Que no me siento bien. Que quién sabe qué pasó y pareciera que voy para atrás como los cangrejos. Ya no sé si soy yo o los demás, o todo. Ya no sé quien soy yo. Se ha vuelto un poco ridículo todo esto. Es como si me asustara de pronto, gritara y alguien me preguntara ¿qué pasó? – Nada. ¿Entonces porqué te espantaste? – No sé. Y después no se me quita el susto –de la nada- ni con bendiciones.
La pastilla no ha sido mágica, aunque me dijeron que lo sería. Estoy consciente que nunca lo será. Los amigos, más mágicos que la pastilla pero sin surtir un efecto recuperador que permanezca, tendría que comérmelos tal vez. La familia, no sé si es recuperador o agotador. Me da tanto miedo que se vayan, que no estén, porque muchos no están. Porque todo mi mundo perfecto, sí, perfecto, existe pero está lejos. La pareja, Dios sabe lo que hace la pareja. Recupera, permanece, aguanta pero tampoco cura. Y yo, yo… tendría que poner digamos, la estrella en el árbol de navidad, todos pueden cooperar y sé que yo tengo que dar el “último jalón” pero ¿Cómo? Cómo si cada vez que pienso que lo estoy dando es como un ligazo hacia atrás. Cómo si ha pasado tanto tiempo, porque 5 meses son mucho tiempo y no logro sentirme bien, cómo si las mejoras en ese tiempo se caen en un día y estamos como al principio.
¿Qué necesito? ¿Qué carajos necesito? ¿Cambiar de trabajo? ¿Dejarlo todo? ¿Tomar –como dice Carlos- más tequila y menos Prozac? Mandar todo al demonio y empezar a entender que no puedo controlarlo todo, que por más que quiera lo que tengo y a quienes tengo –incluyéndome- pueden desaparecer en cualquier momento porque así es la vida, porque así es mi vida y pase lo que pase tengo que saber cómo salir adelante. ¿Pero para qué? No me imagino saliendo adelante sin todo eso que “tengo”, sin ellos, sin mí.
Empiezo a ser esa persona que solía conocer y no quien conozco. Siempre me acuerdo de mí antes, cuando no tenía miedo, cuando todo me causaba emoción y asombro, cuando nada me detenía y lo veo tan lejos, tan inalcanzable. ¿Cómo se fue? ¿Quién se lo llevó? ¿Cómo volver? ¿En qué momento dejé de sentirme invencible? Y sobre todo ¿Por qué? ¿Porque no pude hacer nada por salvar a la Yaya? ¿Porque no quise hacer nada para retener a mi hermano? ¿Porque no supe –y no quise- darle su merecido a la pera? ¿Porque tengo muchos círculos abiertos? o muchos cerrados. La verdad es que ya no entiendo nada.
Hay mucha gente a la que quisiera decirle “sabes qué: púdrete” y ya. Pero no sé si eso arreglaría algo. A veces me despierto tan enojada y sin saber por qué pero al menos no me afecta tanto. Días como hoy, como ayer, que amanezco como si la Yaya se hubiera vuelto a morir son de lo más jodido. No me explico qué pasa. No vi nada en la tele, ni me enteré de una mala noticia, ni leí mi antigua correspondencia, ni me senté en mi chupón de chiquita. Sólo me acosté así y amanecí así. ¿Será dolor? Será que no estoy acostumbrada a que las cosas me duelan y… no entiendo que esto sea normal. Por ahí circula el mensaje que los ataques de pánico, la ansiedad, la depresión, no son síntomas de debilidad si no de haber permanecido fuerte durante mucho tiempo. Por Thor que yo he sido muy fuerte entonces. Más fuerte que toda la liga de la justicia junta.
Hice un juego de una imagen en donde tienes que descubrir 3 palabras, las primeras 3 que descubres en teoría te describen. Yo encontré: Honest, Special y Strong. Me sentí tan feliz cuando vi “Strong”. Pensé que si el juego lo decía, si mi subconsciente lo sabía entonces era cierto, entonces no tenía de qué preocuparme porque aunque no lo crea sí soy fuerte. Un día después, lo que es la ironía, sintiéndome mal y pensando en mil y un pendejadas –como debe ser cuando te sientes mal- le enseñé el juego a Jess, y al volver a hacerlo yo la primera palabra que encontré fue “Scared”. Me derrumbé. Será que soy fuerte, pero todo el tiempo tengo miedo. ¿Cómo vivir sin miedo? ¿Cómo dejar de pensar que todo se puede ir al carajo en un segundo? Que no importa lo que hagas ni lo que te cuides o cuides a los demás, hay un destino y se ha de cumplir, cómo dejar de tener miedo a no saber qué pasará mañana y según lo que pase, cómo tendrás que hacerle.
España se acerca y no me emociona, me estresa. Un viaje que planeé desde que regresé de allí hace 7 años, que estamos planeando Jess y yo desde hace 3 y que por fin se realiza y a mí me estresa. No he sido lo suficientemente fuerte para decir “no vamos” y tampoco para decir “vámonos ya”. ¿Por qué me estresa? ¿Por qué se llevaron lo bonito de mí y quién o qué se lo llevó? ¿Por qué ya no soy yo?
Cada año que cumplía descubría una versión mejorada de mí. Con todos mis defectos y manías siempre lograba ser una versión mejorada y esta vez creo que falló la actualización. No a los 30, a los 29. Tal vez mi teoría de esta mañana es cierta, tal vez la Yaya era mi alma gemela y cuando se fue se llevó mi mitad, la mitad fuerte, consciente, pensante, confiada y feliz. Y me quedé con la mitad que no sabe nada de si misma. No sé que carajos hacer para salir de esta montaña rusa, siempre tuve miedo de perder a la gente que amaba y la habilidad de no demostrarlo, pero nunca pensé que una de ellas sería yo, y por Dios cómo me extraño.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario