La verdad le tengo miedo a un montón de cosas. Con mi nuevo trastorno de ansiedad he adquirido algunos nuevos miedos sin sentido, difíciles de manejar en una ciudad capital y sin embargo, ahí voy. Con todo esto me he dado cuenta de lo que realmente quiero y más allá de mi necesidad casi física de liberarme de los corporativos, cambiar mi imagen, recuperar el espíritu y alcanzar la verdadera libertad, dedicándome a lo que realmente me gusta sin necesidad de preocuparme por donde vivo, qué como y a dónde voy, he descubierto que el ego sigue reinando sobre mí. Entre las cosas artísticas y las altruistas no he logrado hacer nada trascendente y a pesar del miedo –también nuevo- a la muerte que jamás me había asaltado, lo que deseo profundamente es pasar a la historia. Suceda como suceda, después de mi deceso realmente quisiera aparecer en Wikipedia con mi biografía de músico atormentado.
“Sufría trastornos de ansiedad”, “Se deprimía constantemente porque sentía una alta presión de la sociedad para ser quien no era”, “No tenía adicciones más que a los libros”, “amaba su música y alguna vez dijo que un piano era mucho mejor calmante que un tafil”, “Creó la pieza magistral de… a pesar que en ninguna escuela de música querían admitirla por su edad”, “Fundó el Centro de Estudios y Entretenimiento para adultos mayores con el dinero que ganó en el Melate y cumplió su sueño de darle a las personas de la tercera edad una oportunidad de vivir con calidad y cumplir sus sueños sin importar sus años”. Decía: “Somos producto de lo que ellos construyeron para nosotros, trabajamos en las empresas que ellos crearon, comemos lo que alguna vez cultivaron y después enlatamos, vivimos porque existieron antes que nosotros, ¿y ahora los echamos al sillón de un asilo a ver el techo? No más.”
Nadie tenemos el futuro comprado pero sé que de verdad quiero pasar a la historia por haber hecho algo grandioso. No para mí, para el mundo.
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