lunes, noviembre 27, 2006

Otro día de esos buenos

Es raro estar contento en lunes. Acaba de empezar la semana y organizas todos tus pendientes de oficina, tu horario, la comida de la semana, el día que irás el cine, etc. Es a veces difícil ponerle buena cara al lunes porque es como el día del principio de la realidad, el más lejano al fin de semana y el más cargado o cansado pero yo, gracias a mi nueva filosofía veo este lunes como el primero de una gran semana, otro día divertido en la ofi, otro día que amanece con sol y no con frío, otro día que tiene un propósito y un fin, para estar para seguir, un día como cualquiera, un lunes que me despierto para sonreír y pasármelo bien. Y lo estoy haciendo.

Así que resumiré mi nueva filosofía, que son pedazos de mails que he enviado con algunos trozos de ideas que he ido dejando en la mente de algunos amigos, es en sí, la manera de vivir sin quejarse, de vivir bien.

Como primera premisa creo que en la vida no hay que echarle ganas, hay que echarle corazón. Esto implica que todo lo que hagas te guste, o bien le encuentres el gusto, porque no se le puede imprimir feeling a algo que no te agrada.

La gente pinche siempre va a existir, así que lo mejor es hacerlos a un lado, ir a los archivos de nuestro cerebro y darle –delete-suprim-trash- y ya está, cero corajes, cero enojos, cero culpas, no vale la pena conservar a esa gente cerca, no vale la pena hacerles ver que no valen un pepino, ni hacerles ver sus estupideces, simplemente se borran, no existen más y con ellos no existe más su mala vibra.

Las cosas pasan en su debido momento, y las cosas buenas siempre le pasan a quien sabe esperar, así que no hay necesidad de provocarlas, no se trata de ser un huevón empedernido, simplemente evitar ser necio y entender que hay cosas que se dan y cosas que no, entender y aceptar, seguir adelante a ver que más te tiene preparado el destino.

Ser feliz de la manera más simple, con las cosas más pequeñas. Mantenerse contento porque te regalaron un panquecito en la oficina, porque alguien te dejó un post-it en el coche, porque están tocando una rola que hace años no escuchabas y te encanta, por lo que sea.

Ser decente. Que implica saludar a las personas en la calle aunque sean desconocidos, con una sonrisa, una palabra o un sencillo movimiento de cabeza, sonreirle a los niños o hacerles caras chistosas, saludar a los vecinos aunque siempre se quejen de tu música, hacerle plática al único que nunca habla, ni opina, de pronto se convertirá en el más platicador, y verás que sólo lo hace contigo.

Confiar y ser confiable. Darle chance a la gente, sin pensar que pensará si dices o si haces, decir las cosas y si las toma bien es un posible nuevo amigo, si las toma mal mantener la distancia y punto, no somos hadas de la felicidad no podemos caerle bien a todos ni es nuestra obligación.

Hay cosas buenas y malas, hay que aprender a tomar lo bueno, aprender a vivir de modo que las cosas fluyan. A veces el chiste es esa incertidumbre de no saber que pasará y atreverse a seguir caminando.

No perder la capacidad de asombro. Generalmente las sorpresas se dan cuando menos te lo esperas, a veces quieres maldecir tu suerte pero de otro modo no sería sorpresa y después de un tiempo las cosas siempre se acomodan -y me cuesta trabajo decirlo- pero es cierto.

A veces el chiste es esa incertidumbre de no saber que pasará y atreverse a seguir caminando.
Creo fervientemente en eso de que uno cosecha lo que siembra, y si eres una persona, atenta, decente, agradable, te rodearás de gente igual y aunque a veces es inevitable ser odioso, tratar de que sea lo menos. Igual las cosas; haz cosas buenas y te pasaran cosas buenas, y ante todo, a fuerza ni los zapatos. No es No, y punto, entender eso de una buena vez.

Si no eres parte de la solución no seas parte del problema, y la vida con Honor, esa palabra que al mundo se le ha olvidado, esa frase de “si no puedes con el enemigo únetele” tirarla a la basura. Lo que vale la pena es tener principios y mantenerlos, no tiene ninguna gracia cambiar de bando según conviene y al final lo más probable es que te quedes sin bando alguno.

Disfrutar cada momento. Si estás solo haciendo las cosas que no te gusta hacer con los demás, si estás acompañado disfrutar de la plática, intercambiar opiniones. Si estás de fiesta baila, ríe, convive y no pienses, si estás trabajando piensa y sonríe, si estás de vacaciones descansa y medita. Cada lugar para una cosa y cada cosa en su lugar.

Ayer me dijeron que tenía la mirada diferente, que me veo feliz. Es bien sencillo, tomo decisiones que me llenan, hago cosas que me satisfacen y me río cuando me tropiezo con un bote de basura en vez de maldecir mi suerte.

No, no siempre se puede estar bien, pero si bien habrá alguna vez que sientas que el cielo se te está cayendo sobre la cabeza, que sean las menos veces, y si vives 100 días que 99 sean de estar contento y 1 decaído, no al revés. Menos quejas, más acción.

Finalmente las cosas malas existen, hay un equilibrio universal que impide que desaparezcan, pero a la par existen las cosas buenas, si nos fijáramos más en estas últimas que en las primeras, seguro que estaríamos más a gusto.

A veces puedes hacerle a una persona el día con sólo decir “buenas noches, ¿Cómo le va?” pero agobiado con los deadline de la chamba ni siquiera se te ocurre, y la cadena se rompe pues tampoco habrá quien te haga el día a ti.

Las cosas pequeñas a veces son las mejores, las personas calladas son las que dicen las mejores cosas, y los más distantes son los que más te ayudan cuando peor estás.

A la vida no hay que echarle GANAS, hay que echarle CORAZÓN.

Y de corazón confieso que a mi me ha ido genial desde que pienso así. Soy una persona afortunada, por poder decidir con que me quedo y con que no, y quedarme sólo con las cosas buenas.

El viernes descubrí, que “sí se puede”, sólo eso, sí se puede. Y me dormí pensando en eso, vestida, sobre las cobijas, con los pies colgando y con una gran, gran sonrisa.

Estoy satisfecha con mi vida y conmigo. Soy feliz.

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