con las buenas relaciones de primera mano? ¿Cuántas mejillas tiene México? ¿36? En resumen, tengo miedo del gobierno, porque todos son egoístas, ven su fortuna, su bolsillo, su familia, sus negocios, sus intereses, no ven al país y llevamos tanto tiempo de corruptela que sería imposible dejar de pactar al menos con un cierto % de esa gente “mala”. Sí, estamos jodidos, pero quiero pensar que al final del arco iris  sí hay una olla de oro, aunque pequeña, es un tesoro. ¿Y por quien votaré? Muy a mi pesar, por el menos peor. No votaré por el que se inclina mi empresa, ni por el que me garantiza la chamba, no votaré por el que vota toda mi familia, no votaré por el que vaya ganando en las encuestas, ni siquiera votaré por el que garantice mi actual estilo de vida, votaré por el que a mi parecer, de todos los males antes mencionados pueda erradicar los más. Creo que para todos los indecisos esta debería ser una señal de por dónde ir.

Que esto termine pronto Señor, que prefiero hablar de football que de tanta porquería y ya me cansé de tener miedo.

martes, junio 05, 2012

1 año sin la Yaya

El año pasado, en este mismo día, a esta hora estaba durmiendo. Era domingo. La tarde del sábado la había pasado con la familia, reunidos todos en el hospital, habiéndole dado un break a la enfermera, nos encontrábamos como pocas veces todos juntos en el cuarto de la Yaya. Nunca estábamos todos porque el cuarto era pequeño y hacía mucho calor, así que tomábamos turnos, para estar, para descansar, para despejarnos y para quedarnos. Ese día por alguna razón, estábamos todos juntos. Debió hacer menos calor… logramos encontrar todos, un hueco donde sentarnos. Carlos estaba en México hace más de una semana y planeaba su regreso en 1 o 2 días. Por primera vez no teníamos un semblante parco ni melancólico. Ahora lo recuerdo, empezamos a hablar de ella. Yo comencé a preguntarles en qué creerían que reencarnaría -en caso que creyeran en eso- y fueron diciendo su parecer, coincidiendo todos en un ave. Un águila, un colibrí dije yo, otros que no recuerdo. Nos reímos y eso dio paso a comenzar a contar anécdotas familiares, de ella, con ella, por ella. Parecía una tarde de domingo familiar, sólo faltaba la carne asada. Alguien decía: “te acuerdas las pantuflas que nos regalaba en navidad” y la miraba y sonreía. Nos turnábamos la silla al lado de su cama para sostener su mano, para estar más cerca por un rato. Esa tarde nos fuimos temprano. Estábamos agotados de la semana. Había sido la peor para ella, no podía respirar, no se despertaba casi y parecía tener dolor. La boca se le había secado y alcanzábamos a ver una lengua llagada por el aire, esa semana nos había partido el espíritu y compartíamos un sentimiento complicado. No queríamos que se fuera, pero queríamos que dejara de sufrir, y en nuestras miradas se veía lo miserable que nos hacía sentir eso. La verdad, habíamos llegado al punto que no sabíamos hacer otra cosa que esperar, y esperar era agotador.
Nos fuimos tranquilos, no nos pusimos de acuerdo en ver quien iría el domingo por la mañana, sabíamos que todos estaríamos ahí, y dormimos bien, planeando encontrarnos al día siguiente, encontrarla a ella y seguir contando historias familiares desde 1937 hasta el 2011. Pero eso ya no sucedió.

Me despertó el celular a las 9:30, supuse que era mi mamá y que necesitaría algo de la farmacia o me preguntaría a qué hora llegaría al hospital. Sí era mi mamá, me dijo: “Verito, ¿vas a venir al hospital” – Sí. “Pues vente en cuanto puedas, porque la abuela ya se fue”. En ese momento esbocé una sonrisa imperceptible, volteé a ver a Jessica y le hice una señal de “dislike” con la mano mientras movía la cabeza diciendo que no. En seguida supo qué pasaba. Colgué. Jessica tenía esa cara de horror esperando que yo cayera en un colapso nervioso pero no lo hice, le dije: “por fin está descansando” hay que apurarnos para irnos y me fui a bañar. Jess se quedó muda y decidió simplemente seguir mis instrucciones sin preguntar nada más.

El coche se había descompuesto el día anterior justo afuera del hospital. Tomamos un taxi y todo el camino fui mirando por la ventana, recordando los últimos 6 meses y los últimos 28 años que estuve con ella, pero sin llorar, sólo con esa sonrisa imperceptible, culpable, de saber que por fin estaba en paz. Pensé que se había ido por eso, porque el sábado nos vio juntos, nos escuchó contentos, tranquilos, sabía que podríamos superarlo y que permaneceríamos juntos aunque no estuviera, cuando supo que todo estaría bien, creo que decidió partir. Eso creo.

Lo que siguió no es para contarse. Los trámites, el velorio, etc. nada de eso fue agradable y el alivio de saber que ya estaba en paz empezaba a sustituirse por la tristeza de entender que ya no estaría jamás. El domingo algunos no dormimos, otros durmieron una noche entera por primera vez, a algunos se nos partió el alma y a otros les descansó por fin.

Así fue como se fue, pero como decían los samurais, no importa cómo murió, sino cómo vivió. Fue feliz, tuvo una vida plena, rodeada de su familia y amigos, tuvo una vida dura de joven, pero siempre fue muy fuerte y supo salir adelante, era muy sabia, sabía dar siempre un consejo útil, y si no tenía cómo ayudarte sabía como hacerte sentir mejor. No conozco una sola persona a quien le cayera mal, así como cuentan del Abi, ella es la mejor persona que he conocido y espero que haya sido tan feliz conmigo como yo lo fui con ella. El doctor dice que es en la única persona en quien confiaba, es probable que tenga razón. Siempre fue franca y me habló de frente, me consintió y me ayudó cuando lo necesité, me abrió las puertas de su casa y de su vida y siempre tuvo una sonrisa para mí y para todos. Algún día entenderé por qué tuvo que pasar por esa etapa tan difícil en el último momento, pero me quedo tranquila de saber que antes de eso estaba perfecta y estaba contenta. Que durante ese tiempo tuvo oportunidad de ver a toda su familia, hasta los más lejanos. Que su último cumpleaños lo pasamos fenomenal con una parte de España que hacía falta, que nunca estuvo sola, ni le faltó una llamada o una visita que la hiciera sonreír, que tampoco le faltó nada después del ’45, que siempre pudimos apoyarla, ayudarla y ver por ella cuando no pudo. En fin, fue una gran persona y tuvo una vida feliz, no creo que se pueda pedir nada más. Y ahora donde está, está aún más contenta, bailando Fascinación con el amor de su vida, jugando cartas con sus hermanos y viéndonos claro, porque nunca nos dejará de cuidar y siempre habrá un sueño donde aparezca y nos de un abrazo, nada más para que nos acordemos que ahí está, ahí sigue, sólo que ahora está bien y en un lugar mejor.

miércoles, mayo 30, 2012

Por alzada

Yo me guío por aquello que considero correcto, no por aquello que social, política, moral o generalmente es correcto, de modo que a veces pues me enemisto con la gente o en palabras llanas, la cago. Yo no soy diplomática, porque prefiero perderlo todo a tener que aguantarme, agacharme o estar de lamebotas con alguien que no lo merece sólo por conveniencia. Eso claro, me ha traído infinidad de problemas con la "autoridad" desde papás, maestros, gente extraña hasta los inminentes jefes. Hoy de eso se trata.

Básicamente le dije a una "superior" -me vas explicando por qué coño hiciste esta pendejada porque no puedo trabajar así- y al parecer fue como la invasión de Polonia en 1918 porque "se armó la gorda". Aún no se termina de aramar, pero ya me dijeron que estuvo mal, ya me reprendieron, ya me explicaron cómo funciona la cosa y en resumidas cuentas, no funciona como yo digo.

