miércoles, noviembre 14, 2007

Pretty damn happy

Como siempre las cosas salen bien, no sé cómo ni porqué pero salen que es lo importane. No, no todo es miel sobre hojuelas pero ¿a quién le importa?

Hoy estábamos hablando de los gays de la zona rosa, decíamos si había más hombres o más mujeres, lo que nos llevó a comentar que hay muchas chavas, de 14 o 15 años "dándole" en plena jardinera de las "Proud Avenues". A lo que yo comenté: "Al menos no tenemos que preocuparnos de que se embaracen". La reacción de mis compañeras de oficina fue una risa aguda y constante, a lo que una de ellas me dijo: "Vero, admiro tu capacidad para sacarle lo positivo a cualquier cosa". Me quedé pensando.

A veces soy muy gruñona, pero nunca he sido derrotista, siempre he pensado que nada es imposible y que con determinación se alcanza el cielo. Ayer me pasé el día entero tratando de tomar una decisión, cambiaba a cada momento de parecer y aunque llevaba días pensándolo no sabía que hacer a un día de que se presentara el evento. La verdad es que al final tiré un volado, y como dicen, los volados no son más que la reiteración de una decisión ya tomada, cuando lanzas el volado ya sabes lo que quieres obtener. Mis pensamientos seguían difusos pero la moneda me dijo: "Anda y ve" y yo fui bien obediente.

Fui a un evento en que la razón principal por la que no quería ir era porque realmente sentía que no tenía nada que hacer ahí. Creía que iba a ser incómodo, no iban a estar mis amigos, iba a estar gente a la que no le caigo muy bien, sentía que había sido invitada más por compromiso que por ganas y hasta hace 5 meses había evitado a toda costa cualquier encuentro o interacción con el personaje protagonista del evento pero al final todo salió genial.

Me lo pasé bien, no hubo panchos, no hubo jetas, no hubo palabritas y secretitos, para acabar pronto no hubo tonteras, que son las que me hacen pensarlo dos veces antes de presentarme en esas cosas. Estuve contenta, me di cuenta que la taquicardia de antaño se me había quitado, y el hueco en el estómago se había llenado, no sentía absolutamente nada. Sólo la tranquilidad de estar presente como cualquier otro hijo de vecino, como un amigo más y no como "La intrusa" JAJAJA ¿Había una telenovela llamada así no?

Pensaba irme temprano y al final hasta nos fuimos a desayunar, buena plática, buena interacción, buena convivencia. Todo bien.

Ahora lo mejor, fue que me di cuenta que quiero hacer en verdad en la vida, profesionalmente hablando. Muy fuera de las profesiones que mencionaba en otro post, hallé el chip de la Mercadotecnia que puede hacer que ame mi trabajo. Quiero hacer campañas. Campañas publicitarias y no necesariamente de Absolut y Camel como todo universitario en aras del campo de trabajo. Me gustaría dirigir campañas de Marketing Social y por añadidura participar en empresa con Reponsabilidad social. Quizás no fui Médico, pero eso no frena mis expectativas del trascendentalismo con base en la ayuda al prójimo. Puedo crear y dirigir campañas de salud que informen a la gente -de cualquier clase- acerca de los problemas de salud, sus soluciones, los lugares de acceso a tratamientos de cura y prevención. Información de enfermedades que no conocen y son cómunes o que conocen y no saben como evitar o tratar, en fin, quizás no pueda abrirle el pecho a alguien y arreglarle el funcionamiento cardiaco, pero puedo decirle que hacer cuando falle y para que no vuelva fallar. Eso es bueno, es desinteresado, es trascendental.

Quiero hacer eso. Mercadotecnia Social y de Servicios, como la materia que llevé en 6º semestre y que no me enseñó absolutamente nada, mas que la diferencia entre producto y servicio. Algo que sabía desde que entre a estudiar.

Hacia allá va mi carrera, hacia allá va mi discurso profesional para conseguir nuevos proyectos, hacia allá va mi vida, mis deseos y mis sentidos. La vida siempre me tiene que poner las cosas en ángulos de difícil percepción, pero justo cuando me salta una idea, encuentro la respuesta en un estornudo.

Quien iba a pensar que encontraría el propósito de mi existencia en un evento al que no quería ir, y al que decidí ir por una moneda. Creo que conservaré la moneda.

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