lunes, marzo 26, 2007

Evolución

Siento, no sé porque, un nudo en la garganta. Será la duda entre el hoy y el ayer. He pensado que el pasado ya se fue y por lo mismo no existe, no hay que preocuparse por ello, mucho menos deprimirse, pero como una sombra persistente vino a mí y ahora el detalle, no está en añorar ese pasado sino en descubrir si el hueco que siento en el estómago, es la consecuencia de saber que nada volverá a ser como antes o el miedo de pensar que no se puede estar mejor. En palabras menos confusas, no sé si es que extraño lo que tenía porque de algún modo -aunque yo piense lo contrario- quiero que vuelva, o si no quiero que vuelva pero me aún me da miedo creer, que de cualquier modo, no podré superar el nivel de felicidad que tuve.

Hoy mi nick del MSN cita la consabida canción de Arjona: "Ser un animal nocturno era una bella rutina". Hasta hace unos años así me consideraba yo, un animal nocturno, arjonesco. Alguien que tenía ciertas ideas, ciertos principios y era feliz mientras los mantuviera en pie, cuando había que romper uno, sentía que me rompían el alma y terminaba por renunciar a esas "mejorías" a esas "oportunidades" por seguir mi "leyenda personal". Siempre tuve buenos resultados.

Un día, como solían decirle los metaleros a los artistas de MTV, me vendí. Un día empecé a romper mis principos porque me compré la idea del éxito, empecé a pensar que a veces había que sacrificar la posición para obtener mejores beneficios, aprendí a dar el avión. De modo que dejé de ser una activista del idealismo, abandoné la tribu donde está constitucionalmente prohibido renunciar a la fantasía y me mudé -tonta e interesadamente- al MUNDO. ME fui allá afuera donde hay licenciados, doctores, profesionistas, empleados, directores, obreros, etc. Me fui donde hay $$$, bienes y servicios, tráfico, ruido, prisa... me fui, mentalmente, del pueblo a la ciudad. Que decepción.

Hoy tengo todo lo que quería tener y soy todo lo que pensaba ser. Hace mucho que mi animal nocturno se durmió, y después de un día como ayer creo que, ser un animal nocturno era una bella rutina.

Quizás no tenía todo lo que tengo pero era más auténtica. Una persona es auténtica mientras más se acerca a aquello que ha soñado de si misma. Y no sé, no sé si esto es lo que soñé, lo que creé, lo que imaginé, lo que quería, o es que sigo rentando la idea de la mujer exitosa socialmente adaptada en vez de comprarme la de persona feliz.

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