Me molesta porque la "jerarquitis" ya pasó de moda. Me refiero a que aquellas empresas que la aplican están seriamente atrasadas en Administración de Personal y R.R.H.H. pues eso de "por que lo digo yo que soy el jefe" o "tratalo bien porque es director" o "dale el avión y has lo que dice porque es "superior a ti" son prácticas que no llevan a ningún lado, son prácticas que se ha comprobado conllevan a perder talento en la organización.

Y todavía me dijeron: "es que ella es susceptible, se lo va a tomar a personal y puede afectar a tus proyectos". Y yo pensé "¡a chingá! ahora resulta que si hieres la susceptibilidad de un compañero este tiene todo el derecho de ponerte topes en el camino. Si a la empresa se viene a trabajar no hacer amigos. O es que me equivoco, porque es México y todo funciona con enchufes y lambisconería.

En fin, que no salió muy bien la cosa, porque al parecer un "superior" puede tomar una decisión arbitraria con respecto a tu trabajo  cuando algo no le parece y ni siquiera darte una explicación, pero si tu reclamas -no siendo superior- tal acción, y no la reclamas con la vista abajo y el sombrero arrugado entre las manos estás en el hoyo.

Veremos qué pasa, pero para mí que en esta guerra mundial estoy peleando contra Alemania así que no me preocuparé mucho. Dice el dicho: "Honor a quien honor merece". Creo que merezco el mismo respeto que cualquiera sin importar su jerarquía, como ellos merecen el mío, y me niego rotundamente a tratar bien a quien no lo hace conmigo sin importar un demonio su posición en la empresa o la vida. Ya veremos que responde, pero no a mí, que ya me dijeron que lo hará apenas con alguien de su "misma categoría" no con la insubordinada que se atrevió a desafiarla.

Y he puesto la palabra superior entre comillas porque en este mundo NADIE es superior a NADIE, si acaso a alguien le va mejor que a otro pero superior a otro jamás, que ya es hora te entender que TODOS somos iguales.

viernes, mayo 25, 2012

Acapulco Baby!

Por la tarde estaré partiendo al puerto de Acapulco y la razón que me lleva para allá trae consigo un escenario que no hubiera imaginado volver a ver. La escenografía, el reparto, aunque un poco cambiado no me deja más que pensar que es una especie de regreso al pasado. Mañana por la noche estaremos reunidos, pero en circunstancias diferentes los mismos que alguna vez pasamos un gran fin de semana en aquella bahía. Ahora faltan unos, 1 en realidad. Otros han llegado y hacen el viaje más entretenido y aventurero, otros incluso sobran pero de alguna manera hacen falta. Habrá reencuentros, pláticas y alguna foto captará un grupo de personajes que no hubiera pensado volver a retratarse junto frente al mar. Pero así será.

 

Las bodas traen consigo un rush de tal felicidad –cuando son de buena voluntad- que el cuerpo no lo soporta y tiene que llenar los hoyos que se abren en el vertedero de sonrisas con un poco de nostalgia. Las bodas te hacen pensar en otras personas, en ti, en tu futuro o en tu pasado, en tu presente que analizas una y otra vez repitiendo esa escena que estás viendo pero cambiando los protagonistas, las bodas te hacen pensar y sentir. Yo sólo espero que todos esos feelings volando como mariposas embriagadas por entre nuestras mesas no se mezclen de mala manera. Que vayan depositando buena vibra en cada comensal y terminemos en una fiesta de encanto mortal.

 

Comparto su felicidad. Me emociona el primer viaje familiar en el que participará Jess, me emociona ser madrina. Me preocupan un poco los estragos que pueda causar el alcohol en ciertas personas, pero más que nada estoy emocionada. Hace mucho que no me emocionaba. Creo que por fin estoy volviendo en mí o a mí.

 

 

jueves, mayo 24, 2012

Antes de partir...

La verdad le tengo miedo a un montón de cosas. Con mi nuevo trastorno de ansiedad he adquirido algunos nuevos miedos sin sentido, difíciles de manejar en una ciudad capital y sin embargo, ahí voy. Con todo esto me he dado cuenta de lo que realmente quiero y más allá de mi necesidad casi física de liberarme de los corporativos, cambiar mi imagen, recuperar el espíritu y alcanzar la verdadera libertad, dedicándome a lo que realmente me gusta sin necesidad de preocuparme por donde vivo, qué como y a dónde voy, he descubierto que el ego sigue reinando sobre mí. Entre las cosas artísticas y las altruistas no he logrado hacer nada trascendente y a pesar del miedo –también nuevo- a la muerte que jamás me había asaltado, lo que deseo profundamente es pasar a la historia. Suceda como suceda, después de mi deceso realmente quisiera aparecer en Wikipedia con mi biografía de músico atormentado.

 

“Sufría trastornos de ansiedad”, “Se deprimía constantemente porque sentía una alta presión de la sociedad para ser quien no era”, “No tenía adicciones más que a los libros”, “amaba su música y alguna vez dijo que un piano era mucho mejor calmante que un tafil”, “Creó la pieza magistral de… a pesar que en ninguna escuela de música querían admitirla por su edad”, “Fundó el Centro de Estudios y Entretenimiento para adultos mayores con el dinero que ganó en el Melate y cumplió su sueño de darle a las personas de la tercera edad una oportunidad de vivir con calidad y cumplir sus sueños sin importar sus años”. Decía: “Somos producto de lo que ellos construyeron para nosotros, trabajamos en las empresas que ellos crearon, comemos lo que alguna vez cultivaron y después enlatamos, vivimos porque existieron antes que nosotros, ¿y ahora los echamos al sillón de un asilo a ver el techo? No más.”

 

Nadie tenemos el futuro comprado pero sé que de verdad quiero pasar a la historia por haber hecho algo grandioso. No para mí, para el mundo.

 

miércoles, mayo 23, 2012

Vivir el presente

Últimamente, he estado leyendo mucho acerca de que hay que aprender a vivir en el presente. Dicen que mucha gente vive en el pasado, pensando que vivir en otra época hubiera sido mucho mejor, porque había menos presiones o las regala eran más holgadas, por la sociedad o hasta la comida. Otras porque se aferran a tiempos felices que no han podido reproducir, como una expareja inigualable, un ser querido irremplazable, un trabajo inmejorable, etc. Dicen también –los que lo estudian- que esto es una conducta de negación. Como no aceptan su presente, quieren vivir otra cosa que plantee un mejor panorama que el tiempo actual que no satisface sus necesidades o bien, gustos. En fin, que no aceptan lo que tienen y quisieran tener otra cosa, en este caso, lo que tenían o hubieran tenido en otro tiempo, según ellos.

 

El otro lado es vivir en el futuro. Muy común entre la gente se da que piensen en cómo mejorará su vida o su situación en un futuro cercano o lejano. Suelen decir cosas como: cuando yo sea rico… cuando mis hijos crezcan… cuando gane el PRD… cuando me jubile… etc. Viven negando o bien, haciendo a un lado tamabién el rpesente. Piensan que el futuro en determinadas circunstancias deberá ser mejor. Que no siempre serán pobres, o padres o empleados, y cuando eso suceda empearán a vivir un presente feliz. Antes no.

 

En ambos casos el problema radica en que el presente es lo único real que tenemos, de modo que vivir en el escenario del pasado o el futuro es en realidad perder el tiempo, ya que ni podemos regresar a otra época ni podemos vivir en un tiempo que aún no llega.

 

Entonces dice, UBICATE –película famosota en los 90 que me recuerda ciertas cosas. Vive el presente. Disfrútalo porque es lo único de lo que puedes tener certeza. Y sí, habría que concentrarse en eso. Como dijo el idiota del maestro de Yoga: “no podemos vivir en el futuro, que tal si ahora viene un terremoto horrible y nos quedamos aquí todos”. Acto seguido la poca relajación que habíamos adquirido se tradujo en caras botulínicas de sorpresa, desagravio y miedo. Ante tal consecuencia, repuso enseguida: “pero lo importante es que en este momento no está temblando y todo está bien. La mayoría de la clase no pudo reponerse y más allá de escuchar un “tiene razón” se escucharon los murmullos de: “este idiota”, “ojalá que no tiemble”, “ya me puso nervios@”.

 

Futurizar es una tendencia común. Yo creo que es porque así podemos tener mejor control de las cosas. Por ejemplo, no puedes hacer planes si no futurizas, tendríamos que vivir bajo el concepto de Dios proveerá. Sin embargo, sí es importante darle más peso a lo que está pasando en el presente. Es como si supiéramos que vamos a morir mañana, sería difícil concentrarse en otra cosa, pero lo mejor sería tener hoy el mejor día de nuestra vida, sin reloj ni preocupaciones. Sin que nos robe un solo minuto la tristeza o la desesperación de pensar, “mañana ya no voy a estar”. Pero claro, sería difícil. No estamos acostumbrados a tirar todo por la borda.

 

En fin que, hoy no me puedo concentrar porque me la he pasado pensando en el futuro. Pienso en el avión que tengo que tomar dentro de 4 meses y me alarmo un poco. Pienso en la hora de la comida, cómo nos organizaremos y si después de comer ya podré concentrarme mejor. Pienso en la boda del fin de semana, en cómo saldrá todo, en el viaje, en los horarios, en la logística y por supuesto antes de siquiera haber llegado, en el regreso. En la junta de hace unas horas me la pasé pensando en mi futuro hijo que aún no existe, y me imaginaba cómo era, me imaginaba dedicándole un libro que aún no he escrito y entonces me puse a pensar en el argumento del libro, en algunos párrafos, en el aniversario de lustro antes del hijo… y luego volví a la realidad. Cabe mencionar que hoy he estado un poco ansiosa, con un poco de kola loka en la garganta, y el único momento en que se me quitó esa pesadez fue cuando dejé de pensar en todo, tomé mi botella de agua y di unos sorbos. En esos 20 segundos estuve tranquila, relajada y sin preocupaciones, luego, al no tener nada en que entretenerme a pesar de la ponencia en curso, volvió el nudito, el libro, el hijo, el viaje y todo lo demás.

 

Sé que no es magia, ¿pero cuál será la mejor manera para quitarte el lastre de los tiempos ficticios? Si existe una recomendación, debería haber también alguna manera de llevarla a cabo.

 

Es como decirle a alguien: “Te aconsejo ahorrar”. Bueno, pero dime un buen método porque yo no sé ahorrar. Igual, habrían de decirte: “Te recomiendo que no futurizes, y puedes empezar a hacerlo así”.

 

Yo digo.

miércoles, mayo 16, 2012

Diles que no me maten

Descubrí en el doodle de Google la celebración a Juan Rulfo y eso me recordó muy buenos tiempos, por allá por la secundaria cuando nos dejaron leer El llano en llamas, y yo que ya lo había leído me dediqué a analizarlo, de modo que cuando lo discutimos en clase entendí muchas cosas de aquel libro que en la individualidad de mis 13 años no había comprendido, pero que Claudia Izquierdo me hizo comprender igual que lo haría más tarde con Aura.

 

Ahora Juan Rulfo siempre me saca una sonrisa porque recuerdo una buena época y sobre todo un buen libro. Ya sea Pedro Páramo o aquel libro de la secundaria, yo puedo leer cada uno, una y otra vez. Igual que El Túnel de Sábato, que ya hasta lo estoy deshojando de tanto traerlo por aquí y por allá.

 

Es muy interesante leer un libro varias veces, sobre todo si como yo, te da por resaltar pasajes o frases que en ese momento te gustan, te “brincan” o te hacen entender algo por lo que estás pasando. Eso sí, con lápiz, porque Claudia nos decía que los libros no se rayan. De modo que cuando lo vuelves a leer llegas a algún punto de aquellos subrayados y te acuerdas por lo que estabas pasando en ese momento. Yo a veces me río y a veces me acuerdo de cómo retomar el rumbo. Recuerdo por ejemplo en mi preciado El Túnel –que a todo esto lo heredé de mi hermano- que al leerlo por primera vez tenía subrayada una línea: “recuerdo como evitaba tener una relación con una chica por el simple temor de conocer a sus hermanas”. Me reí muchísimo porque en ese entonces mi hermano había terminado con una chica cuya hermana era mi mejor amiga. Originalmente él iba tras mi amiga, pero después de un pacto de no agresión con su mejor amigo éste se quedó con ella y mi hermano conoció a la hermana y se quedó con ella también. La relación de “los amigos” resultó buena y duradera, la de mi hermano fue un caos de un par de meses. Así que siempre que leo el libro y llego a esa frase subrayada pienso en lo que debió sentir mi hermano que lo llevó a mantener esa línea presente para no volverse a equivocar. Años después a mí me pasó lo mismo, y me reí durante 1 semana entera.

 

A veces los libros que ya has leído y resaltado te recuerdan un momento específico de la vida y vuelves a sentir lo que sentías, es como un tele transportador, a veces agradable y a veces no, pero no dejan de ser una guía, un recordatorio de por dónde deberías ir. Por eso es importante leer, no sólo por conocer una buena historia o una historia bien contada, no sólo por llenar el librero de Best Sellers o informarte, sino porque de alguna manera, los libros son desde un escape de la realidad hasta las piezas que te hacen poner los pies en la tierra. Cuando lees, conoces el punto de vista del escritor y de alguna manera se vuelve aquel tercero que te da consejos sin siquiera saberlo. Claro que, hay que saber escoger los libros.

 

Hoy en día me siento en la sala de espera de un consultorio y sostengo mi libro con la debida técnica, como me enseñó Claudia, me acuerdo siempre de sus clases y me río porque no me acuerdo de la clase de español, pero si de la parte literaria que llevaba consigo, de cómo surgió realmente el Frankenstein de Mary, de los secretos de Lord Byron, del final de Claroscuro y hasta de la nueva perspectiva de Romeo y Julieta que me llevó a leer a Shakespeare y escoger Macbeth como mi obra favorita. Y que hizo de la lectura mi mejor actividad y los libros mis mejores amigos.

 

Recordando este día a Juan Rulfo, me viene a la memoria aquella clase donde nos contó el porqué de sólo 2 libros siendo un autor tan afinado y si no estoy mal, cómo lo conoció por pura casualidad. Si me acuerdo de Rulfo, no me queda más que acordarme de esos maestros que más allá de las letras, te enseñan a vivir un poco. Así que felicidades a Juan por su cumpleaños, y un muy afectuoso saludo para Claudia.

 

viernes, mayo 11, 2012

Acontecimientos irregulares

Ayer mi hermano le llamó a mi mamá para felicitarla por el día de las madres. En otra familia esto hubiera sido lo normal (ya digo que la normalidad está sobrevaluada) pero para nosotros fue todo un acontecimiento. Hablaron unos minutos, él dijo feliz día, ella puso cara de sorpresa, mi papá dibujó una sonrisa nostálgica y orgullosa. Finalmente seguimos platicando por horas; yo observándolos, ellos manteniendo esa sonrisa que no se puede describir.

 

El fin de semana llevaré a mi mamá de compras como regalo de día de las madres, pero creo que ya recibió el mejor regalo que le podían dar. Y estamos todos tan contentos, porque la vida es así, sencillita y carismática.

 

Sin tapujos

Los viernes me pongo de buenas. Siempre tengo una actitud muy diferente al resto de la semana. Puede ser la influencia del fin de semana, saber que vienen un par de días de descanso. Puede ser que el viernes casual, venir en fachas o cómodamente sport me relaje, o tal vez sólo me sienta más libre de saber que e medio día y sé que se me pasa muy rápido. No sé, pero los viernes siempre cambio de actitud y me gusta. La gente puede ver por fin cómo soy en realidad, sin tanta seriedad y “tapujos”, sin tanto protocolo y monosílabos. No sé porque soy más odiosa el resto de la semana, pero es un hecho que los viernes, esto se baja al nivel mínimo.

 

También me pongo sentimental, me da por escribir en el muro de todos, por mandar correos, por conectar con amigos que no he visto hace años y dar consejos a los que no son ni amigos, es como si los viernes fuera más feliz y tengo la necesidad de compartir esa felicidad. Lo que sea, es bueno.

 

Entre otras cosas, este viernes en particular me siento mejor, creo que voy avanzando con eso de mi locura temporal y ya estoy recuperándome. Lo digo en el sentido estricto de la palabra, que ya estoy logrando recuperar quién soy, cómo era antes de todas estas crisis nerviosas que no me dejaban verle el lado positivo a nada. Empiezo a recuperar la emoción por las salidas, los viajes por ejemplo que en su momento me empezaron a causar terror. No estoy al 100% todavía, lo sé, pero creo que ya llegamos al 80% y eso me hace muy feliz.

 

Me da gusto porque si no recupero el positivismo pues me voy al hoyo. Siempre me ha gustado ser una persona optimista y haber estado varios meses con la sensación de que todo era una porquería y “cómo me pudo pasar esto a mí” ya me tenía cansada. Ojala esté en lo correcto, que no hablen las drogas que sigo tomando y que todo vaya hacia delante.

 

En estos meses también me he dado cuenta con toda la gente con la que cuento y francamente es más de la que hubiera imaginado. Eso también me da mucho gusto y por mi parte, planeo tener más contacto con esas personas que tenía olvidadas, pensando que tal vez mi vida y la suya no cuadraban mucho y era mejor cortar por lo sano, pero no, como dice mi Psych, tengo que empezar a darle oportunidad a la gente. Y eso haré, empezando por mí.

 

Estoy muy contenta ahora y sólo deseo mantenerme así, ir recuperando todo eso que se me fue de las manos, pero que a final de cuentas no perdí, sólo tengo que hallarlo y recuperarlo.

 

Sin nombres, sin menciones, sin placas honoríficas, ustedes saben quienes son, así que gracias a todos los que se han chutado esta etapa malsana y han seguido ahí, apoyando, ayudando, aguantando simplemente. Nunca había caído en cuenta lo importante que son la personas a tu alrededor, más allá de las reuniones, los eventos especiales, “las buenas”, pero en “las malas” me he dado cuenta que estoy casada con mucha gente que sin firmar un papel acepto estar en ambos escenarios y sólo puedo decir Gracias Totales.

 

Ahora sólo queda seguir mi plan de este viernes, la vida es demasiado corta para andarse con tapujos, así que hay que mandar todo a la chingada y quedarnos con lo que nos haga felices. Ya estuvo de quedarse con las ganas por quedar bien. La vida sin tapujos, como decía hace algunos años, no hay que echarle ganas, hay que echarle corazón y para hacer esto hay que ser transparentes, congruentes, auténticos, vaya, vivir sin tapujos, con la integridad que nos de la gana para ser feliz.

 

miércoles, mayo 02, 2012

Rarezas

Soy muy rara, ya me lo han dicho en repetidas ocasiones pero me doy cuenta que lo soy cuando yo misma sorprendo. Me molesta la gente que trabaja cuando yo no tengo ganas de trabajar. Me molesta su ir y venir, sus prisas, su afán en sostener este negocio pensando que no va sin ellos, cuando el negocio siempre va. Me molesta su hablar apurado y su sorpresa de verte tranquila, porque ellos no están tranquilos, ellos están de arriba para abajo y les resulta extraño quien no lo está. Me molestan sus interrupciones, su idea de que todos vivimos como están viviendo ellos. Me molesta su quedarse tarde cuando ellos sí que salen temprano, porque llegaron más temprano que todos, pero no acaban, ellos nunca acaban de trabajar, no terminan de tener prisa, no respiran, no se calman. No me afectan pero me molestan. Como las palomillas alrededor del foco, que no molestan mientras están ahí, pero que no puedes perder de vista por si deciden emprender el vuelo hacia tu cabeza. Yo no quiero que ellos, los de las prisas y la adicción a los deberes, se me metan en la cabeza. Yo no quiero jamás, ninguna vez, volverme así.

martes, abril 24, 2012

Un paso a la vez

Hoy en el radio venía escuchando Alfa, la estación me gusta aunque Esquinca no. Sin embrago, me quedé escuchando la historia de una enfermera australiana, que a cargo de los pacientes terminales, había logrado descubrir las 5 cosas más comunes de las que se arrepiente una persona al encarar la muerte. Me quedé escuchando porque siempre he pensado que lo único inteligente en la vida que puedes hacer es no arrepentirte de nada, incluso de los errores porque de ellos aprendes y quizás en ese momento no había más opción. No debes arrepentirte principalmente porque no se puede regresar el tiempo, y cada arrepentimiento será una carga más que llevar en la vida. Entonces escuché como una a una las 5 culpas más comunes me chocaban totalmente. Si yo hubiera sido uno de sus pacientes –me alegro que no- tendría que haber mencionado las mismas cosas y no me gustó. Así que un paso a la vez, iré reparando el camino para el día que tenga que pasar al otro mundo lo haga en paz. Pero sobre todo, para empezar a ser mucho más feliz. ¿Por qué de qué se trata la vida si no de ser feliz?

 

La tristeza profunda de no haber llevado una vida auténtica, sino la vida que otros querían.

Tanto luché contra esto que terminé haciéndolo. Recuerdo un capítulo de Friends, en que Rachel dice: “Dios, me esforcé tanto en no parecerme a mi mamá que no vi venir esto” al darse cuenta que era igual a su padre. Me pasó lo mismo. Me esforcé mucho en hacer y dejar de hacer muchas cosas para no parecerme a personas que me desagradaban; profesores, compañeros, figuras públicas, mis padres incluso –al menos sus cosas malas-, y terminé siendo uno de mis tíos. Claro, porque lo admiraba e inconscientemente quería ser como él. Pues bueno lo fui. Pero a mis 29 años me di cuenta que eso no me gustaba, que era un Carlos perfecto pero había dejado de ser Vero. Y siendo una copia fiel de Carlos me iba bien con los demás, por eso nunca me percaté del error. ¿Pero y yo qué? Yo no quiero ser tan paranoica con el dinero, ni tenerle tanto temor a perder la seguridad o la estabilidad de un trabajo o una casa, yo soy más impulsiva, yo sueño más, yo busco cosas diferentes, retos nuevos y cosas fuera del protocolo, así que no puedo seguir viviendo en el protocolo y la diplomacia que hace tan feliz a la gente que me rodea. Necesito ser feliz yo.

 

En una sesión de hipnoterapia breve, me regresaron a los 7 años, tenía que verme a esa edad, recordar que sentía, que hacía, cómo pensaba, y después, tenía que entrar mi yo adulto a la habitación. Cuando yo, de siete años me vi entrar pensé: “Ostia, ¿en eso me convertiste? ¿Qué pasa con esa ropa de oficina, con las ojeras de levantarse temprano, con la cara desguanzada de que odias lo que haces, con tus aires de grandeza corporativa que hacen feliz a todos menos a ti? ¿Dónde están los jeans? ¿Dónde están tus partituras? ¿Dónde está la sonrisa rebelde de que seguramente estabas haciendo algo que haría enloquecer a todos pero te haría completamente feliz a ti? Me decepcioné. Decepcioné a mi pequeña Vero porque la convertí en el clásico adulto que no quería ser. Y ahora sólo queda reparar el daño. Aún hay tiempo de convertirnos las dos en lo que siempre hemos querido ser, y escuchar por fin ese grito de “estás loca” que nos libere.

 

La frustración de haber trabajado demasiado y compartido poco.

Otra en la que jamás pensé caer. Debo reconocer que en este aspecto trabajar en HP me ayudó muchísimo. Aprendí el valor del tiempo y como estar en una oficina es totalmente retrógrada e innecesario para cumplir con tu chamba. De modo que no salgo tarde, ni trabajo los fines de semana ni nada de eso, sin embargo, el trabajo sí ha sido un pretexto para no hacer cosas. Sobre todo aludido al cansancio. Dejo de hacer cosas, de salir, porque siempre estoy cansada de trabajar y quiero hacer nada en mi casa, literalmente.

 

Le tenemos tanto respeto al trabajo, que nos dejamos de respetar a nosotros mismos. Recuerdo que cuando la Yaya estaba en el hospital, iba un rato a verla a la hora de la comida, me comía una torta para que me diera tiempo y estando ahí pensaba en que fregadera era tener que volver cuando yo quería quedarme ahí, con ella. Y que fregadera era tener que sacrificar la hora de la comida. Estaba poco tiempo y cuando llegaba el relevo salía corriendo de regreso al trabajo. Si no llegaba nadie y era demasiado tarde, tenía que irme igual. Salía desganada, preocupada, para llegar y ver que el mundo no se había caído sin mí. Debí haberle dicho a mi jefe y equipo, esta es la situación, los próximos 6 meses o 1 año, lo que dure, voy a tomarme 2 horas de comida y voy a salir temprano para ver a la Yaya, y se acabó. Cuando no cumpla un objetivo entonces hablamos. Pero no lo hice, y a veces pienso en todo el tiempo que pude haber pasado con ella, pero yo tenía muchas cosas que hacer. Igual me escapé muchas veces, pero vaya, a lo que voy es que el trabajo debe ser de las prioridades más bajas. Voy a trabajar al menos 20 años más, con la Yaya me quedaban 6 meses, ¿Qué valía más la pena? ¿Dedicarle tiempo a mi trabajo o a ella?

Jamás me volveré a perder una comida, un festejo, un cumpleaños, una cita, por motivos de trabajo, si tiene que ser así, entonces buscaré otro trabajo que no arruine mi vida. En aquella hipnoterapia me decían también, tú sólo te dedicas a sembrar ¿a que hora vas a cosechar y disfrutar de comerte la cosecha? Muchos lo hacen cuando se mueren, me prometo que no será el caso.

 

No haber sido capaz de expresar mis sentimientos.

Sigo sin ser capaz. Al psiquiatra le molesta mucho esto y parece que no avanzamos. Él insiste que debe ser que tengo algo atorado, un recuerdo reprimido que no me deja demostrarle a los demás que soy un ser común y corriente que ríe, llora y se enoja. Debe tener razón, pero yo sigo sin encontrar que es lo que atora mis emociones. Lo que sé y le comenté es que odio el teatro que hace la gente alrededor de una emoción. Si lloras, ya viene todo el mundo hasta a los que les caes mal, diciéndote palabras de aliento, alcanzándote unos kleenex, preguntando que pasa, si pueden ayudar en algo, y resulta que sólo se te salieron unas lagrimitas porque te pegaste en el nervio del codo. Enojarse es aún más difícil. La gente cree que uno debe controlar su ira, y mientras más elocuente reaccionas ante alguna provocación más te respetan. Pura mierda. Tenemos derecho a enojarnos. Yo tengo derecho a enojarme como me de la gana, tengo derecho a aventar cosas o pegarle a los muebles si quiero, a gritar o hacer un escándalo, es mi manera de sacar las cosas. El psiquiatra me dijo que debía darle oportunidad a la gente y se la voy a dar. Tengo el remedio para esto y es muy sencillo: “Jódete”. Cada vez que alguien me diga, “ay cálmate no es para tanto” yo le diré: “Tú jódete.” Cada vez que manifieste mi deseo de pegarle a alguien en la cara y alguien me responda con un: “caaalma, ¡que violenta!” le diré: “Tú jódete.” Y de aquí en adelante, si alguien se mete con mi manera de expresar lo que me de la gana, desde un berrinche de kinder hasta una risa desparpajada, sólo le diré: “Tú jódete.” Y tal vez añada un “pinche amargado”. Por que cuanod uno se enoja también tiene todo el derecho a decir groserías e improperios varios.

 

Haberse quedado en contacto con los amigos.

De esto no estoy muy segura. Sí le he perdido la pista a varios, pero ha sido más su culpa que la mía. Yo he querido tener contacto con gente de la prepa por ejemplo, pero ellos no. Tenía muchos amigos hombres, y como las viejas somos muy argüenderas –aunque de verdad podría no incluirme- una vez aparecida la novia o la esposa prefirieron cortar por lo sano aunque fuera una simple amistad, ya que esta civilización –y sobre todo el sexo femenino- sigue sin entender cómo se puede dar una amistad entre un hombre y una mujer sin sexo de por medio. Otros de plano no olvidan los rencores, y si contestan cosas como: “¿ya se te olvidó que nunca me devolviste mi goma? No voy a tu fiesta.”  Eso es de hueva. Y otros yo he decidido no verlos pensando que tal vez sus vidas y la mía no cuadren mucho por lo tanto es mejor no moverle. Pero a ese sector sí que podría recuperarlo. Prometo hacer tiempo y espacio para retomar el contacto con amigos muy queridos como el George y su bacacho, Beavis, Montse –veremos si no entra al grupo de ya me casé y no tengo tiempo más que para mi marido-, la otra Montse –si quiere, Shak –si quiere también, Aydé, Vivi, Zuly, -que veo una vez al año, la Toca, Maky… ya veremos.

 

Haberse permitido ser más feliz.

Y este es un conjunto de todo. Recuerdo perfecto como decía “no podría ser más feliz que ahora” y lo mucho que me vanagloriaba de sentirme feliz con pocas cosas como un buen café, un whiskol, mi casa iluminada por mi Castor, brincar en la cama… y unos días después tuve un ataque de pánico regresando de vacaciones y nunca volví a sentir esa emoción de ser feliz con una tontería. Y es que no puedes ser feliz si no te gusta tu trabajo, tu oficina, que es un lugar al que vas todos lo días. No puedes ser feliz si no haces lo que te gusta, si estás pensando todo el tiempo en estar en otro lugar haciendo otra cosa. No puedes ser feliz si te da miedo decirles a tus padres quién eres realmente, cuando a decir verdad creo que soy una gran persona, aún cuando no cubra sus expectativas o más bien sus sueños. Yo sería feliz siendo yo, dedicándome a la música, siendo libre de mí y de la gente, diciéndole “jódete” a quien se lo merezca, siendo auténtica y congruente cueste lo que cueste y pésele a quien le pese. Así uno puede ser feliz. No estoy muy lejos. Tengo muchas cosas que quería para construir mi felicidad como mi Castor, pocos y muy buenos amigos, pocos y muy entrañables familiares, un bonito y cómodo departamento, un trabajo que al menos me da para mis chicles y la escuela que me llevará por fin al sueño de la música, sólo tengo que ajustar algunos tornillos más para permitirme de verdad ser más feliz. O al menos sonreír con más frecuencia.

 

Creo que esto es como los pasos de AA, lo primero es reconocerlo y lo segundo ser muy valiente para hacer lo que haga falta para reparar los errores. Así sea perder cosas o gente en el camino, perder seguridad, perder dinero o cosas materiales, mientras me haga feliz, creo que ya no me importará rendirle cuentas a nadie, más que a mí. Sabré que voy por buen camino cada vez que miré hacia atrás y sonría, o cuando dejé de mirar hacia atrás.

 

Al fin y al cabo, sí que hay veces que el partido se gana en los dos minutos de tiempo de compensación”.

lunes, abril 09, 2012

Sueños

Yo me pregunto porqué hay gente de la que te acuerdas todo el tiempo. Se te aparece en los sueños por ejemplo, todo el tiempo. A veces en buena onda y otras no, a veces en su forma original y otras diferente, como otra persona o en otro look pero tú sabes que sigue siendo la misma, a veces incluso a otra edad, pero es esa misma persona siempre. Me pregunto porque esas personas no se van. Porqué de repente vas caminando y te sorprendes pensando en ellas. A veces son personas que no te caen bien, que te hicieron cosas, pero ahí estás caminando y pensando en algún evento que pasaste con ellas, acordándote de algo, bueno o malo y preguntándote en consecuencia dónde estará ahora. A mí lo que me pasa a veces es que me enojo y digo. ¿Cómo estás pensando eso? ¿No tienes cosas más importantes en qué pensar?

 

Tal vez sea eso, que en su momento fueron importantes, sin importar cuanto la hayan cagado después. Hay gente con la que sueño diariamente, como mi hermano o la Yaya, últimamente gente de la universidad también se ha vuelto recurrente. No sé si mi subconsciente lucha con todas sus fuerzas para volver a un tiempo que considera mejor. Pero también sueño con ella, y mi subconsciente aún inteligente en mi sueño me dice que no, que por ahí no, que aproveche el momento para huir antes de empezar la historia o en todo caso evitar repetirla, y entonces aparece ELLA, quien en cada sueño me salva de todo, incluso de mí misma.

 

Los sueños son una cosa tan compleja. Nunca sabremos si son solamente unos segundos de alucinación sin relación alguna con la realidad o proyecciones de nuestros deseos, flashes de nuestro futuro, destellos de lo que ha sido, lo que pudo ser, o lo que quisiéramos que fuera, pequeños trailers de esas películas que nos gustaría rodar en nuestra vida, incluso las de terror, que queremos evitar a toda costa, avisos, alertas de nuestros peores miedos, vistazos de esperanza, sueños, en todo el sentido de la palabra, para hacerse realidad.

 

En cualquier caso, yo sueño mucho, soy de esas personas que llegan a controlar sus sueños, sé lo que está pasando y puedo decir quiero ir aquí, quiero abrazar a esa persona, necesito apurarme a llegar allá porque estoy a punto de despertar, sé cuando es un sueño y a veces me obligo a despertar, otras veces me esfuerzo por permanecer dormida y seguir en la fantasía, tal vez con los pies metidos en el mediterráneo con personas que ni siquiera conocí. Después me paso el día analizando eso que soñé, pensando en porqué esas personas se me siguen presentando noche a noche, aún concientemente, me pregunto todavía si son señales, si hay algo que debería hacer, o si simplemente se quedaron en un archivo muy a la vista y mi mente cuando se aburre es lo primero que ve. Como las cajas de los cuartos de servicio, donde la primera al lado de la puerta, es la que siempre revisas primero, aunque a veces no quede tiempo de revisar las demás, pero eso no quiere decir que es la que tiene las cosas más importantes.

jueves, febrero 23, 2012

El trabajo y yo

El trabajo y yo no nos llevamos bien. No es un tema de “no quiero trabajar” si no que el trabajo como se maneja en México no es lo mío. Siempre dicen que te dediques a algo que te guste y entonces no tendrás problema con trabajar, pero seamos honestos, es muy difícil dedicarte a lo que te gusta y conseguir una combinación productiva de factores de trabajo. Quiero decir, que es difícil que te guste, esté bien remunerado, la empresa tenga buen ambiente, te lleves bien con tus compañeros, te acomode el horario y te acomode el sistema. Lamentablemente siempre hay algo que falla.

 

Yo en algún momento me fui por el camino capitalista y busqué entre las cosas que me gustaban la que mejor rendimiento me diera, pero eso no implica que la que escogí fuera el top de mi lista de opciones. Actualmente tengo una buena combinación de factores, pero ese sistema 60tero de ir a la oficina a diario, comer en una hora y volver a casa con un mundo de gente a la hora pico sin ganas de hacer nada, no es lo mío. Yo creo que no es lo de nadie, pero hay gente tan embebida en el sistema que ni se imagina lo que sería tener algo mejor.

 

Aunque no me gusta el sistema me he adaptado y lo he hecho bien, pero hay días que la tierra se da la vuelta y el sol sale por el lado incorrecto, entonces, te desacomoda la perspectiva y terminas no entiendo ni ostias de lo que pasa.

 

No sé qué pasó, justo en este momento de mi vida en el que no debería tener alteración alguna –por salud- todo me pasa. No sé bajo que artes tomaron –o tomó- esa decisión, y analizándolo muy detenidamente puede ser más conveniente la nueva situación pero no deja de ser un golpe mortal para el orgullo.

 

En un trabajo me pasó que me ascendieron 2 veces, aumentando la chamba, las responsabilidades y sin aumentar el sueldo. Ahora me aumentaron el sueldo me redujeron la chamba y sí, me descendieron de puesto. Es un título, un nivel jerárquico, una posición en un organigrama que nadie ve. Algo que sinceramente me afecta para bien, ganar más por hacer menos debe ser como diría Lenny “una combinación ganadora” pero sigo sin entender cómo llegamos ahí, y de alguna manera no me termina de convencer. Además a mi no me engañan, aunque todo parezca igual, en términos de crecimiento no es lo mismo trabajar para subir 2 pisos que trabajar para subir 3, o incluso trabajar en el PH y no tener a donde subir. No soy mediocre, no me gusta hacer siempre lo mismo y no me gusta que me den atole con el dedo.

 

Hay algo aquí que anda mal, no sé qué es pero lo descubriré y creo que sólo me queda ver si la nueva estructura me funciona, y si no funciona, tendré que ir a buscar aquel 3er piso en otro lado, porque de lo que estoy segura es que puedo hacerlo. A mi nadie me va a decir que me quede aquí tranquila en el chapoteadero si yo sé que puedo perfectamente irme a nadar con tiburones. Ya veremos.

 

lunes, febrero 13, 2012

Crisis

Las cosas no han salido bien últimamente. Todo empezó antes de las vacaciones, ese mismo día en el aeropuerto tuve una especie de break down que le achaqué al cansancio y falta de energía, pero nunca me hubiera imaginado que era una crisis. En toda la semana lo pasé bien, no pensé que volviera a darme ese "apachurramiento" pensé que el Shot B estaba funcionando, pero bastó un evento alarmante para desatar mi estrés y entonces sí, el cuerpo tocó fondo. ¿Cómo imaginar que te va a dar una crisis de nervios regresando de vacaciones? Supongo que el cuerpo y la mente se relajaron a tal punto que logaron sacar lo que no les había permitido mi agitado día a día.

Se siente pinche, doy gracias a Dios de tener a mis papás junto a mí que ha sido lo único que ha ayudado a la causa, supongo que como los animales, el instinto te lleva a lo viejo conocido, este es mi lugar seguro y el único donde puedo sanar de algo así.

No sé porque haya sucedido. Tal vez debí prestar atención a señales que no tomé en cuenta, tal vez podría haberlo evitado pero lo hecho, hecho está.

Espero que mañana logren dar con el punto clave y arreglemos esto. Sé que estoy poniendo varias cosas al filo de la navaja como el trabajo y mi pareja, ya que no tengo cabeza ni espíritu para pensar en eso ahora. Deberíamos sentir la libertad de decir, esto, estos días, esta vez, se tratará solamente de mí y lo que yo necesito, también se vale.

