jueves, febrero 27, 2014

¡Ay! amores

Hay amores como las mañanas apuradas, que te dejan todo el día con la pansa de farol. Tenías todas las ganas de comértelo entero pero no te dio tiempo. Y sales a la vida así, a empezar el día así, con la sensación de vacío, de que te hizo falta algo, de que tuviste la idea, pero simplemente no tuviste tiempo. Y te lo ha dicho tu madre, tu madre y hasta el perro, que nunca hay que salir con la pansa de farol, pero no haces caso, porque nunca se hace caso en el amor.

Hay amores como los filetes. Desde que lo ves sabes que lo vas a pagar caro pero es imposible resistirse. La inversión es alta, te lo comes a mordidas y mientras más comes más te emocionas, más enloqueces, más pierdes la cabeza. Sientes casi de inmediato que no te está cayendo bien, que es demasiado, pero es imposible parar. Y se acaba, porque es otra consecuencia inevitable. Se acaba poco a poco, consumiéndose el jugo, haciéndote pensar si tendrás fuerza para pedir más porque no puedes dejar de comer, pero no hay más, y después de una larga agonía haciéndote a la idea de que efectivamente se terminó, lo único que te queda de ese amor, es la cara de perro hambriento frente a otros comensales que pidieron lo mismo, siempre pensando: delicioso, me duró tan poquito, y me quedé con las ganas de más.

Hay amores como los juegos mecánicos. Los ves y desde ese momento sientes un hoyo en la pansa (porque la pansa es como el sensor biológico del enamoramiento). Esperas mucho para probarlo y durante esa espera piensas que tal vez no haya sido una de tus mejores ideas, pero ya estás ahí. Te subes en él y con más preocupación de verdad crees que tal vez no fue una buena idea. Respiras hondo y dejas que te absorba la adrenalina, si no fue buena idea al menos disfrutarás lo que dure. Pasa, las emociones son raras y mezcladas, pierdes cosas en el camino, se te revuelve el cerebro, se te caen algunas cosas personales y las miras con cierta melancolía sabiendo que no las recuperarás. A veces no estás segura de si reir o llorar, a veces gritas de emoción y otras te dan ganas de saludar al Dios de porcelana. Ni siquiera te das cuenta cuando acabó, pero el fin siempre trae consigo una sensación de alivio. Hay que hacer el recuento de los daños. Invertiste mucho tiempo, nunca sabrás si fue realmente una buena idea pero lo único que vale la pena es recordar que fue emocionante y especial, mientras duró.

Hay amores como correr. Nunca vas a correr pero el aburrimiento te está matando y empiezas a pensar que sería buena idea cambiar, hacer algo sano, dejar los vicios, cambiar de giro... salir a correr. Y claro, sales y a dos calles suspiras y vuelves, definitivamente NO te gusta correr, por muy bueno que sea. Al diablo con los pants y los tennis, lo tuyo lo tuyo es el sofá y la cerveza. "Sí mamá, salí a correr, no mamá, no voy a volver."

Hay amores como las piñas de árbol. Pisas una sin querer, te ruedas y caes haciendo un papelón. Te levantas y sólo piensas que eso es tener mala suerte, pero al menos duró poco, y probablemente nadie se haya dado cuenta.

Y hay amores como el tuyo y como el mío; exclusivos y sin mucho ton ni son, pero imparables y sin proporción.

viernes, febrero 14, 2014

¿Y qué dijo la bruja?

Hoy como siempre, tengo un sin fin de pretextos para no haber escrito en los últimos días. Tengo pendiente escribir del trabajo, de NY, de lo acontecido posteriormente al "Quiero volver a ser yo", de la familia, de mis proyectos y la afición de mi salud hacia las montañas rusas, sin embargo, considero más interesante y más ad hoc a mi ánimo de hoy, escribir de mi visita a "la bruja". Ya lo decía mi madre; sangre gallega, terra de meigas, bruxas y feticheiros. Algo en mi sangre siempre me va a llevar a ese terreno desconocido y enigmático del esoterismo y tal vez, termine definiendo mi vida como lo ha hecho antes, tantas veces.

Hace un par de meses visité a una "bruja". Me enteré de ella a través de Dul y dada mi afición a la lectura de cartas decidí que después de muchos años era hora de volver a hacerlo. Barajé, hice unas preguntas, escuché atentamente los argumentos de la bruja y pensé que para no haberle dicho ni mi nombre, realmente estaba siendo muy atinada. Me gustó. Lo interesante fue hacia el final de la sesión. Después de haberme dicho que dentro del paquete podía hacerme una limpia, a la cual accedí sin titubeos dados los fatídicos acontecimientos últimos en casa (robos, mentiras, engaños, tropiezos) resultó que el huevo mostraba un "amarre". - ¿Qué es un amarre? pregunté. - Es lo que una persona hace para atraerte a ella, para que te quedes con ella, sin que tu lo sepas o lo quieras.

Mi sorpresa no fue tan grande. Me sacó un poco de carril -y también lo he de aceptar me reí un poco- ante la idea de que alguien pudiera tomarse tantas y tan excéntricas molestias para estar conmigo. Al ego le cayó muy bien, pero enseguida se vino la irremediable pregunta de ¿quién?. ¿Quién podría hacer algo así? ¿Quién podría pensar que era la única opción para estar conmigo? ¿Quién tendría una necesidad tan grande de atraerme de esa manera? ¿Cómo se le ocurrió? ¿Quién pudo pensar que esa era la mejor o la única salida?

No lo sé. No pregunté nombres. Las preguntas de la bruja llevaron a la conclusión de que era Ella. la relación que describió, las personas involucradas, la dualidad y el combate de amor y odio constantes, el dominio, la competencia, el daño, la culpabilidad, el eterno sentimiento de mal necesario... El amor, presente de alguna manera en cada etapa como un monstruo de 2 cabezas, como Jaykille y Mr. Hyde como un ratón en la alacena que deja rastros y huellas pero nunca lo ves, nunca lo atrapas, sabes que está ahí pero también podría ser solamente un invento de tu imaginación. Así era ese amor, constante, latente, potente, pero invisible, sabías que estaba ahí pero no lo podías ver, no lo podías constatar, hasta que llegaba un punto en que era mejor pensar que no existía, que era otra cosa, que todo era una gran confusión, pero de ser así, ¿entonces que demonios era eso desgarrador que sentía? La historia y sus capítulos no podían llevar sino a Ella. Pero eso me parecía imposible.
- Te hizo mucho daño, se siente muy culpable por todo lo que pasó. - ¡Hombre...! Pensé. Es lo menos que podría sentir después de tanta porquería. Claro que para este punto, yo ya no estaba pensando en que pudiera ser alguien más. Pedí que me quitara el amarre e hiciera lo necesario para romper con eso y dejar fluir mi relación con Jessica, después de todo, con o sin amarre, mis objetivos no iban con nadie más. Y por algo hasta el día de hoy, la magia de todos modos no había funcionado.

Lo que pasó después es que desde que salí de allí hasta el día de hoy he estado dándole vueltas al asunto. Pensé que arreglar el sentimiento de culpa no tenía nada que ver con querer atraerme a su lado nuevamente. ¿Qué objetivo tendría? ¿Arreglar las cosas? ¿Hacerlo bien esta vez? Pensé que era imposible que fuera Ella, no recuerdo que esas cosas le llamaran o que creyera siquiera en ellas, y también pensé que si de verdad me quisiera de vuelta, habría intentado otra cosa, después de todo sabe donde encontrarme y estoy segura que su idea de mí es que no lo supero, por eso me evita a toda costa, no vaya a ser que me le eche encima un día de estos. Pensé que era ridículo y que o el diagnóstico del amarre estaba equivocado o simplemente lo había hecho algún otro loco [a] que tal vez ni siquiera sabía que existía. Pero mi espiral de pensamiento no me dejo parar ahí.

He estado pensando que esto de la brujería explicaría tantas cosas, que muchos de los acontecimientos en mi vida comenzarían a tener sentido. Explicaría porque la sueño tanto y en tan determinadas circunstancias, como hay ciertas épocas en que sin razón lógica la pienso y la extraño y como con la misma facilidad me dan ganas de tenerla enfrente y ahorcarla lenta y dolorosamente. Explicaría porque a veces escribo aquí y luego pienso que fue una pérdida de tiempo y no entiendo porqué lo hice. Explicaría porque a veces me siento tan bien de haber borrado sus datos y otras me arrepiento porque quisiera saber cómo está. Explicaría porque un par de veces he decidido hablarle y luego me he arrepentido de haberlo hecho, pensando que no tenía sentido, que me puedo buscar un problema barato y que en realidad no se lo merece. Explicaría porque a veces quisiera ayudarle cuando sé que está mal pero enseguida pienso que no es mi papel y que además, se merece todo lo que le pase. Explicaría esta dualidad entre querer verla bien y ser indiferente a su persona y su vida, y al mismo tiempo sentir que me hierve la sangre y querer verla sufrir como nada en el mundo, rechinar los dientes, pensar que no merece ni mi saludo y si el cielo es justo y el karma existe la podré ver arder en el infierno mientras suplica que la rescate. Explicaría porque a veces quiero ser su héroe y otras su más cruel verdugo. Pero lo más importante, es que explicaría porque pienso todas estas cosas y tengo todos estos sentimientos encontrados cuando la realidad es que desde hace muchos, pero muchos años, lo único que debería sentir es NADA.

Es probable que nunca sepa quién fue. Lo único que espero es que sea retirado y me dejen estar en paz con mi mujer, que es todo lo que me importa. Pero la verdad, si se puede, que también ese "desamarre" rompa con todo lo anterior y jamás, jamás, me vuelva a acordar de Ella, ni para bien ni para mal, porque mi lugar está aquí, y su lugar como las órdenes de restricción, debe estar en un planeta que ni siquiera exista para mí.

Es una lástima que no existan esas máquina de borrar la memoria. Yo me quedaría con el primer año de "nuestra" vida, pero borraría todo lo demás, porque creí que el odio no existía, que era demasiado para ser verdad, pero creo que toda la mezcla de emociones que tengo es porque dentro de mi ser, en el ala del corazón roto, la odio con todas mis fuerzas.