lunes, junio 12, 2006

Casos y cosas…

Han pasado tantas cosas últimamente, nada grave, simplemente cosas inesperadas para recordar. Por ejemplo, me encontré con un amigo de la secundaria, no es que fuera conmigo en la secu, lo que pasa es que nos conocimos cuando yo iba en la secu, en el parque patinando, y de hecho fuimos novios, un largo año hasta que… bueno… me guardaré la razón del rompimiento.
En el sitio menos propicio y de madrugada nos encontramos en un Oxxo, nuestra sorpresa superó el gusto y no supimos decir nada inteligente, encima, ambos teníamos prisa así que en menos de 2min. Nos habíamos despedido. Sin embargo el intercambio de teléfonos nos llevó a una fiesta y a una tarde de domingo que cabe mencionar fue muy agradable.
Es alguien que pensé no volvería a ver jamás, mucho menos salir, convivir, pero me lo pasé tan bien el domingo, es un buen conversador y ante todo muy divertido. En resumen, me sucedió algo bueno que no esperaba.

Y así otras cosas, como las constantes preguntas sobre una persona de cuya existencia no sé un cuerno, pero de igual modo los amigos me ven, la gente que sabe, o supo, y me siguen preguntando “¿cómo está? o ¿y que onda con…? Y yo sólo sonrío y digo: “supongo que en su casa”, “no, no sé que sea de su vida, pero supongo que está bien”, “no, ya no nos llevamos para nada”, “¿!¡porqué?!?, ¡porque así las cosas y punto pelota!. Cómo si supiera yo porqué, y claro, aquí estaría haciendo el idiota conociendo la respuesta y haciendo nada, a veces la gente pregunta cosas tan absurdas.

Esta cuestión por ejemplo, de La persona desaparecida vs. La costumbre general de ligarla conmigo, al principio me molestaba o en cierto modo me entristecía, y después no sé cómo ni sé con que pretexto, dejó de molestarme y se convirtió en algo bueno, ahora cuando me preguntan, pese a contestar siempre lo mismo, sonrío, y me siento bien, porque me acuerdo de las cosas buenas y ante todo pienso, que si los demás me preguntan por su vida, o continúan ligando la suya a la mía es porque sucedió, porque alguna vez efectivamente estuvo conmigo, porque no fue una ilusión ni un invento de mi imaginación, porque aún existe, como recuerdo, no sólo en mi memoria sino en la de los demás, aunque en la suya se debata constantemente por remediar la persistencia, de lo que seguramente en su caso, es tan sólo un mal recuerdo.

Entre otras curiosidades, me he acostumbrado al transporte público, descubrí un autobús que va directo a la oficina, cuando antes tenía que tomar dos, ahora camino un par de cuadras, subo al RTP, pago tan solo $2, y leo durante 30min – 40min. Hasta llegar al trabajo; por cierto, llevar un libro en el autobús garantiza que nadie se siente a tu lado, antes siempre se sentaban junto a mí, supongo que una chica, con pinta de decente no presenta inseguridad alguna y por eso el lugar al lado suyo es elegido constantemente, sin embargo desde que porto un libro y mi lapicero – suelo marcar detalles en los libros – nadie se sienta junto a mí, en serio nadie, es un dato a más de interesante curioso. Inténtenlo y comprueben. Tal vez los libros aparte de flojera, les den miedo, o ¿será el lapicero?

Bueno, yo estaba hablando del transporte. Después de mucho quejarme por este tiempo sin auto he terminado acostumbrándome, al grado que he decidido seguir viniendo en autobús al trabajo después que me entreguen el coche, definitivamente prefiero leer 40min., que conducir entre el tráfico 25min. El sacrificio, los tacones.

Volviendo al tema inicial, es interesante conocer a alguien a los 14, en fachas, en un parque, mantener una relación en secreto, siempre a escondidas, de hecho coincidimos en que eso era parte del encanto, la adrenalina, “el placer de hacer exacto lo incorrecto”, y la eterna pregunta de: ¿qué hubiera pasado si…?, la respuesta de ambos es la misma, hubiéramos durado mucho tiempo, pero por algo pasan las cosas, siempre por algo, que algún día tarde o temprano entenderemos, o que tal vez, ya estamos entendiendo.
Vernos ahora, con mis orgullosos 23 y sus recorridos 29, nuestras aventuras, nuestro nuevo aspecto, en un café internacional y con una mirada que persiste, pese a los años, es interesante, justo hace poco yo hablaba de coincidir, “tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir”, y ay que ver las cosas que pasan. Entre los encuentros sorpresivos, el jueves que no vine a trabajar, porque me pasé el día en el hospital, me encontré, camino a la farmacia a un amigo y co-worker de M. había sido un mal día, estaba cansada, harta y un poco molesta, y fui a encontrarme a este individuo en plena calle, ya ni atiné a mandar saludos, sólo me limité a detenerme un minuto y saludar, por cortesía, creo que para ninguno de los dos fue un encuentro agradable, -tanto espacio… y coincidir- pero estoy segura que nuestras razones son infinitamente distintas.

A final de cuentas, han sido todas cosas buenas, convertir una situación desagradable en algo agradable, respetar la memoria de los muertos –sin que duela- y encontrarse después de 9 años a un personaje tan apreciable.

Se acerca mi cumpleaños, siempre he tenido el presentimiento de que los 24 van a ser geniales, y me repetía una y mil veces que tendrían que serlo porque los 23 habían sido horribles, pero no, la verdad es que “en el recuento de los daños” salgo ganando, a pesar de que “me sales debiendo tantísimo amor”.

Ya haré el resumen de los 23, a su tiempo. Para empezar los 24 limpios y puros, nuevos, diferentes, bien. Casi siempre los años pares no me van bien, pero estoy segura que una de las tareas que Dios me encomendó en la tierra, fue romper paradigmas.

24… de verdad, tengo un presentimiento endiabladamente bueno.

No hay comentarios.: