miércoles, marzo 19, 2008

Sr. Domingo

Caray, por más que uno intenta evitar las cosas malas a veces simplemente no se puede. El Sr. Domingo era el dueño de la tienda de enfrente. Lo conocí durante 1 año exactamente, desde el primer día que empecé a trabajar aquí. Fui feliz al ver que justo frente a la oficina había una tienda, porque soy muy antojadiza y siempre tengo hambre, así que tener una cerca facilita las cosas.

El Sr. Domingo rondaría los 70 o quizás más. No platicábamos mucho, pero platicábamos. Una vez saqué un yogurt del refri y habilmente tiré como otros 10, ante mi cara de "ya la regué", el Sr. Domingo se río, bajito, como él lo hacía y me dijo: "no pasa nada, ahorita los acomodamos". Y los acomodamos. Y añadió: "si se rompe tampoco pasa nada". Pero le dije que no, que eso no, que si alguno se había abierto o algo se lo pagaba, pero negó otra vez, y con esa sonrisa tan aprticular, de alguien que definitvamente sabe más que tú me dijo: "si se rompe lo cambio con el proveedor, y me lo reponen, a nadie le cuesta nada, no se preocupe niña."

"Niña". Siempre me decía así. ¡Buenas tardes Sr. Domingo!. Hola niña, ¿cómo le va?. Era un Sr. curioso. Llevaba la contabilidad metodicamente en una hoja de papel. Cada vez que comprabas algo el anotaba en esa hoja el precio de cada cosa hasta que al final del día tenía más números de los que podía leer. Había gente que se desesperaba, porque si llevabas 10 cosas, eran 10 cosas que apuntaba, despacito como hacía todo, y luego las de la persona siguiente, y así hasta llegar tu turno, a esa tienda no podías ir con prisa. Pero si tenías un poco de actitud, siempre salías con una sonrisa.

No lo conocí mucho, pero sé que era una buena persona. Cuando no tenías para el taxi, él te prestaba. "Luego me lo pasa" decía. Cuando no tenía cambio, o tú no tenías cambio, decía lo mismo "luego me lo pasa". Y a veces lo olvidaba, a veces ibas a pagarle y sonreía como si le hubieras regalado algo, "dinero sorpresivo", él confiaba en la gente, y sabía que por 1 peso nadie se iba a morir.

A veces no estaba, las menos, y estaba su hijo o su esposa, he de confesar que lo extrañaba, la tienda sin el Sr. Domingo no era lo mismo, y era el único con el que platicaba, los demás familaires eran más del tipo, es mi negocio y no tengo porque socializar.

El miercoles pasado fui a la tienda, no iba a ir pero decidí comprar un agua para ayudar a mi resfriado mortal, lo vi, lo saludé, todo sucedió como siempre.

- Buenas tardes Sr. Domingo, ¿cómo le va?
- Buenas tardes niña, ¿qué va a llevar?
- Nada más esto.
- ¿Es todo?
(asentí sonriendo)
- 10 pesos niña
(y anotó en su hoja de papel $10) Le pagué.
- ¡Gracias! hasta luego.
- A usted niña, hasta luego.

Y salí de la tienda, contenta, por haber hablado un rato con el Sr. Domingo. Y fue la última vez que lo vi.

El jueves la tienda no abrió, supimos que el Sr. Domingo estaba en el hospital, nos preocupamos. Esperamos que no fuera nada grave. Pero el viernes tampoco abrieron. El martes después del puente Yess llegó con los ojos empañados y me dijo: "Se murió el Sr. Domingo".

No sabemos nada, no sabemos que pasó, sólo pienso que... quizás se fue de la mejor manera, se desmayó el jueves y probablemente no volvió a despertar. Espero que el Sr. Domingo este donde haya querido estar.

Y ahora no puedo ir a la tienda, siento que no es la misma tienda, no sin el Sr. Domingo. Y además, tendría que enfrentar la realidad, porque me imagino entrando ahí, y espero ver al Sr. recargado en el mostrador, diciéndome: "Hola niña". Pero eso no va a pasar. Y aún no estoy lista para quitarme la imagen de la última vez que lo ví, donde siempre y como siempre.

Que en paz descanse Sr. Domingo, y para lo que valga, me caía muy bien. Y lo lamento, pero tal vez no vuelva a ir a su tienda. No si no puedo verlo ahí anotando sus números, diciéndome "hola niña". Hasta luego Sr. Domingo, que esté bien.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué bueno es ignorar que vamos a ver a una persona por última vez... si una despedida normal a veces cuesta trabajo... Para mí lo más triste de la muerte es ya no poder hablar con las personas "que se nos adelantaron", así me pasa con mi papá, extraño hablar con él.
Sólo de que describiste al Sr Domingo me cayó bien.
Blanca