martes, octubre 26, 2004

Desnuda

No es ninguna aberración sexual, pero me gusta verte andar en cueros, al compás de tus pechos aventureros, víctimas de la gravedad…
Me encanta está canción, creo que dice cosas muy ciertas y que van bien con mi manera de pensar, aunque con la de actuar… quien sabe.
Y ahora que por fin te tengo así, desnuda y precisamente enfrente, desnuda también un poquito la mente, con tus complejos junto de tu ropa...
Sí, deberíamos dejar los complejos junto de la ropa, ja,ja,ja, recuerdo que alguién siempre me decía que la ropa era el peor invento del hombre, je,je. Deberíamos como dice, desnudar la mente, hacerla volar. Si desarrollaramos la capacidad de transportar la mente a otros lugares, podríamos relajarnos, ser un poco más alegres, más flexibles, en fin, sólo son ideas mías, debo estar loca como dice todo mundo.
Esta “rola” también me remonta a tiempo atrás, yo creo que por eso me gusta más, me parece que era el tema de una telenovela, no me pregunten cual, y en aquellos tiempos yo lo pasaba en una casa lejana, jugando, platicando, haciendo bromas, comiendo, escuchando música, viendo T.V. pero nosotros lo llamábamos diferente; esto era: trabajar.
Todos los días después de clases y durante las vacaciones lo pasaba en esa casa, esperaba que llegara, a veces llegaba conmigo, otras ya estaba ahí, por la tarde la hora de comprar “chatarra” y la “sorpre” por supuesto, que valga la ironía siempre era la misma.
Las noches de “Friends” o de “Dawson’s creek”, ¿alguien recuerda ese programa?, el día que me comí el chile relleno con todo y rabito - inolvidable -, el día que falte a mi clase de piano por ir a comer tacos, el día del cielo horrible que no llegamos por ir al cine, el día que nos enojamos, el día de las moritas, el fin de semana de películas, cuando por fin llegó el viaje… y después se acabó el trabajo, pero empecé a pasar el tiempo en esa casa por otra razón, era bueno.
Ahora que he pasado un tiempo lejos, bastante lejos, me he dado cuenta de algo importante y un poquito deprimente. A veces me siento en la cama a pensar, veo las estrellas pegadas en mi techo “mi universo paralelo” y me imagino en casa, con mi familia, con mis amigos, comienzo a recordar todo lo que he hecho en la vida, desde la graduación, el choque, hasta la última borrachera que agarré y por fin caí en la cuenta de algo, no extraño mi casa, extraño mi vida.
Extraño las comidas del domingo, los viernes por la noche, el billar de los jueves, el bar de los sábados, la universidad donde todo el mundo me conoce, las llamadas telefónicas, las cenas de los martes y ver “nip tuck”, las visitas sorpresa con el six de chelas, la maldición gitana, los mensajes del celular, la posibilidad de ver a quien quiera cuando se me ocurra, mi coche, mis discos, mi almohada, mi cama nueva, mis posters, mi bonche de cartas, la televisión, mis zapatos y mi colección de portavasos, mi balcón, mis libros, la cocina siempre ocupada, mi cuarto donde todo mundo entra y sale, el baño que tiene asiento acolchado, la confianza, la seguridad, la comodidad que tenía en ese lugar, en casa, en mi otra vida.
En este momento llueve a mares, - y dicen que Madrid es seco, ja’ -, en 15 min. debo irme a la escuela, pero con la lluvia dudo que pueda, llegaría empapada. Por la noche el entrenamiento, espero que para entonces si haya dejado de llover. Ahora podría tomar mi auto y reírme de la lluvia, podría llamarle al “champiñón” que pase por mí, podría pedirle un aventón a mi “jefa”, pero no, sólo tengo dos opciones: mojarme o no ir a la escuela hasta que pare la lluvia. Creo que me quedaré esperando y… “viendo llover por la ventana, otra mañana sin mañana…”.

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