Espero que los remedios caseros y el "ohm" sigan funcionando e ir mejorando. Ojalá tenga l oportunidad de ayduar a alguien más en esta situación porque no se siente bien, y espero con todas mis fuerzas que sea la última vez, no quiero que esdto se repita jamás, es increíble lo mal que te puedes sentir y no podertelo explicar. Y es impresionante ver cómo hay cosas que simplemente no puedes enfrentar solo.

Arrieros somos y en el camino andamos, vamos pues.

lunes, enero 30, 2012

del honor y otros demonios

Este fin de semana estuvo lleno de todo. Días ocupados, festejos, fiestas y cenas, comidas, juegos, pláticas y borracheras, todo en un par de días. Este fin de semana aprendí algo que no sé si es importante pero si muy productivo para mí, aprendí que el honor es algo que la gente cree que se inventaron en el medievo para hacer a los caballeros más atractivos, pero en realidad es un valor moral que deberíamos tener, conservar y demostrar cada día en cada cosa.

 

Hace unos años escribí que mis deseos para el universo no podían ser más de quiero esto y quiero lo otro, tenían que empezar a ser peticiones para alcanzar por mis propios medios todo aquello que quisiera. En ese entonces pedí mejorar mi calidad de vida, en vez de un mejor trabajo o un millón de dólares. Lo mejor fue que lo logré, a través de todo lo que estuvo a mi alcancé y todo por lo que en ese momento me di a la tarea de alcanzar. A lo largo de los últimos 3 años –si no es que más- además de centrarme en lograr todo aquello que necesito –o creo necesitar- para tener una gran vida, he tratado de centrarme en ser una mejor persona. Difícil decisión, pues además de que no se puede ser bueno-bueno la perspectiva ante si eres buena o mala persona es amplísima.

 

Creo que he mejorado mucho. Ya que no nos podemos poner de acuerdo con que está bien y qué está mal, lo mejor es crearte tus principios y valores y seguirlos hasta donde sea posible. Ser congruente contigo mismo. Yo no quería ser elitista, materialista o superficial pero a veces se me iba la pinza pues siempre he tenido un miedo inherente a quedarme sin nada, necesito la seguridad del dinero, de la casa, de los ahorros, del futuro. Poco a poco y con ayuda de grandes personas he logrado quitarme ese miedo hasta llegar al punto de, si fuera necesario, donar todo lo que tengo por una buena causa. Ya no me importa tanto. Jamás hablo de dinero ni me preocupa que se acabe, no me gustan las marcas, ni la presunción, me gusta tener cosas que me gustan sin importar lo que valen y me gusta rodearme de gente igual. Definitivamente deje de ser una persona pose y medio farol, creo que no importa lo que tienes mientras eso que tienes te haga feliz. Y definitivamente no eres mejor persona por las cosas que tienes. Eso nunca lo pensé, pero lo he ido reafirmando a los largo de estos años.

 

También me di cuenta de que puedes crecer con gracia o por desgracia. Crecer e ir asumiendo el rol que te dan los años es increíble. Crecer y disfrutar de cosas nuevas, como las cenas gourmet en vez de los tragos baratos, salir por gusto y no porque es inadmisible estar en casa un viernes por la noche, disfrutar de ver el techo porque estás agotada por la semana. Entre otras cosas, aprender a apreciar todo aquello por lo que renegabas es muy agradable. Asumir este rol de cuidar a los padres como ellos lo hicieron contigo, ayudarles cuando puedas, invitarlos a comer, invitarlos a tu casa, preocuparte, saludarlos, extrañarlos y empezar a verles el lado que nunca les viste mientras estabas con ellos es fantástico. Y lo es porque es una decisión propia, ellos ya jamás te obligarán a nada, pero tener la suerte de estar en posición de echarles la mano y hacerlo es lo mejor que te puede pasar. Ellos deben haberse equivocado conmigo 1 millón de veces, y el mismo millón renegué de ellos, pero es imposible que yo no me haya equivocado el mismo millón de veces. No es una retribución, es el gusto de hacer algo por aquellos que te guste o no, hicieron todo por ti, y si no lo hicieron, lo más “honorable” que puedes hacer es ayudarles igual, porque ahora puedes, porque tú sí quieres hacer bien las cosas, porque puedes demostrar que siempre hay tiempo para reivindicarse. Porque no ganas nada diciendo: ahora fastídiate como yo. Pero ganas mucho siendo la mejor persona.

 

Yo quisiera ser una persona honorable, respetable, no alguien a quien le das una patada y te da un abrazo, pero si alguien que no te contestará la agresión. Honorable es alejarte y punto, y si algún otro alguien agrede a esa persona que te agredió, y estás en posición de evitarlo, lo evitas igual. Es una cadena, si no detienes la primera patada un mal día te llegará por detrás. Creo que muchísimas personas no miden las consecuencias de sus actos ni de sus decisiones. Somos producto de nuestras decisiones y jamás se me olvidará aquella anécdota de una amiga: “Le había hecho el internado miserable, lo trataba con la punta del pie, y le obstaculizó la carrera todo lo que pudo, un día, siendo el ya un médico reconocido y respetable, aquel otro le buscó, lo saludo efusivamente buscando tal vez el conectar con alguien tan importante ahora, y el muchacho le dijo: Usted creyó que el internado iba a durar toda la vida, pero se acabó, yo a usted no lo saludo”.

 

A veces pensamos que vamos a estar en la misma posición toda la vida, y si esta es ventajosa aún más, pero no sabemos. No sabemos cuando dará vuelta la tortilla y si teníamos no tendremos y será necesario pedir, y si no teníamos tendremos y será nuestra responsabilidad ayudar sin importar quién es. Es fácil vengarte, decir no quiero ayudarte aunque puedo, pero nadie tiene seguro ese lugar en la vida, todo puede pasar. Y más allá de tener un back up, cuando ayudar no te quita nada, es lo más honorable que puedes hacer.

 

¿Pero que es el honor en el siglo XXI? Esa cosa de la que hablan los caballeros de la mesa redonda, un cuento, una leyenda, un algo que a efectos de esta vida moderna, no tiene sentido.

 

“Y sin embargo… se mueve”

 

 

lunes, enero 23, 2012

De cuando el control excesivo hace perder el control.

Las empresas se ufanan cada vez que mejoran la seguridad de la red prohibiendo cuanto pueden para los usuarios y así "asegurándose" que no les quedará opción más que trabajar, porque cualquier otra cosa, hasta leer las noticias, será imposible. De este modo se aseguran de que sus empleados sean mucho más productivos ya que no tienen manera de perder el tiempo y además protegen la red de los peligrosisímos videos de Youtube, las temibles redes sociales y el horror de las descargas de iTunes, porque hay que entender que las canciones de Glee pueden poner en peligro al cotización en bolsa de las acciones del negocio. Ya me imagino, “a esta no le inviertas porque un analista se descargó el pacman” y claro la seguridad, porque descargarse un audiolibro en estos tiempos puede llevarte a la cárcel. Pero...

 

Hoy las claves de acceso de las cuentas empresariales de SM no funcionan.

Hoy el proxy bloqueo la parte de edición del sitio que tengo que administrar.

Hoy el proxy bloqueó y desinstaló el programa por el que acceso al servidor de la revista electrónica no pudiendo acceder a los archivos que debía subir.

Hoy el proxy no me deja entrar a la página de edición del sitio corporativo.

Hoy yo no puedo arreglar directamente nada de esto –como antes- porque tengo todos los accesos bloqueados y helpdesk aún no logra resolverlo.

 

¿Y que pasó?

 

Que todo el día he estado jugando angry birds en el teléfono y sólo espero que den las 6:00.

 

Tal vez es que la empresa y yo confundimos el significado de la productividad.

miércoles, diciembre 28, 2011

Cerrando...

Este año fue de lo más pinche. Tuvo sus cosas buenas, como el coche nuevo pero en realidad estuvo bastante crappy. Empezó del carajo con el declive de la Yaya que nos mantuvo medio año deseando que al creador lo partiera un rayo, y para ella debió ser unas 10 veces más horrible, lo que a mí me ponía 10 veces de peor ánimo. Finalmente se fue poco antes de mi cumpleaños y obviamente ese trágico evento consagró el 2011 como un año para tirar a la basura. Dadas las circunstancias no recuerdo mucho del primer semestre más allá de las visitas al Hospital, de las comidas en los caldos, en el Dumas, del estrés total, de la esperanza y la desesperanza que iban acorde al humor de los médicos y de su carita que de alguna manera lograba sonreír de vez en cuando.

 

La segunda parte del año no trajo mejores cosas. Empezamos a sobreponernos del trago amargo con la adquisición del coche, que trajo un montón de líos y de tranzas que resolvimos como los grandes, pero que nos dejó a la vez un muy mal sabor de boca en cuanto a este tipo de transacciones y sin ganas de volverlo a hacer pronto.

 

Después tuve ese altercado en la oficina porque mi jefe enloqueció y estuve un par de meses maldiciendo las mañanas por tener que ir a trabajar, después la cosa mejoró bastante y finalmente el terreno laboral se volvió a echar a perder hasta quedar como un chapoteadero, a gusto, pero sin posibilidad de echar la nadadita.

 

En este mismo ámbito todo colapsó en el trabajo del Castor, el abuso y el exceso de poder de quienes debían convertir un asunto en algo bueno, lo convirtieron en algo nefasto, tuvo –igual que el coche- sus cosas buenas, pero tampoco fue algo digno de admiración, no por parte de ellos, pero cabe destacar el logro de ella. Todo esto nos trajo problemas maritales, que logramos superar como siempre, pero que también se llevó entre las patas el buen sabor de algunas semanas en este terrible año.

 

Finalmente vinieron las fiestas, que esta vez no traían un aire de unión y felicidad como los años anteriores si no una nostalgia, una melancolía que se te hacía nudo en la garganta –y en el hígado- . Mucho estrés por definir dónde pasarlo, qué comer, sobrellevar a los que ya no estaban y los que habían decidido no estar, pasar muchas cosas “por primera vez” que no eran agradables y seguir definiendo qué con las fiestas, cuando tu espíritu quiere estar en un lado con unos pero te quedas en otro con otros. Los regalos muy bien, la familia también, pero por primera vez quiero que se acabe de una vez este asunto de las fiestas.

 

Conflictos, tristezas, mentadas, corajes, y malas experiencias me dejó este año. Definitivamente fue un año de pérdidas y de aprender a ser fuertes, o acordarse de que lo éramos. Ni modo, a veces pasa. Nunca había tenido un año así de malo y siempre hay una primera vez. Así que todo lo que le puedo sacar a este año de porquería es la esperanza de un 2012 increíble, lleno de sueños por cumplir, con sus respectivos instrumentos para cumplirlos. Así que 2011, me voy despidiendo con la satisfacción de no tener que volverte a ver jamás y la consigna de que te vayas mucho a la mierda.

 

2012, here we go! Con toda la actitud y mi casco de guerrero por si te quieres poner loco.

sábado, noviembre 19, 2011

Lo que ella me dejó

Un apellido, una palabra, o esa pasión de llevar cierta sangre que te hace excepcional. No mejor, sólo diferente. Ese sentimiento de pertenecer a un equipo que siempre lucha con todo y contra todo, saber que te han legado un espíritu fuerte que no se rinde ante nada, y que sueña. Que sueña con cambiar el mundo y conquistarlo, con ser invencible y de alguna manera, te acuestas en la cama un día y descubres que sí lo eres. Que eres casi perfecto, casi feliz. Porque perteneces a una familia que lo tiene todo, una familia con corazón, con ganas, con sabiduría y algo de locura, con un lado obscuro que lo hace todo más divertido, con una luz que te guía cuando te pierdes, con una unión que sabe navegar por el atlántico, volar desde cualquier parte y estar cuando se le necesita. No se lleva el Sardá en el nombre, se lleva en la sangre, se bebe, se come, se platica, se vive, se respira. Yo lo siento cada día y cada noche. Siento a los que se han ido como medallas de honor colgadas en el corazón, y vivo con los que estamos como mis compañeros en la batalla y mis amigos en la fiesta. Ser parte de esta familia es lo que me dejó la Yaya y no sólo se lo agradezco, se lo admiro.

 

Te extraño tanto que voy a volverme loca. Todavía espero que aparezcas en mi ventana con la tabla de damas chinas, todavía no me atrevo a borrar tu teléfono de la agenda, todavía espero escucharte diciendo: “hola mija que milagro”. Todavía. Y en algún momento te escucho, y me dices que no puedo estar triste, que estás bien y te siento por ahí cuidándome pero no logro entenderlo. Tal vez si fuera más religiosa sería más fácil. Pensaría que es algo que quiso dios y punto, pero hay cosas que simplemente no logro comprender -o aceptar-. Si hay algún lugar donde busque fuerza es en ti, y entonces se vuelve más complicado.

 

Sí, hubiera querido que te quedaras para siempre. Tener mi lugar seguro en tu casa para siempre, tus palabras sencillas y sabias y tu mirada cómplice para siempre. Hubiera querido que te quedaras para siempre. Ayer soñé que estabas bien, que hablabas bien y te decía: “mira Yaya, ya hasta recuperaste el acento”. El mejor fue mi cumpleaños, que soñé encontrándote al final del pasillo y me diste un abrazo, gracias por haber venido. Tuve que despertar pero desde ese día supe que siempre estarías cuando lo necesitara. Y por fin soñé contigo en lo que debe ser mi versión del cielo, una mesa de juegos entre un montón de nubes, yo creo que era la antesala más bien, espero que el cielo sea mucho más atractivo. Y por fin supe que estabas bien. No se me olvidará qué me dijiste: “siempre estamos” y desde entonces si te extraño sólo pienso en eso y de alguna manera me contento, porque efectivamente siempre estás. Yo sé.

 

El 5 de Junio el mundo dejó de sonreír por un momento. Otros dejamos un poco más. A unos cuantos meses de haber pasado el ladrillo por la garganta, pues no han sido muchos en realidad, sigo pensando lo feliz que fui cuando supe que por fin descansarías y no podría seguir más triste. Pero siempre te imagino jugando cartas con todos esos amigos que se te habían adelantado y que extrañabas, platicando con Juan, con alguno de tus padres y sobre todo nuevamente del brazo con el Habi, con sus chiles en el bolsillo, que si lo extrañabas tú el debe de haberte extrañado a rabiar.

 

Sí te extraño, si quisiera irme a comer unos moros con cristianos en la mesa de la cocina, llamarte y preguntar “no interrumpo la novela” y que me contestaras “no, hija” cuando en realidad sí que la interrumpía. Pasar por ti para invitarte a comer y que me esperaras ya en la puerta. O el abrazo de despedida a la hora de irse, ¿cuán valioso será un abrazo que venderías tu alma por uno más? Pero a pesar de todo esto, yo sé que estás mejor, y sí entiendo cómo funciona la vida. Donde quiera que estés, espero que seas más feliz que aquí, que disfrutes y que vuelvas a vivir, no sólo allá sino en cada uno de nosotros.

 

Allá donde estás te mando mi abrazo. Espero el tuyo en alguna de estas noches, que no sea miércoles porque hay jugada.

 

Feliz cumpleaños 88 Yaya, te adoro.