lunes, febrero 11, 2008

Spain y los Km que faltan

Hoy me acordé de España. Primero, porque el viernes nos juntamos las de Madrid que quedamos aquí en la desquiciada ciudad de Mex. y segundo, porque escuché la canción de "La Soledad". Cabe mencionar que yo cuando escucho música "deprimente" no me deprimo, porque como hay rolas que me gustan mucho, más bien disfruto de la rola y no me compunge el tema, la letra o la voz lastimera del intérprete. En fin.


Hoy escuchaba esa canción y me recordó España. Leí en un blog que nunca había leído, de una amiga que hace años que no veo, lo siguiente: "Tengo una amiga que se fue lejos, y me di cuenta que vivíamos cada quien lo mismo pero diferente. Mientras ella extrañaba al amor de su vida desde allá, yo lo hacía desde acá..." Y sí, así era.


Recuerdo que cuando nos fuimos -un grupo de 8 o 10 mexican people- del otro lado del atlántico, nuestras jarras nocturnas eran siempre iguales; divertidas, irresponsables, con un poco más alcohol de la cuenta y al final, depres. Teníamos 20, 21 o 22 años a lo más, algunos más rucos pero en el mismo mood. En México teníamos una vida cómoda, estable, HECHA. Todos habíamos dejado familia, amigos, brothers, y pareja... sobre todo pareja. Es extraño, todos extráñabamos mucho a nuestros amores "desde allá", nos quejábamos, queríamos que nos alcanzarán, queríamos que vinieran de vacaciones y verlos, abrazarlos, sentirlos otra vez, los adorábamos, pero los habíamos dejado días atrás cuando abordamos el avión, meses atrás cuando tomamos la decisión de irnos y empezamos a planear la partida. No debíamos quejarnos, había sido una decisión propia, individual, pensada, meditada, tomada. A muchos nos había apoyado la pareja en esa decisión aún a pesar de "perdernos", no teníamos porque quejarnos, pero dolía, y por eso nos quejábamos. Y hablábamos todos con la esperanza de volver a México y encontrarlos ahí, esperando en el andén del aeropuerto, iguales a como los dejamos, con la misma sonrisa, con las mismas ganas, con la misma actitud y el mismo amor...


Pero el tiempo pasaba y mientras nos cortaban las venas estrofas como: "en Madrid está lloviendo y todo sigue como siempre, solamente que no estás y el tiempo pasa lentamente..." del otro lado del charco cantaban: "estoy loco porque vuelvas hace tanto que te fuiste, no te irás a enamorar allí, lo prometiste..."


Y siguió pasando el tiempo y nos dejamos de quejar. La vida cambió, el amor cambió, el extrañar cambió, las pláticas de nuestras jarras cambiaron y la música...


Recuerdo que después de Diciembre, ya con 6 meses en Madrid, todos empezamos a terminar nuestras relaciones, el teléfono no era suficiente, el messenger tampoco, el skype tampoco y sucumbíamos "desde aquí y desde allá" ante la distancia.

Empezamos a vivir como debíamos haberlo hecho desde el principio; sin ley y sin pasado pero con muchos recuerdos. Empezamos a conocer más gente y la verdad a disfrutar más las cosas porque ya no pensábamos en "lo genial que sería que estuvieran aquí", los únicos que estábamos ahí éramos nosotros, sólo nosotros podíamos disfrutar, aprovechar y pasarlo bien. Lo pasamos bien, lo pasamos tan bien que el regreso fue horrible, las despedidas eran como funerales y se sentía una opresión en el pecho como si nos estuvieran sacando el estómago por la boca, como si la partida de cada uno fuera el despoje traicionero de un pedazo del cuerpo, de un trozo de nosotros mismos. Se nos iba la vida, esa vida que a regañadientes habíamos aceptado y logrado querer, amar, tanto que era imposible dejarla... pero fue posible, y otra vez lo decidimos nosotros, cada uno a su tiempo por diversas razones, antiguas o nuevas decidió regresar y tampoco podíamos quejarnos.

Hoy, a 2 años y un poco más de haber regresado aún nos vemos y nuestro único tema de plática es España; el bar de Madrid, las vacaciones al sur que no planeamos, el susto de Barcelona, los nicknames, las canciones, las fiestas, las pláticas, la gente, la policía, la botella de vodka que no planeábamos comprar, la visita inesperada, el verano extraño, el viaje por europa, sólo eso. Creo que por eso nos vemos poco, porque nos reímos, nos gusta recordar pero nos sigue doliendo.

No sé a los demás que sea lo que les da nostalgia, quizás esa libertad de hacer lo que nos daba la agna sin consecuencia, quizás trabajar sin la presión de quedarte sin dinero porque nuestros padres eguían siendo el support principal, quizás la adrenalina del primer viaje largo, lejos, solos.

Yo... a mi me da trsiteza no haber sido más fuerte y más inteligente, haber vuelto a México por una razón válida pero tonta, haber dejado la posibilidad de una vida ideal por 3 meses de locura. Sí me lo pasé bien, sí necesitaba regresar y vivir eso, pero no sé si valió la pena. Aún me pregunto cómo sería mi vida si me hubiera quedado allá, como quería, como planeaba, como soñaba. Habría estado otro año o año y medio en Madrid con Fidel -Ana pa' los cuates-, luego me habría ido a Barcelona, curso intensivo de Catalán para trabajar allá sin broncas, estaría con mi prima Anna, quien sabe en donde, quizás habríamos buscado otro piso, quizás donde mismo y viendo fotos en la madrugada, no sé en que trabajaría, no sé dónde viviría pero estaría en la ciudad que más amo en el mundo, viviendo cerca de la playa como siempre he querido, tocando mi guitarra frente al mediterraneo como siempre soñé.

Pero lo cambié, entre la puerta número 1 y la número 2 escogí la 2 pensando, creyendo, esperando que saliera bien. Como dicen en "Hércules": "a veces se hacen locuras por amor". Y eso fue, una locura total e irremediable, una locura que me llevó a sentarme frente a esta computadora, en este escritorio, de esta empresa, en esta precisa calle de Polanco cuando lo que realmente quería era un metro cuadrado de la playa de Port Veill.

Varios amigos creen que lo que hice fue más bien una pendejada. Ni cómo defenderme. Pero si nunca lo hubiera intentado aquí, siempre hubiera estado pensando que pasaría si volviera "desde allá" y no creo que hubiera podido disfrutar tanto. Pendejo o no, era una de esas cosas que tenía que sacarme, tenía que intentarlo, esa era la bronca, estaba tan segura que saldría bien que ya no me permitía disfrutar las cosas allá, tenía que volver donde "me necesitaban".

Me dan unas ganas horribles de decirle: "no mames, por tu culpa", "tú me hiciste volver", "tú me trajiste hasta acá", "tú me querías aquí, me necesitabas aquí y no podía defraudarte". Pero eso sí que sería pendejo. Es como si te dicen que comas mierda y ahí vas, y luego te quejas que te hicieron comer algo horrible. Pues no, más bien te ofrecieron algo horrible y te lo comiste por que te dio la gana. En fin, no estoy para analogías.

El caso es que realmente me hubiera gustado ser más fuerte, más inteligente, más objetiva, más sensata. Ya me había ido, cuando me fui dejé una vida perfecta en México y aún así partí feliz, allá donde estaba el sueño. ¿Para que volver por es vida "perfecta"? era un volado, tenía que haber pensado igual que antes, "sí, que bonito volver a lo que siempre quise con quien siempre quise" ¿pero y el sueño?, ¿el sueño?, ese sueño que no sólo yo, sino mis padres, familia, amigos habían alimentado y ayudado a alcanzar, ¿dónde quedaba entonces?.

¡Ahí estaba carajo!, ¡Ahí estaba!, a 8hrs en camión de la ciudad paraíso, a 100 euros -o menos- del "Benvingut a casa nostra", ahí estaba...

Y me regresé, me regresé por... pendeja, la neta no hay más. Mira que dejar lo que soñé por 23 años para venir por algo que ni siquiera había pensado, que sucedió ni siquiera sé cómo, que pretendía que funcionara sin saber cómo, porque yo sabía en el fondo, muy en el fondo que no sería para siempre.

¿Y España hubiera sido para siempre? ahora ya no lo sabré. Son momentos que dejas ir y no vuelven, y no vuelves, y te dan ganas de pegarte un tiro.

Las oportunidades se van. Cuantas veces lo dije, cuantas... y ahora es todo lo que pido, otra oportunidad.

1 comentario:

Elder Bastidas dijo...

Un beso desde España,

Elder