lunes, noviembre 05, 2007

La profesión y otros demonios...

De todas las profesiones u oficios a los que pude haberme dedicado escogí la Mercadotecnia. Es una lástima que tengas que escoger a tan temprana edad lo que vas a hacer el resto de tu vida. Los gustos cambian, las circunstancias, las necesidades y los sueños se adaptan a tu manera de vivir y a veces, te das cuenta que lo que querías o necesitabas hace algunos años no es precisamente lo que quieres ahora.
A mí me gusta el MKT. Me gusta lo que hago y de que se trata, cuando me preguntan porqué estudié Mercadotecnia siempre contesto lo mismo: "Creo que es una carrera funcional, que nunca acaba, siempre habrá consumidores y proveedores, siempre habrá necesidades que cubrir y ahí estaré yo para hacerlo." Sin embargo, pensando en mi personalidad y mi objetivo en la vida, creo que debí haberme dedicado a otra cosa. Soy de las personas que busca el trascendentalismo, me hubiera gustado hacer algo con las manos, un trabajo de campo. Ser Doctor por ejemplo, cardiólogo o neurocirujano, quizás traumatólogo, poder salvar vidas y ayudar a la gente, trabajar todos los días pensando que lo que estoy haciendo es importante de una u otra manera, y que lo que estoy haciendo, aquel trabajo por el que me pagan es tan productivo que sería necesario que lo hiciera aunque no me pagaran, y así lo haría. Sería un doctor como el de Everwood, pro-bono, con mi clínica gratis en el antiguo ferrocarril del pueblo. Podría haber sido carpintero, para amueblar las casas de la gente y tener en la mía cosas construidas por mí misma, para seguir los pasos de Jesús según als escrituras, para arreglar las cosas de la gente que no tiene para comprar nuevas y dejarlas como nuevas. Podría haber sido Ingeniero Civil o Arquitecto, para construir casas, edificios, puentes, tuberías, instalacines electricas y todas esas cosas sin las que simplmente no podríamos vivir. Podría haber sido Bombero o Policía, para -de nuevo- ayudar a la gente, ser su esperanza de justicia, su último escape, el héroe de todo accidente, y el buen amigo que baja el gato del árbol. He sido profesor, un poco arrogante pero buena onda, he podido -según yo- compartir mis conocimientos con otras personas, dejar en este mundo una pequeña huella, y ayudar a algunos chicos a titularse, pero no me dedicaría a eso. Podría haber sido artista, concertista de piano o un latin american idol formado en estudio, dedicarme a la música, escribir canciones de protesta y de amor, tratar de escribir canciones que digan lo que todos quisieran decir alguna vez y no saben como, animar una fiesta o exaltar un sentimiento, disfrutar de las horas de trabajo haciendo lo que más quiero en la vida, componer, tocar, mezclar, cantar, dormir con los audífonos de almohada y hacer conciertos en beneficio de alguna causa justa, tocar bajo la lluvia o regalar los discos en vez de venderlos. Y por último podría haber sido escritor.
Cuando tuve que decidir que hacer toda la vida busqué algo funcional, que pudiera estudiar según mis capacidades y mi sentido de la responsabilidad en ese entonces y que pudiera ejercer sin tanto esfuerzo. Escogí Mercadotecnia. No quise ser médico porque no aguantaría la carrera de Medicina, porque jamás pasaría cálculo de área 2 y porque tenía una vida social, estudiar 8 años seguidos no me pareció tentador. No fui carpintero porque además de ser "trabajo de hombres" no era un oficio redituable y yo pretendía ganar mucho dinero con lo que fuera que hiciera. No fui arquitecto ni ingeniero porque no me gustan las matemáticas. No fui concertista de piano porque al tener que practivar tantas horas tenía que renunciar a muchas cosas y pensé que algo tan increíble como la música no podía convertirse en una obligación ni algo que al final me pesara. No fui bombero o policía porque en México hubiera sido un suicidio, no me veía boteando en la carretera a cuernavaca o embutida en esos pantalones azules y trepada en mi cuatrimoto escuchando piropos de los agentes de tránsito y estupideces de los infractores. No fui artista porque me dio miedo la competencia que había en el mundo de la música y porque no quería comprobar la leyenda de que para ser grande tienes que acostarte con medio estudio y uno que otro productor arrogante, marihuano y medio maricón. Y no fui escritor por wey, nunca se me ocurrió.

La verdad soy un buen mercadólogo, sé lo que hay que saber y he aprendido varias cosas a lo largo del tiempo, me gusta porque como dije en un principio, al menos es un trabajo funcional, que aunque no parezca, la gente y las compañías necesitan. Y contrario a lo que todo el mundo piensa, sólo un mercadólogo sabe hacer mercadotecnia, no es algo que puede hacer cualquiera. Al menos no en el siglo XXI.

De todas las profesiones la que más me hubiera gustado es la de Doctor, me encantaría llegar a las comidas familiares y que me empezaran a preguntar: "oye Vero, me ha estado doliendo aquí, no sé que es, mi doctor me dijo que me tomara no sé qué, ¿Tú que opinas?", "oye Vero, a mi hijo no se le quita el hipo, ¿qué le doy?, ¿oye Vero es malo tomar mucha aspirina?. Sería tan divertido. Y poder unirme a Médicos sin Fronteras y ayudar a toda la gente que no tiene acceso ni siquiera a una de esas aspirinas. Y de todas esas profesiones para la que hubiera sido mejor es para la de escritor. Si tan sólo me hubiera dado cuenta....

Siempre fui buena para escribir y me gustaba. Desde la primaria hasta el último día de la universidad gané concursos de composición, cuento, poesía y oratoria. Porque un escritor tiene que ser buen orador. Siempre que la tarea implicaba escribir un ensayo, una hostoria, una crítica yo me ponía feliz, invertía mucho tiempo en ello, y me salía bien. Actualmente tengo este blog, y cada vez que quiero perderme de la realidad o tengo algo que decir o que contar acudo aquí y lo suelto, a veces paso horas escribiendo borradores y no me doy cuenta que ha pasado tanto tiempo. Hubiera sido una buena escritora. Muy vivencial, muy de "El manual para no darse en la madre" y su secuela "El manual para levantarse cuando ya se dio en la madre". Alguna que otra novela como: "La ausencia de Romeo" o "El paraíso de los condenados", una autobiografía en su momento y tal vez uno que otro ensayo: "Mi país y otros tropiezos. -Ensayo sobre México en el siglo XXI-" o "El placer de apellidarse Salinas".

Sin duda no está todo perdido, si algo bueno tiene la literatura es que no distingue entre edades y sexos, y afortunadamente tampoco me importaría el lucro de mis escritos, aún hay tiempo para que escriba un libro o dos o seis y aún hay ganas, pero definitivamente escritor ya no seré.

Soy mercadólogo de profesión, trabajo en una oficina en Polanco y me dedico a organizar viajes, hacer inventarios, reportes de ventas, estadísticas, proyecciones, coordinación de envíos y control de quejas (jajaja). En mis ratos libres, escribo, hago inventos y pienso en ideas que nadie escucha. También pienso en todo lo productivo que podría hacer si a los 17 años hubiera pensado como pienso hoy. También me quejo. Y sueño, por largos e indetenibles minutos sueño e imagino mi vida de otra forma.

Quizás si supieramos todo lo que no sabemos, si creyeramos todo lo que vemos sin probar, si todo se nos diera en su justo momento la vida perdería el chiste. Quizás si me cayera en un pozo de dinero no sabría cómo gastarlo, quizás si encontrara las respuestas a todas mis preguntas perdería la ilusión de invetigar y hacer locuras. Quizás si hubiera sido Doctor, Arquitecto, Ingeniero, Carpintero, Bombero, Policía, Artista o Escritor, no tendría la vida que tengo hoy, y aún con sus bajadas de montaña rusa, me gusta mi vida, quizás no tendría los amigos que tengo y me gustan mis amigos, quizás estaría en otro lado que no es tan bueno como en el que estoy, o quizás la regué, y pude haber hecho otra cosa mejor pero como el hubiera no existe, creo que lo mejor es hacer frente a estas interrogantes, pensar que por algo pasan las cosas, y que el destino de un mercadólogo es tan bueno e interesante como el de cualquier otro mortal.

No hay comentarios.: